EL MUNDO
El (re)ajuste que se viene con Lula
En Brasil se esperan cambios de gabinete la semana próxima. Aquí, lo que se está especulando en los círculos políticos del país.
Por José Arias *
Desde Río de Janeiro
El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, ha dicho a sus colaboradores más próximos que 2004 va a ser en realidad su “primer año” de gobierno. Por eso está preparando en secreto para los próximos días un reajuste ministerial, del que insiste en que “no lo va a hacer la prensa”. Para ello ha convocado el próximo martes en Brasilia a los aliados del gobierno, para discutir los cambios que pretende llevar a cabo y, sobre todo, para incluir en el Ejecutivo a su nuevo aliado, el centrista Partido del Movimiento Democrático de Brasil.
Lula considera que el primer año de su mandato ha sido más bien para apagar los fuegos que le habían dejado y para calibrar los verdaderos problemas que heredó de su antecesor, Fernando Henrique Cardoso. Eso es cierto, pero el presidente ex tornero ha tenido que enfrentarse también con problemas internos, tanto en el izquierdista Partido de los Trabajadores (PT), que él ayudó a fundar, como con algunos ministros. Algunos de éstos son viejos amigos de lucha, que, más acostumbrados a ser oposición que gobierno, no acaban, según Lula, de dar la talla. Algunos de esos ministros eran líderes del PT que perdieron en las elecciones sus gobiernos locales. Lula se sintió obligado a ofrecerles un lugar en su gabinete.
Pero hay más. Al comienzo de su presidencia, a principios de año, dio un poder enorme a su viejo amigo el ex guerrillero José Dirceu, ministro de la Casa Civil, un “animal político” que había sido presidente del PT. Lo han llamado “el virrey” y ha sido un hombre clave por su capacidad de diálogo con la oposición y con los partidos aliados del Ejecutivo a la hora de aprobar reformas importantes en el Parlamento. Pero eso le hizo también acaparar un poder enorme. Los ministros se quejan ahora de que no tienen acceso a él y de que se les exige que le pidan audiencia por fax. Curiosamente, Dirceu acaba de confesar que ese poder lo ha estresado y que está cansado de la “burocracia”. No se descarta que, en el reajuste, el ministerio de Dirceu se divida en dos.
Un problema añadido para Lula es que comenzó su Administración con una gran proyección progresista, y buscó ministros dentro de la izquierda para los carteras sociales, como la ex favelista negra Benedita Silva; Marina Silva, también negra, o José Graziano, responsable del proyecto Hambre Cero, uno de los programas estrella del Ejecutivo. También incluyó al intelectual Cristovam Buarque, ex gobernador de Brasilia y ex rector de la universidad de la capital. Pero, curiosamente, los ministros que mejor han funcionado han sido los encargados de mantener la estabilidad de los índices macroeconómicos y de sujetar la inflación y la paridad de la moneda. Y donde ha encontrado mayores dificultades ha sido en la puesta en marcha de los programas sociales.
La pregunta que se hacían esta semana los analistas es si el nuevo gobierno de Lula va a escorarse hacia el centro o si se mantendrá en la izquierda. Una cosa es cierta: el mismo Lula ha dicho y repetido que “nunca fue de izquierda”. Quienes van a ser expulsados de su partido en breve son los que mantienen posiciones más a la izquierda, y, tras la reciente entrevista que mantuvo con José María Aznar, llegó a decir que el presidente español no le había parecido tan de derecha como imaginaba. Y subrayó su opinión de que también Aznar se había convencido de que Lula no es tan de izquierda.
Cardoso –hombre elegante políticamente que no ahorra elogios hacia Lula– suele decir con cierta ironía del actual mandatario que está experimentando y que, en ciertos asuntos, no puede hacer mucho más de lo que él hizo. Sin duda exagera, pero es verdad que en el ámbito de lo social Lula está encontrando más resistencias y dificultades, incluso burocráticas, de lo que imaginaba en la oposición. El inminente reajuste ministerial puede ser muy elocuente.
*De El País de Madrid. Especial para Página/12.