EL MUNDO › EN BRASIL, CUNHA DEMORó UN DíA LA INSTALACIóN DE LA COMISIóN QUE DEBE ANALIZAR EL PEDIDO DE IMPEACHMENT

Una maniobra rumbo al golpe blando

La oposición y los disidentes en el gobierno de Dilma tendrán tiempo para reagruparse. Y Cunha posterga su propio juicio.

 Por Eric Nepomuceno

Página/12 En Brasil

Desde Río de Janeiro

Luego de haber vivido un día de alta tensión y fuerte expectativa, Brasilia fue sacudida por otra maniobra del inagotable repertorio de artimañas del presidente de la Cámara de Diputados, Eduardo Cunha. Faltando poco más de media hora para que se agotase el plazo para que los partidos con representación en la Cámara baja indicasen los nombres de los integrantes de la Comisión Especial encargada de pronunciarse al pleno sobre la aprobación del pedido de apertura de un juicio político para destituir a Dilma Rousseff, Cunha postergó la sesión para las dos de la tarde de hoy. De esta forma, tanto la oposición como los disidentes y rebeldes de los partidos que teóricamente integran la base parlamentaria de apoyo al gobierno tendrán tiempo para reagruparse.

Hay un detalle importante: no por casualidad, el Consejo de Ética de la Cámara, que deberá determinar la apertura de un proceso a Cunha que seguramente resultará en la pérdida de su mandato, a raíz de una larga y variada serie de crímenes y delitos que él comprobadamente cometió, se reuniría exactamente a las dos de la tarde de este martes. Como el reglamento interno de la Cámara determina que cuando haya sesión plenaria ninguna comisión o consejo puede reunirse, el juicio a Cunha será aplazado por cuarta vez en cuatro semanas.

Alo largo del fin de semana tanto los que pugnan por la destitución de la presidenta Rousseff como los que defienden su mandato conquistado por el voto popular y asegurado por la Constitución prepararon sus respectivas estrategias de acción. En resultado de esta primera negociación era esperado para la tarde de ayer. Habrá que esperar al menos un día más.

Algunas agrupaciones tienen sus posturas ya establecidas. El Partido de los Trabajadores, del ex presidente Lula da Silva y de la actual mandataria, cerró columnas en su defensa, contando con la adhesión de grupos de izquierda y centroizquierda. La oposición, a su vez, concentrará esfuerzos para despachar a la presidenta de regreso a su casa. Poco importan sus 54 millones de electores, que superaron por una diferencia de casi 4 puntos los conquistados por su adversario, el senador Aécio Neves.

Para el Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), que pese al nombre sonoro no es una cosa ni otra, sino un ardoroso defensor de las tesis neoliberales implementadas durante las dos presidencias de Fernando Henrique Cardoso, lo único que importa es alcanzar, por la vía de un golpe en el Congreso, lo que las urnas electorales le negó en cuatro ocasiones consecutivas. Para eso, cuentan con el respaldo de dos partidos de derecha. Y en este punto surge la gran incógnita: ¿cómo se situará el Partido del Movimiento Democrático Brasileño, el PMDB, al cual pertenecen tanto el presidente de la Cámara, Eduardo Cunha, como el del Senado y del Congreso, Renan Calheiros, además del vicepresidente de la República, Michel Temer?

Vale recordar que tanto Cunha como Calheiros están denunciados ante la Corte Suprema por cobro de coimas y participación en escándalos de alta corrupción. El caso de Cunha está más avanzado, y su destino está sellado: o pierde el mandato por decisión de sus pares y va a dar con las costillas en la cárcel, o padece el mismo destino por decisión de la Corte Suprema. La investigación sobre Calheiros va más rezagada, y eso se explica por su larga trayectoria de experimentado negociador en las tinieblas, de los que no dejan pistas o pruebas (o creen no haberlas dejado).

Cunha, dispuesto a no morir solo, manipulará la Cámara a su libre albedrío, intentando al mismo tiempo postergar su fulminación y fulminar a la mandataria. Calheiros persistirá en un juego nebuloso: tanto puede favorecer como perjudicar a Dilma. Surge, entonces, el tercer y más grande misterio: ¿cómo se portará Michel Temer, quien, en caso de destitución de la mandataria, asumiría la Presidencia de la República?

Callado y discreto, él pasó el fin de semana y ayer reuniéndose con líderes empresariales y los más altos dirigentes de la oposición. No hizo ningún comentario, pero quedó claro, para analistas políticos y estrategas de Dilma, que su vice está estructurando la base de apoyo de lo que podrá ser su gobierno.

Al mismo tiempo, trata de auscultar su partido, el muy fraccionado PMDB. Si detecta que la mayoría apoyará la destitución de Dilma, se sumará a los rebeldes. Si ve un escenario nebuloso, mantendrá su silencio a espera de que el panorama se defina. De una manera o de otra, deja claro que no respalda a la mandataria amenazada.

Hasta las cinco y veinte y cinco de la tarde de ayer, el país estaba pendiente de la composición de la Comisión Especial de la Cámara que dará la primera decisión sobre el futuro de Dilma Rousseff. A aquella altura, la situación parecía

favorable a la presidenta: la mayor parte de los nombres indicados por los partidos para integrar la Comisión era de apoyadores de Dilma. Entonces, y bajo el silencio elocuente de Michel Temer, Eduardo Cunha decidió maniobrar.

La tensión irá en aumento: es que a los que defienden el golpe parlamentario Cunha les regaló toda una noche y una mañana entera para reagrupar fuerzas. Y, al mismo tiempo, logró aplazar una vez más la decisión sobre su propio destino

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Grupos de izquierda y de centroizquierda respaldan el mandato de Dilma Rousseff.
Imagen: AFP
 
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