Miércoles, 24 de febrero de 2016 | Hoy
EL MUNDO › OPINIóN
Por Emir Sader
La derecha tiene como obsesión buscar destruir las imágenes de los grandes líderes populares de nuestro tiempo. Argentina y Brasil, entre otros, conocen bien cómo esa obsesión se ha volcado hacia las figuras de Perón y de Vargas, como si su liderazgo dañara a la democracia, en lugar de fortalecerla y legitimarla.
La derecha cree que la izquierda sólo puede imponerse mediante liderazgos carismáticos, “populistas” en su lenguaje, que se erigirían como líderes mediante engaños, políticas de concesiones irresponsables desde el punto de vista macroeconómico, según ellos, sacrificando los intereses de la economía en función de su afirmación como líderes políticos. Hay teorías tan absurdas como las que buscan afirmar que Argentina habría entrado en un período histórico de decadencia con Perón, en lugar de exaltar la formidable democratización social del período histórico del peronismo en el poder.
Ahora, cuando América latina ha vuelto a desarrollar procesos de democratización social, a contramano de la hegemonía neoliberal a escala mundial, la derecha se empecina en atacar a los líderes de esos procesos, como si dependieran del liderazgo personal de cada uno de ellos. La destrucción de las imágenes de Lula da Silva, de Evo Morales, de Rafael Correa, de Cristina Fernández, según la derecha, frenaría la capacidad de esos países de seguir el camino de la democratización social.
¿Hay que preguntarse si Argentina era más democrática con la dictadura militar o con los gobiernos neoliberales o con los Kirchner? ¿El Estado tenía más legitimidad y prestigio con los militares o con la dictadura del mercado o cuando los derechos de la gente fueron reafirmados?
¿Bolivia era un país mejor, más estable, más democrático, con los gobiernos neoliberales de las dinastías blancas que dominaban un país mayoritariamente indígena o el prestigio del país, el apoyo popular, nunca fueron tan grandes como con Evo Morales?
¿Brasil, que era el país más desigual del continente más desigual, es un pais mejor, menos injusto, más integrado, que permite que la gente viva mucho mejor ahora o cuando los mercados y las grandes corporaciones privadas mandaban sin contrapunto en el país?
¿Ecuador vive el mejor momento de su historia bajo el gobierno de Rafael Correa o cuando era gobernada por las oligarquías representantes de las minorías?
Esos líderes populares han fortalecido las democracias en esos países, porque han integrado a las grandes mayorías, afirmando sus derechos, legitimando los Estados porque esas mayorías se sienten representadas en esos gobiernos, porque se han producido los períodos de mayor estabilidad y continuidad política bajo el liderazgo de esos dirigentes políticos.
¿Qué carácter tienen esos liderazgos populares? El de representar, de forma directa, los anhelos de la gran mayoría de la población, postergada por la política tradicional y sus formas corrompidas de elegir representantes, por el poder del dinero y de los medios privados de los medios de comunicación.
La derecha sólo logra dirigentes fuertes, que se basan en la fuerza y en la represión, como en los tiempos de las dictaduras. O presidentes con prestigio efímero, basados en planes económicos de corto plazo, promovidos por el marketing de los medios, hasta que caen inevitablemente en desgracia y sus nombres quedan asociados a lo peor de la política.
Mientras tanto, los líderes populares logran confrontar con los mecanismos corporativos en que la derecha sustenta su poder –Congresos elegidos en base a campañas financiadas con mucha plata, medios de comunicación monopólicos, grandes empresas privadas, entre otros–, para expresar, de forma directa, las necesidades de la masa de la población marginalizada por aquellos mecanismos de poder de la derecha. Por eso ganan tanta proyección, legitimidad, por ello gozan del apoyo popular que ningún líder de la derecha posee.
Lideres fuertes por el apoyo popular, por la legitimidad de sus gobiernos, hacen más sólidas las democracias y no las dañan. La derecha se empecina en campañas que buscan empañar la imagen de líderes como Evo Morales, Cristina, Lula, Rafael Correa, porque no tiene argumentos de fondo en contra de ellos. Saben que un pueblo sin líderes, sin autoestima, sin sentimiento nacional, es más fácilmente víctima del derrotismo que la derecha quiere imponer a nuestros pueblos y países, y hacer retroceder los logros obtenidos bajo el liderazgo de esos dirigentes en los últimos años.
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