EL MUNDO › DESPUES DE 9 MESES DE PERSECUCION, LOS NORTEAMERICANOS ATRAPARON A SADDAM
Cómo cayó el “Blanco de Alto Valor Nº 1”
Saddam Hussein, o “el Blanco de Alto Valor Nº 1” –según la terminología militar–, fue atrapado ayer en un pozo cerca de su feudo natal de Tikrit. La Casa Blanca y el gobierno británico festejaron su captura, que pone fin a nueve meses de busca en el Irak ocupado.
Por Kim Sengupta *
Después de tantos meses de intriga, sobornos y muertes en choques armados en búsquedas frenéticas, el fin fue sorprendentemente calmo. La desprolija figura con la barba enredada, encandilada por la luz de las antorchas en el polvo de su pozo oscuro, no ofreció resistencia. Saddam Hussein fue sacado de su escondite de seis metros de profundidad, “atrapado como una rata en un agujero”, de acuerdo con los exultantes norteamericanos. Fue un solitario final para Saddam, sin ningún guardaespaldas fedayín para protegerlo ni equipo alguno de rescate, sólo dos acompañantes que se escaparon para ser capturados después.
Saddam no usó la pistola Makarov que llevaba bajo su cinturón, ni los dos rifles semiautomáticos Kalashnikov AK 47 que tenía. Sin embargo, se lo inspeccionó en busca de cualquier cápsula de cianuro que podría haber tenido en su boca o escondida en su pelo desordenado antes de ser embarcado en un vuelo para ser interrogado. Anoche había informes de que ya había sido sacado de Irak. Saddam admitió quién era al entregarse, pero los norteamericanos tomaron muestras de saliva para confirmar que realmente se trataba del hombre que habían buscado por tanto tiempo. La captura fue proclamada como una gran victoria. Un general estadounidense en Bagdad había dicho apenas cayó la ciudad que “lo perseguiremos a donde vaya, seremos como los romanos con Aníbal”. Al final, los norteamericanos no tuvieron que ir muy lejos: 15 kilómetros al sudoeste de Tikrit, cerca de uno de sus palacios.
El camino al escondite de Saddam había sido largo y frustrante para Estados Unidos y sus aliados británicos. Poco después del fin oficial de la guerra, habían deducido que Saddam seguía en Irak. También estaban seguros de que se encontraba en la región de Tikrit con su gente, el clan Baijat de la tribu Albu Nasir.
Un equipo de fuerzas especiales estadounidenses había sido montado bajo el mando del coronel James Hickey con el único objetivo de atrapar a Saddam, el “Blanco de Alto Valor Nº Uno”, según la tortuosa terminología militar. Realizaron 400 operaciones y arrestaron a 200 personas, incluyendo a 10 miembros de la familia de Saddam. En una requisa, en una casa de campo al sur de Al-Awja, encontraron 58 millones de dólares en efectivo y joyas por valor de un millón, propiedad de su esposa Sajida.
Recientemente, varias veces lo habían perdido por poco. Pero Saddam seguía esquivo, en movimiento permanente. Varias veces, los soldados asignados a esta operación recibieron la versión de que lo habían perdido por apenas un día, o apenas unas horas. La semana pasada, el equipo del coronel Hickey, que previamente había repartido fajos de dólares en su base de Camp Raider, una casa de huéspedes construida por Saddam en una barranca que da al río Tigris, recibió información fresca sobre el lugar en el que se esperaba que estuviese el ex presidente iraquí. Diez hombres de Albu Nasir fueron arrestados, pero se cree que una de las “detenciones” fue para proteger la identidad del informante. De él vinieron datos más específicos, en particular sobre si el escondite estaba en o cerca de Ad Dawr.
El sábado a la mañana, Hickey informó a sus superiores que planeaba llevar a cabo una redada esa misma noche y tuvo el cuidado de decir que se podía tratar de otra pista falsa. Una tropa de 600 efectivos –una mezcla de fuerzas especiales, brigadas de reconocimiento y fuerzas aerotransportadas– comenzó la misión a las 10.56 de la mañana. El equipo de la brigada de combate del coronel Hickey tenía la orden de capturar o matar al “Blanco de Alto Valor”, pero no se le había informado si se podía tratar del “Nº 1”.
Se concentraron en dos granjas en las afueras de Ad Dawr, cuyos nombres en código eran Wolverine 1 y Wolverine 2 y daban a un denso bosque de palmeras, cerca del Tigris. La zona fue rodeada luego de que las tropas la vigilaran durante casi siete horas. Inmediatamente tomaron por asalto las granjas para descubrir que estaban vacías. Entre los dos edificios había una choza de adobe con techo de chapa, que también estaba vacía. Pero en el dormitorio encontraron ropa nueva, remeras todavía envueltas en papel de regalo, medias y sandalias. La cocina mostraba signos de una reciente comida. Justo cuando parecía que su presa había escapado una vez más, un grupo de soldados descubrió un “agujero de arañas” frente a la choza. Cuando miraron con detenimiento, descubrieron que la entrada estaba camuflada con macetas con plantas, tierra y alfombras. Las sacaron y allí encontraron un túnel angosto y vertical que llevaba a un pequeñísimo cuarto donde un hombre “apenas tendría lugar para mover los brazos”. Ese túnel se bifurcaba en uno más corto. También había un conducto de ventilación recién instalado para llevar oxígeno al interior.
Saddam, de 1,83 m de estatura, estaba tirado en el piso, y se puso en cuclillas cuando sus cazadores lo rodearon. En un túnel lateral había dos Kalashnikov y cerca de 750.000 dólares en billetes de 100. Pero no se veía ningún equipo de comunicación. En el camino de tierra entre las granjas los soldados habían encontrado un abollado taxi amarillo Toyota y dos botes amarrados en el río. Estaban allí para que Saddam se escapara, dijeron.
En una conferencia de prensa repleta de gente en Tikrit, el general Ray Odierno dijo que “es imposible que él pudiera defenderse donde estaba. Fue atrapado como una rata. Pienso que es bastante irónico que estuviera en un agujero en la tierra justo al otro lado del río donde construyó esos magníficos palacios”. Declaró que “en los últimos 10 días trajimos entre cinco y 10 miembros de estas familias que pudieron darnos más información y finalmente uno de ellos nos dio el dato más importante”. “Podría haber estado escondido en 100 lugares diferentes, en mil lugares como éste en todo Irak, y sencillamente se necesita encontrar a la persona adecuada para que te diga dónde podría estar”, explicó Odierno. “Los oficiales a cargo de la operación sabían que estaban detrás de un pescado gordo, pero no estaban completamente seguros de que encontrarían a Saddam. Estábamos buscando un BAV (blanco de alto valor), posiblemente el BAV número uno. Creíamos que era Saddam”, agregó.
El sábado a la noche, cuando el mundo todavía ignoraba la captura, Saddam fue exhibido en secreto frente a un grupo de norteamericanos e iraquíes en Bagdad. Uno de ellos era su ex viceprimer ministro, Tarek Aziz, también bajo custodia, que confirmó la identidad de su antiguo jefe. Otros eran rivales que ahora tienen el poder que les dio Estados Unidos. Adel Abdel Mahidi, un funcionario chiíta, dijo que Saddam se mostró “desafiante y sin ningún arrepentimiento. Cuando le dijimos ‘si ahora vas a la calle, vas a ver que la gente está celebrando’, él contestó ‘ésa es la chusma’. Cuando le preguntamos sobre las fosas comunes, contestó ‘son ladrones’”.
El teniente general Ricardo Sánchez, comandante de las fuerzas norteamericanas en Irak, describió a una figura menos arrogante. Dijo que Saddam estuvo “cooperativo y conversador. Un hombre cansado y resignado a su destino”. Entretanto, el general Odierno confirmó que Saddam fue traicionado por “un miembro de una familia cercana a él”. La recompensa que ofreció Estados Unidos por sus dos hijos, Uday y Qusay, era de 25 millones de dólares. El precio de la cabeza de su padre era el mismo, pero en las calles se rumoreaba que los cada vez más desesperados norteamericanos estaban preparados para pagar el doble.
En Bagdad y Basora hubo fiestas en las calles que duraron hasta la noche. Pero también había desesperanza y promesas de sangre y castigo. El mayor Odierno reconoció que Saddam no había estado dirigiendo la ola de violencia antinorteamericana y dijo que la resistencia continuará.
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
Traducción: Milagros Belgrano.