Jueves, 3 de marzo de 2016 | Hoy
EL MUNDO › FINALIZó SIN RESULTADOS EL PRIMER DEBATE DE INVESTIDURA PARA LA PRESIDENCIA DE ESPAñA
El candidato socialista no consiguió apoyos en el Congreso para llegar a la jefatura del gobierno. El líder de Podemos le recriminó “la traición” de su pacto con la derecha y Rajoy espera su fracaso para volver a postularse.
Por Flor Ragucci
Página/12 En España
Desde Barcelona
Confirmado, Pedro Sánchez tendrá que volver a someterse a votación si quiere ser el nuevo presidente de España. El debate de investidura acabó ayer, en su segunda jornada, con 130 votos a favor del socialista –los 89 de su grupo, los 40 de Ciudadanos y el de su socio Pedro Quevedo, de Nueva Canarias– y 219 votos, el resto de la cámara –Partido Popular (PP), Podemos y sus confluencias regionales, Izquierda Unida (IU), los partidos nacionalistas vascos y catalanes–, en contra. Sánchez, sin la mayoría absoluta que necesitaba, dispone mañana de una segunda oportunidad para intentar alcanzar una también poco probable mayoría simple, antes de que la cuenta regresiva hacia unas nuevas elecciones vuelva a empezar.
A juzgar por el duro enfrentamiento entre los principales partidos que marcó el debate de ayer en el Congreso, llegar un acuerdo que permita formar gobierno esta semana se presenta como una misión prácticamente imposible. El choque frontal entre todas las fuerzas políticas –excepto PSOE y Ciudadanos, quienes parecen vivir un idilio desde que la semana pasada firmaran su pacto de legislatura– fue una constante durante las casi diez horas que duró el Pleno, lo cual hace suponer que tampoco habrá mayoría simple para los socialistas mañana viernes y muy difícil será evitar unas nuevas elecciones el 26 de junio, fecha en la que, en teoría, acabaría el largo proceso iniciado con los comicios del pasado 20 de diciembre.
El primero en salir al campo de batalla fue el Partido Popular, con un furioso Mariano Rajoy que dirigió, principalmente, a Pedro Sánchez toda su artillería. No bien subió a la tribuna del Congreso, el todavía presidente en funciones anunció que votaría en contra de la investidura del socialista, acusándolo de “no haber movido un dedo” para formar Gobierno y de esperar que se le regale. “Lo que pretende hacernos creer es que si hoy no tenemos Gobierno será por culpa de todos los demás, que son los malos”, aclamó el líder del PP en una dura intervención plagada de descalificaciones.
Sarcástico, Rajoy acusó a Sánchez de erigirse como ganador pese a “haber logrado el peor resultado del PSOE” y de haber sido el PP el partido más votado. “Casi logra hacernos creer que el PP había perdido las elecciones y había ganado un tal señor cambio”, le lanzó en tono burlón para rematarlo con una especie de fábula que usó “para que hasta ustedes (los socialistas) puedan entenderlo”.
También fueron ridiculizados los intentos de Sánchez de articular una mayoría de izquierdas –“pensó que si otros perdedores lo habían conseguido usted también lo haría”, le dijo, en alusión a su viaje a Portugal– y atacó su búsqueda de apoyo de Podemos y otras fuerzas de izquierda al pacto con Ciudadanos, calificándolo de “rigodón con cambio de parejas”. El vocabulario arcaico y las referencias medievales con los que Rajoy plagó su discurso hizo explotar las redes sociales –y los diccionarios– a la vez que escenificó la enorme distancia que lo separa, en fondo y forma, de las nuevas propuestas políticas que se sientan ahora a su lado en el Congreso.
Mientras que el líder de los populares calificaba al acuerdo entre PSOE y Ciudadanos como “de limitada relevancia y presentado en una escenografía propia del pacto de los Toros de Guisando (un tratado firmado por los reyes de Castilla en 1468) que los niños estudiarán en las escuelas con el compromiso de Caspe (pacto entre los reinos de la Corona de Aragón en 1412)”, el secretario general de Podemos, Pablo Iglesias, arremetía contra la unión de Sánchez y Rivera en términos, al menos, del siglo XX. “Cuídese de la naranja mecánica”, le recomendó al socialista por Ciudadanos –partido que se identifica con este color– dado que “puede convertirse usted en la marioneta del poder”. Iglesias justificaba así su “no” a la investidura de Sánchez y explicaba en los primeros minutos de su debut en el Parlamento que el pacto entre PSOE y Ciudadanos significa para su formación “el impedimento a la marcha atrás de los recortes y la consolidación de las políticas del PP”. En señal de respeto a la tradición socialista y como remate a su argumentación, el número uno de Podemos recordó que se trata del partido de su abuelo “cuando ser socialista llevaba a la cárcel o al pelotón de fusilamiento y no a los consejos de administración de las grandes empresas”.
Sánchez también tuvo su turno de palabra en esta segunda jornada del debate de investidura. Como el martes, el candidato del PSOE recalcó que los números no dan para un Ejecutivo de izquierdas, dado que no está dispuesto a que este dependa de la abstención de Esquerra Republicana de Catalunya (ERC). “No voy a permitir que la gobernabilidad de España descanse en partidos independentistas”, declaró Sánchez en su réplica al líder de Podemos. “Nosotros tenemos una propuesta clara: que Mariano Rajoy deje de ser presidente del Gobierno hoy mismo con los votos de su grupo”, le instó Sánchez a Iglesias. “Soy consciente de que muchos socialistas votaron a Podemos porque pensaban que con usted se podía revitalizar la izquierda y que juntos podíamos cambiar España” –declaró el aspirante a la presidencia– “muchos de ellos no entienden su comportamiento, por qué va a votar en contra de un candidato socialista para que siga Rajoy. No es que no se pueda. Es que ustedes, sencillamente, no quieren”, concluyó, muy serio, Pedro Sánchez.
Podemos, al igual que las demás formaciones de izquierdas, cerraron sus intervenciones en el Congreso cediendo ante una posibilidad de tregua luego de horas (meses) de contienda. “Hoy le vuelvo a tender la mano”, expresó Iglesias a Sánchez. “Tras su fracaso negocie con nosotros un Gobierno con Izquierda Unida y Compromís [confluencia de Podemos en la Comunidad Valenciana]. No vete abstenciones. Deje de obedecer a los oligarcas. Deje de escuchar los cantos de sirena que le llevan al naufragio”, le pidió.
Los socialistas tendrán que pensárselo, tendrán que reconsiderar su pacto con la centro-derecha, tendrán que volver a hacer cálculos y revisar unas propuestas que no cosecharon en la Cámara baja ni un apoyo más que el de su propio grupo y el de su nuevo aliado, Ciudadanos. Del mismo modo, Podemos, deberá replantearse si, realmente, está dispuesto a un acuerdo con Sánchez o, como se vio durante el largo debate y todo el mes previo de negociaciones, las diferencias entre ambos son insalvables. Rajoy, por su parte, en su rincón, solo con quienes todavía lo defienden dentro de su partido, sepultado por casos de corrupción pero con una mayoría en las urnas que, pese a todo, lo mantiene operativo, aguarda el fracaso de Sánchez para volver a ser propuesto por el Rey como candidato a la presidencia. Este es el terreno desconocido que pisa España desde que el pasado 20 de diciembre el bipartidismo saliera derrotado en las elecciones y, tras dos legislaturas de mayoría absoluta del PP, a las fuerzas políticas les toque, por primera vez, sentarse a dialogar.
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