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Una ex profesora de 59 años, Linda Burney, hizo historia en las elecciones generales del sábado en Australia al convertirse en la primera mujer aborigen elegida en la cámara baja del Parlamento.

“Creo que es un momento realmente importante para Australia’’, dijo Burney ayer a la cadena ABC tras ser elegida por el Partido Laborista en el distrito de Burton.

En 2003 Burney ya había sido la primera en ser elegida en el parlamento regional del estado de Nueva Gales del Sur.

La población aborigen de Australia es víctima de pobreza y de la exclusión, que provoca niveles de educación, esperanza de vida y problemas sociales por debajo de la media australiana.

Tras una legislatura de sólo tres años, la coalición conservadora al frente del gobierno australiano perdió en las elecciones del sábado al menos 14 escaños, pero los resultados están tan ajustados que la comisión electoral no ha podido anunciar aún un vencedor.

El gobierno se habría asegurado 67 diputados, frente a los 71 que tendría la oposición laborista. Los resultados son provisionales, pues todavía falta por contar el voto por correo y los sufragios emitidos antes de los comicios en algunos locales.

Así, hasta el martes no está previsto que se anuncie el ganador. Hay 5 asientos que previsiblemente fueron a parar a partidos pequeños y 11 en los que el resultado está totalmente abierto. Para formar gobierno es necesaria una mayoría de 76 diputados, de los 150 que forman el Parlamento. Hasta ahora, la coalición gobernante tenía 90, frente a los 55 laboristas.

“Habríamos preferido un resultado más claro”, dijo el jefe de Gobierno, Malcolm Turnbull. “Confío en que la coalición logrará la mayoría”, añadió. En Australia el voto por correo beneficia tradicionalmente a los conservadores.

Por su parte, el líder de la oposición, Bill Shorten, celebró los 17 diputados que sumaron los laboristas como una victoria. “¡El laborismo ha vuelto!”, gritó ante sus entusiastas seguidores.

Mientras tanto, la policía está investigando un polémico mensaje de texto difundido el mismo día de las elecciones y que podría haber beneficiado a la oposición laborista. El SMS alertaba de que, en caso de victoria de la coalición del gobierno, ésta privatizaría los servicios sanitarios públicos Medicare. Muchos receptores pensaban que el mensaje procedía directamente de Medicare. “Desgraciadamente, esa mentira nos ha costado desgraciadamente votos”, afirmó Turnbull, que acusa de fraude a la oposición.

Turnbull asumió la Jefatura del Gobierno en septiembre, tras derrotar al entonces jefe de Gobierno Tony Abbott en una votación interna por el liderazgo del Partido Liberal. Algo que se está convirtiendo en tradición en Australia, pues desde 2013 el jefe de Gobierno ha sido derrocado en tres ocasiones por polémicas internas, dos de ellas laboristas.

La coalición del primer ministro australiano, el liberal Malcolm Turnbull, y el opositor Partido Laborista, de Bill Shorten, comienzan a negociar hoy ante la posibilidad de que ninguno obtenga la mayoría para gobernar tras los comicios del sábado.

Los candidatos independientes Andrew Wilkie y Cathy McGowan han conseguido un escaño cada uno y los Verdes, otro, al igual que Katter’s Australian Party (rural, fundado en 2011 por el político Bob Katter) y Nick Xenophon Team (centro, fundado en 2013 por el senador Nick Xenophon).

Quedan por adjudicarse siete escaños, que podrían conocerse la próxima semana o demorarse hasta un mes, según la Comisión, dado lo ajustado de los resultados.

Pese al resultado provisional, que lo coloca segundo, por detrás de Shorten, Turnbull se mostró hoy confiado en que conseguirá la mayoría necesaria para gobernar porque los votos anticipados y por correo tienden a favorecer a su formación.

“El Partido Liberal ha sido mucho más fuerte que el Laborista en la organización de las campañas del voto por correo en los comicios recientes”, indicó el analista Antony Green.

Turnbull confirmó a la prensa que ha comenzado a tantear las posibles alianzas con vistas a formar gobierno, porque, según detalló, la coalición “siempre buscar trabajar constructivamente con todos los miembros del Parlamento”.

Shorten hace lo propio, pero descartó cualquier tipo de acuerdo con el Partido Verde, formación que ha sido en el pasado un aliado natural. “Vamos a mantener nuestra promesa. No formaremos ningún acuerdo de coalición con los Verdes. Ellos lo entienden”, manifestó el líder laborista en Melbourne.

Los independientes Andrew Wilkie y Cathy McGowan han descartado en sus primeras declaraciones participar en un gobierno de los conservadores o de los laboristas. El legislador Bob Katter, por su parte, prepara su lista de demandas y espera hablar con los otros representantes de los partidos minoritarios que han conseguido presencia parlamentaria.

El senador Nick Xenophon confirmó que ha dialogado con Turnbull tras los comicios, pero no con Shorten, aunque se lleva bien con ambos.

“Queremos hacer lo correcto y asegurarnos de que seguimos los compromisos adoptados con tantos australianos”, señaló Xenophon, quien antes había dicho que apoyará al “que pueda formar un gobierno estable y nos escuche”.

La posibilidad de que se gobierne en minoría revive la situación de 2010, cuando la laborista Julia Gillard obtuvo los mismos votos que los conservadores en las urnas pero logró pactar con el Partido Verde y varios independientes y fue nombrada primera ministra. Los gobiernos en minoría son raros en Australia, donde la coalición conservadora y el laborismo se han alternado en el Ejecutivo periódicamente. Para encontrar uno hay que remontarse hasta 1940, cuando el gobierno de los liberales sólo duró un año y medio.