Viernes, 12 de agosto de 2016 | Hoy
EL MUNDO › HABíAN LLEGADO A ITALIA TRAS LA VISITA DE FRANCISCO A LA ISLA DE LESBOS EN GRECIA
Como parte de su política frente a la inmigración, el papa Francisco recibió dibujos por parte de los niños, a quienes regaló juguetes y otros objetos. El Papa ya tuvo otros gestos de acercamiento hacia el conflicto de los migrantes.
El papa Francisco invitó a comer en su residencia en el Vaticano, la Casa Santa Marta, a 21 refugiados sirios que fueron trasladados a Italia después de que el pontífice visitara la isla griega de Lesbos en abril, informó el portavoz del Vaticano, Greg Burke. Se trata de familias que reciben asistencia diaria en Roma por parte de la Comunidad de San Egidio y que viajaron a la capital italiana en dos vuelos: un primero en abril, cuando el pontífice subió en su avión a doce refugiados al finalizar su visita a Lesbos, y un segundo vuelo en junio.
Jorge Bergoglio almorzó con estos 21 refugiados sirios y conversó con ellos sobre el inicio de su vida en Italia. Como gesto de agradecimiento, el papa Francisco recibió dibujos por parte de los niños, a quienes regaló juguetes y otros objetos. En el encuentro también estuvieron presentes el sustituto de la Secretaría de Estado, el arzobispo Angelo Becciu, el fundador de la Comunidad de San Egidio, Andrea Riccardi, el comandante del cuerpo de la Gendarmería, Domenico Giani, y dos gendarmes que colaboraron en el traslado de las familias de Lesbos a Italia.
El pasado abril, el papa Francisco visitó la isla griega, donde conversó con numerosos refugiados sirios y de otras nacionalidades. Tras su paso, de apenas unas horas, el pontífice argentino admitió que la situación “era para llorar”.
A principios de mes, Francisco escribió una carta al equipo olímpico conformado por refugiados. “Quiero haceros llegar mi saludo y mis deseos de éxito en estas Olimpiadas. Que el coraje y la fuerza que llevan dentro pueda expresar a través de estos Juegos Olímpicos un grito de fraternidad y de paz”, rezó la misiva, publicada por Radio Vaticano.
El pontífice manifestó su deseo de que la humanidad, con el ejemplo de estos deportistas refugiados, pueda comprender que la paz es posible, que con a paz se puede ganar todo. “Por el contrario, con la guerra, todo se pierde. Deseo que su testimonio nos haga bien a todos. Rezo por ustedes y, por favor, les pido que recen por mi. Que Dios los bendiga”, concluyó Francisco.
Este equipo de refugiados desfiló bajo la bandera olímpica en el estadio de Maracaná, en Río de Janeiro, y está compuesto por un total de diez atletas, seis hombres y cuatro mujeres. Se trata de dos nadadores sirios, dos yudocas de la República emocrática del Congo y seis corredores provenientes de Etiopía y Sudán del Sur, todos ellos con el común denominador de haber huido de la violencia en sus países para buscar refugio en otros Estados.
El Papa ya tuvo otros gestos de acercamiento hacia el conflicto de los migrantes que escapan de países en guerra. Una decena de refugiados africanos se sentaron junto a él durante la celebración de una audiencia general a fines de junio en la Plaza de San Pedro. Los refugiados se ubicaron en el suelo, cinco a un lado y otros cinco al otro, junto al lugar donde lo hace el papa durante las audiencias y sosteniendo en sus manos pequeñas banderas con los colores blanco y amarillo del Estado vaticano.
“Hoy me acompañan estos chicos. Muchos piensan que era mejor si se quedaban en su tierra, pero allí sufrían tanto”, dijo el papa al señalar a los africanos. Y agregó: “Son nuestros refugiados, pero muchos los consideran excluidos. Por favor, son nuestros hermanos. El cristiano no excluye a nadie, deja sitio a todos, dejémoslos venir a todos”.
Francisco dedicó su catequesis al encuentro de Jesús con el leproso y que sirvió para exponer la necesidad de rechazar todos los prejuicios humanos, así como la invitación a no tener miedo de acercarnos y tocar al pobre y al excluido, porque en ellos está el mismo Cristo. El pontífice se mostró siempre muy sensible ante la crisis de refugiados en Europa y ha llegado a calificarla como la peor catástrofe humana desde la II Guerra Mundial.
Además de sus visitas a dos lugares símbolos del drama de la migración a Europa como las islas de Lampedusa, en Italia, y de Lesbos, en Grecia, Francisco también realizó gestos más concretos como alojar a familias sirias en el Vaticano.
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