Jueves, 18 de agosto de 2016 | Hoy
EL MUNDO › LUEGO DE LA TENSIóN POR EL RECHAZO PAPAL A UN EMBAJADOR FRANCéS HOMOSEXUAL
Las diferencias entre ambos jefes de Estado alcanzaron su punto más alto cuando Francisco no aprobó como embajador a un diplomático abiertamente gay. La brecha empezó a cerrarse cuando el Papa se solidarizó por el asesinato del cura de Rouen.
Por Elena Llorente
Página/12 En Italia
Desde Roma
El presidente francés François Hollande fue recibido en visita privada ayer por el papa Francisco en su estudio de la Sala Paulo Sexto del Vaticano.
No es la primera vez que Hollande y Francisco se ven. La primera fue en 2014. Pero este encuentro tiene un particular significado, luego de varios meses de malos entendidos entre el gobierno francés y el Vaticano por el rechazo de parte de la Santa Sede de un embajador y después del acercamiento a partir del llamado del Papa solidarizándose con el pueblo francés y enviando sus condolencias por el asesinato, hace tres semanas, del sacerdote Jacques Hamel, párroco de Rouen.
Al salir de la iglesia San Luis de los Franceses –la iglesia oficial francesa en la capital italiana– donde había una imagen del padre Hamel y donde Hollande rindió homenaje a las víctimas del terrorismo poco antes de ir al Vaticano, el presidente dijo a los periodistas que con Francisco quería conversar sobre “libertad religiosa, secularismo y unidad con respeto hacia cada uno”. Y agregó que el “mensaje francés de secularismo tiende a unir, no a provocar heridas. La República debe defender el derecho de creer pero también de no creer” de sus ciudadanos. “Cuando una figura religiosa es asesinada, también la República ha sido profanada”, agregó el presidente. Hollande indicó además que estaba en Roma también para agradecerle al pontífice su “solidaridad” por el asesinato del anciano sacerdote. “Las palabras del Papa fueron muy reconfortantes”, dijo el presidente, que en ocasión de aquella desgracia recibió una llamada telefónica de Francisco desde el Vaticano. “Me confió que se sentía como un hermano de todos los franceses”, contó.
La audiencia duró en total cerca de una hora y 45 minutos y el coloquio privado fue de unos 40 minutos, informó la Santa Sede. Fue un momento importante después de los malos entendidos del último año, entre otras cosas por el rechazo por parte de la Santa Sede de un embajador homosexual francés. No salieron a relucir decisiones específicas del Vaticano diciendo, por ejemplo, que no concedía el placet, que por otra parte la Santa Sede –como cualquier Estado– debe dar para que un embajador pueda tomar posesión de su cargo. Pero el silencio decía todo, pese a que se trataba de un diplomático que había sido el número dos de la embajada francesa ante el Vaticano de 2001 a 2005.
Al final, en abril el gobierno de Hollande decidió nombrar a otra persona como embajador, Philippe Zeller, que ayer acompañó al presidente junto al ministro del Interior, Bernard Cazeneuve, en el primer momento de la audiencia privada. Las divergencias sobre el embajador marcaron ciertas distancias entre los dos Estados. Y si bien ahora hubo un acercamiento, persisten diferencias entre los dos jefes de Estado, entre otras cosas, a nivel religioso-político.
A diferencia del Papa, que insiste en decir que “no es verdad y es injusto afirmar que el Islam es terrorista”, exponentes del gobierno francés no parecen muy convencidos de que la región musulmana sea igual a las otras y pueda tener su identidad. Al menos eso dio a entender el primer ministro francés Manuel Valls, que aplaudió la prohibición de algunos municipios franceses, como medida antiterrorista, del burkini (de burka y bikini), una especie de vestimenta completa, incluida la cabeza, que usan las musulmanas para meterse al mar o a las piscinas. El burkini, según Valls, es la “expresión de una ideología basada en la servidumbre de la mujer”. Para el ministro del Interior italiano, Angelino Alfano, en cambio, una prohibición como ésa “podría provocar nuevos atentados”.
Hollande, que luego del Papa se encontró con el número dos de la Santa Sede, el secretario de Estado vaticano, cardenal Pietro Parolin, estará de nuevo en Italia el lunes para un encuentro en la isla de Ventotene –famosa porque en el período fascista por su cárcel pasaron grandes personajes de la historia italiana como el ex presidente socialista Sandro Pertini–, con el primer ministro Matteo Renzi y la premier alemana, Angela Merkel. Los temas candentes son terrorismo, brexit e inmigración, en un clima enrarecido luego de que el Estado Islámico lanzara una nueva amenaza por Internet contra varios países europeos, Italia entre ellos. Los tres mandatarios harán una rueda de prensa en una nave de la marina militar a última hora del lunes.
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