EL MUNDO › UN ROMANCE QUE DESEMBOCO EN SANGRE E INCERTIDUMBRE
El novio reapareció, la novia aún no
Por Carmen Morán *
Desde Madrid
Puede que Andrean y Kalina se casen el 15 de mayo. Puede que vayan a la embajada de Bulgaria en Madrid vestidos con los trajes de boda que ya se han comprado y que después celebren su banquete en un restaurante de Carabanchel. Todo estaba ya previsto. Ahora, el novio “respira con una máquina, un hierro le golpeó el pecho y sus pulmones no están muy bien; las piernas están en peligro. No se sabe si cortarán”. Su familia no se mueve del Gregorio Marañón, a ratos se sientan, a ratos lloran. Uno de sus amigos está hecho un manojo de nervios; el otro, Anko Gabriello, es el único que saca valor para contar la historia de Andrean.
Los dos nacieron en Lykovit, un pueblo donde hubo una fábrica textil que ahora está cerrada. La familia de Anko y la de Andrean se vinieron a España a trabajar en la construcción, y los dos muchachos, de 22 años, hicieron lo mismo cuando cumplieron con el ejército. Llegaron en 2001. “Andrean es más alto y fuerte que yo, es blanco, rubio, sí; vive en Torrejón; él siempre iba a Madrid en autobús, pero ese día fue con su novia en el tren porque tenía una cita”. Anko y Andrean quieren quedarse en España para siempre, no le ven futuro a Bulgaria. “Dicen que cuando entre en la UE...” Los fines de semana van al cine y a tomar algo. Les gusta el clima, “por lo menos no hay nieve”. Pero extrañan a los amigos de su país: “Eramos 10 y tres de ellos estamos aquí”. Anko dice que desde que Andrean se echó novia no lo conoce. “Ella es búlgara pero la conoció en España, hace año y pico. Antes era muy loco, bebía mucha cerveza, por eso tiene tanta panza. Ahora ha sentado la cabeza”, ríe. ¿Y Kalina Dimítrova? Es rubia, 1,60, 50 kilos, 30 años, “trabaja de camarera en Atocha, creo”. La han buscado en todos los hospitales. “Un amigo ha ido a llevar un peine para que hagan las pruebas de ADN.”
* De El País de Madrid. Especial para Página/12.