EL MUNDO › ELIGIERON A UN NUEVO PRESIDENTE, MIENTRAS SEGUIAN LOS ATENTADOS
Golpe por golpe bajo la ocupación
En un nuevo golpe de mano dentro del Irak ocupado, un empresario sunnita fue encumbrado como el nuevo presidente interino que tomará las riendas del país tras la devolución del poder formal por los norteamericanos el 30 de junio.
Por Patrick Cokburn y Justin Huggler *
Desde Bagdad
La elección del jeque Ghazi Mashal Ajil al Yawer ayer como el presidente interino iraquí es una señal de que los árabes sunnitas están comenzando a recuperar la influencia política de que gozaban bajo el gobierno de Saddam Hussein. Sin embargo, mientras se nombraba a las autoridades de lo que sería un nuevo orden en Irak, la violencia estalló cuando la resistencia hizo explotar una bomba en la sede del partido kurdo en Bagdad, causando 25 víctimas.
Al Yawer, de 46 años, es un hombre de negocios sunnita del norte de Irak que pertenece a los Shammar, una de las tribus iraquíes más importantes, también presente en otros países árabes. Al Yawer nació en 1958 –el año en que el ejército iraquí derrocó y masacró a la familia real e instauró un régimen republicano contra el cual hubo una revuelta al año siguiente–. A mediados de la década de los 80, Al Yawer se mudó con su familia a Arabia Saudita, donde estudió ingeniería en la Universidad del Petróleo y Minerales. Cursó estudios en EE.UU. y fue ejecutivo de una compañía de tecnología en Arabia Saudita. No se involucró con la oposición a Saddam Hussein y sólo regresó a Irak luego de su derrocamiento por las fuerzas norteamericanas el año pasado. Como miembro del Consejo de Gobierno iraquí, fue lo suficientemente crítico con EE.UU. como para mantener su credibilidad frente a los iraquíes sunnitas, a pesar de que su rival por la presidencia, el octogenario ministro de Exterior Adnan Pachachi, había gozado de más popularidad. Al Yawer tiene, además, la ventaja de que posee una base política en su natal Mosul y que su tío es jefe de la tribu Shammar.
La elección de Al Yawer como presidente, consecutiva a la selección de Iyad Allawi como primer ministro del gobierno interino, fortalece a los sunnitas por sobre los chiítas. Ya que, si bien Allawi es un chiíta y fue anteriormente miembro del partido Baas, su organización, el Congreso Nacional Iraquí, tiene entre sus miembros, mayoritariamente, a ex oficiales sunnitas del ejército iraquí y de las fuerzas de seguridad. No tiene ningún respaldo de los líderes religiosos chiítas y, a diferencia de los partidos religiosos chiítas, del Consejo Supremo para la Revolución Iraquí en Irak (SCIRI), y de Dawa, no tiene relación alguna con Irán.
La gran desventaja de que Al Yawer sea elegido presidente, desde el punto de vista norteamericano, es que será menos predecible y más difícil de controlar que Pachachi, un diplomático de vasta experiencia. Por otro lado, Al Yawer podría usar sus contactos con Arabia Saudita, Siria y Jordania para ganar algún grado de aceptación en la comunidad árabe.
El hecho de que el nuevo presidente no haya sido parte de la oposición en el exilio, tan poco grata para la mayoría de los iraquíes, podría también ser uno de los motivos que cimienten su popularidad. Al Yawer fue un crítico encarnizado del ataque de marines norteamericanos en Faluja en abril. Pero, independientemente de todo esto, la debilidad del gobierno interino radicará en su dependencia militar de EE.UU. El viejo Consejo de Gobierno Iraquí, que fue disuelto ayer, resultó desacreditado por su falta de poder real sobre la seguridad y la economía.
Allawi y el nuevo presidente intentarán captar a parte de los opositores sunnitas a la ocupación norteamericana para romper la resistencia armada. Varios críticos alegan que Allawi fue miembro de las fuerzas de seguridad de Saddam Hussein cuando era estudiante de la Escuela de Medicina en Bagdad, en los ’60. Luego de migrar su fidelidad hacia Gran Bretaña en los ’70, fue respaldado por el MI6 y la CIA. Se espera que líderes chiítas seculares y religiosos se opongan al nombramiento de Al Yawer, así como también Irán. El gobierno interino intentará conseguir que sus vecinos árabes dispongan de sus fuerzas de seguridad en las fronteras para cerrarle el paso a la resistencia antinorteamericana.
Por otro lado, se suponía que el día de la elección del gobierno interino sería el día en que los norteamericanos verían la luz al final del túnel de la ocupación iraquí. Pero, aun si el gobierno interino asumiera la soberanía al finalizar el mes, existen severas señales de las dificultades que se esperan. Paul Bremer, administrador norteamericano en Irak, resultó humillado cuando su candidato favorito, Anan Al Pachachi, rechazó su invitación de convertirse en el primer presidente después de Sa-ddam Hussein, forzando a Estados Unidos a colocar al hombre que trataban de evitar, Sheik Ghazi Al Yawer. Mientras se producía el regateo por las concesiones políticas, la insurgencia dio su veredicto con la explosión de un coche bomba en que murieron 25 personas en los cuarteles estadounidenses del partido kurdo en Bagdad. Inmediatamente después de que hubiera explotado, un mortero aterrizó en los cuarteles norteamericanos de la capital, en la Zona Verde, y una gran nube de humo negro se cirnió sobre la ciudad.
Ayer fue el día en que los “lacayos” se rebelaron: primero cuando el Consejo Gubernamental iraquí insistió en que fuera un hombre de ellos el electo para la presidencia, y en segundo lugar, cuando el nuevo gobierno interino reclamó el poder real de su país.
* De The Indsependent de Gran Bretaña, especial para Página/12.
Traducción: Alicia B Nieva.