SOCIEDAD
Dos secuestradores de Macri, libres de culpa por haber sido torturados
Formaban parte de la “banda de los comisarios”. Ahora la Cámara Federal decidió liberarlos porque los policías que investigaron el caso de Macri les arrancaron la confesión bajo tormentos.
Por Horacio Cecchi
Un fallo de la Cámara Federal porteña absolvió a dos de los integrantes de la “banda de los comisarios”, responsabilizada por cinco secuestros entre el ’78 y el ’91, el último, de Mauricio Macri. Los ex suboficiales de la Federal Juan Carlos Bayarri y Carlos Alberto Benito, que habían sido condenados en agosto de 2001 a perpetua y a 11 años, respectivamente, fueron liberados de culpa y cargo. Los camaristas Gabriel Cavallo y Horacio Vigliani utilizaron la doctrina del “fruto del árbol venenoso”: todas las pruebas acusatorias contra los ex policías se sostenían en sus confesiones. Y sus confesiones fueron arrancadas del modo más rápido y eficiente: la tortura, con lo que todas las acusaciones son inválidas. El juez que dictó la condena, Rodolfo Canicoba Corral, no tuvo en cuenta que los federales que investigaron el secuestro de Macri –entre los que se encuentra el ex jefe de Delitos Complejos Carlos Sablich– están procesados por torturas a los dos detenidos, ni la intervención de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. Canicoba no tuvo en cuenta otra doctrina, la del “árbol de los frutos podridos”: una banda de federales que aprendió a secuestrar durante la dictadura fue investigada por otra, también de federales, que siguió los cánones de la misma escuela.
El 9 de agosto de 2001, el juez federal porteño Rodolfo Canicoba Corral condenó al ex subcomisario de la Federal José “El Turco” Ahmed y a los ex suboficiales Juan Carlos “Pelado” Bayarri y Miguel Angel “Jopo” Ramírez a reclusión perpetua. En la misma resolución, sentenció al comerciante Ramón Osmar Avalos a 15 años; al ex suboficial Carlos Alberto Benito a 11 años; al ex mayor carapintada Héctor Daniel Ferrer a 8 años; y al comisario mayor Raúl González a 5 años. Los comisarios Juan Carlos Arza y Luis Hugo Andersen fueron absueltos. El nada forzado mote de la Banda de los Comisarios pasó a ser referencia de los secuestros probados de Karina Werthein (14 de junio del ’78), Rudi Apstein (7 de noviembre del ’79), Julio Dudoc (19 de noviembre del mismo año y cuyo cadáver jamás fue hallado), Sergio Meller (13 de noviembre del ’84) y Mauricio Macri (25 de agosto del ’91).
La sentencia de Canicoba no sólo fue apelada sino que existe una causa paralela, en el juzgado de Luis Alberto Zelaya, contra una decena de federales que integraban Defraudaciones y Estafas por privación ilegítima de la libertad y torturas. Entre ellos figura el comisario inspector retirado Carlos Sablich, ex jefe de Delitos Complejos. La causa aún se encuentra en trámite, aunque muy particular: tres veces Zelaya sobreseyó a los policías y las tres veces la Sala VII de la Cámara del Crimen revocó sus fallos y ordenó que profundizara las investigaciones: médicos policiales, de las unidades penales, forenses, y hasta un enfermero daban pruebas de las torturas: a Benito le bajaron tres dientes a trompadas, le clavaron pinches debajo de las uñas y le sumergieron la cabeza en un tacho con agua. A Bayarri lo alojaron en el ex Olimpo y le aplicaron picana igual que a su padre, lo que le provocó el estallido de un tímpano. Ramírez también denunció torturas, pero no pudieron probarlas.
Tan eficaz sistema de investigaciones terminó, después de doce años y medio de detención, poniendo en duda su propia eficacia: nada de lo hecho servía. Bayarri y Benito confesaron la estructura de la banda, según les fueron apuntando los investigadores después de “ablandarlos”. En esas condiciones, los dos detenidos hubieran acusado hasta a sus propias madres. En el Olimpo, Bayarri dijo haber reconocido las voces de los entonces oficiales Gutiérrez y Sablich entre sus torturadores. Según consta en el fallo de la Cámara, Benito declaró que “Sablich le dijo que tenía que declarar lo que había aprendido porque era capaz de ir a buscar a su esposa y matarla delante de su hijo”.
Cavallo y Vigliani consideraron la doctrina del “fruto del árbol venenoso”, donde todos los frutos surgidos del mismo tronco están viciados. Como no existió otra investigación que llegara a probar la culpabilidad de Benito y Bayarri siguiendo otras pruebas que sus declaraciones, los camaristas declararon la nulidad de lo actuado en sus casos y su inmediata libertad. El Turco Ahmed vio reducida su condena de perpetua a 24 años, pero con la aplicación del 2 por 1 sumado, también quedó libre por cumplimiento de condena. En cuanto a Ramírez (ver aparte), su perpetua pasó a una condena de 22 años, con lo que le quedarían por cumplir 1 año y 7 meses y habilitado a una libertad condicional. Avalos fue absuelto del secuestro de Meller, pero condenado por el de Macri a 12 años, aunque deberá quedar libre porque la semana pasada, al momento del fallo de los camaristas, llevaba 12 años y 6 días. El carapintada Ferrer pasó de los 8 años a los 7. Respecto de González, la Sala I entendió que “la condena se basa en meras sospechas que no pudieron ser corroboradas por ninguna prueba directa”, con lo que se lo absolvió de culpa y cargo. Las absoluciones sobre Arza y Andersen fueron confirmadas por los camaristas.
El fallo de la Cámara seguramente será apelado, al amparo del endurecimiento en boga. Más allá de la polémica que desatará el fallo, es obvio que en el caso de la Banda de los Comisarios, la escuela del delito y su investigación tiene su marca en el orillo.