EL MUNDO › EL GOBIERNO ALIADO DE ESTADOS UNIDOS IMPUSO UN ESTADO DE SITIO GENERALIZADO

Hora de mano dura en el “nuevo Irak libre”

Ley marcial, toque de queda, veda de manifestaciones, restricciones de desplazamiento, interferencia de teléfonos y mails y congelamiento de cuentas bancarias forman parte de la batería de medidas impuestas ayer por el gobierno aliado a EE.UU.

Por Robert Fisk*
Desde Bagdad

Diecisiete meses después de la invasión angloamericana en la que el presidente Bush prometió llevar la democracia a Irak, el primer ministro aprobado por Estados Unidos, Iyad Allawi, introdujo ayer una legislación que permite a las autoridades iraquíes imponer la ley marcial, toque de queda, veda de manifestaciones, restricción de desplazamiento, interferencia de teléfonos, intercepción de mails y congelamiento de cuentas de banco. Varios líderes militares serían designados para regir algunas áreas de la región. Una reinstalación temporaria de la pena de muerte de tiempos de Saddam es también probable. Desde ahora, Irak ya empieza a parecerse a cualquier otro país árabe.
La insurgencia, a la cual las leyes apuntan romper, abrió fuego en el centro de Bagdad justo antes de que la nueva legislación fuera anunciada. Increíblemente, el combate se inició en la calle Haifa, una de las vías públicas más transitadas, cercana al río Tigris, en tanto hombres armados atacaron a la policía iraquí y a las tropas. Misiles lanzados desde helicópteros norteamericanos a la altura de los techos prendieron fuego a un edificio. Las balas silbaban a lo largo del Tigris y al menos tres soldados –supuestamente iraquíes– murieron cerca de la orilla del río.
La violencia en la capital era ayer imposible de esquivar. Comenzó con una serie de ataques de morteros en una área amurallada donde funcionarios del gobierno viven bajo protección norteamericana. Uno de los morteros cayó sobre la casa de Allawi; otro explotó al lado de una clínica médica cerca de las oficinas centrales del partido. El eco de la explosión resonó en la ciudad. Una bomba en una camioneta, en un fardo junto con granadas de metralla y proyectiles de mortero, fue desactivada cerca de las oficinas centrales durante la mañana.
Mientras conducía hacia las afueras de Bagdad, pude ver el humo y la ráfaga de expansión explosiva cerca de una escolta norteamericana.
Tropas norteamericanas cerraron luego todos los puentes de las autopistas en el área, en un intento desesperado de proteger la fila de camiones y proveedores que circulaba hacia la ciudad desde el oeste. Embotellamientos de vehículos se extendían por kilómetros a lo largo de Bagdad en un calor de 50 grados.
Muchos iraquíes podrían inicialmente acoger con beneplácito las nuevas leyes. La seguridad –o la falta de ésta– ha sido uno de los mayores temores desde que el ejército norteamericano permitió a miles de saqueadores registrar y robar en Bagdad tras la invasión. El pueblo iraquí ha vivido, de todos modos, bajo la duras leyes de seguridad por más de dos décadas bajo el gobierno de Saddam. Pero la nueva legislación puede haber llegado muy tarde para salvar el nuevo Irak. Vastas áreas de Irak ya están bajo el poder de la insurgencia. Cientos de hombres armados controlarían Samarra (al norte de Bagdad), Faluja y Ramadi –donde cuatro marines norteamericanos murieron el martes–, las cuales son ahora virtualmente repúblicas autónomas.
Bakhityar Amin, el nuevo ministro de Justicia y Derechos Humanos, fue el elegido para anunciar la nueva legislación marcial. “Las vidas del pueblo iraquí están en peligro, en peligro desde fuerzas malignas, de brigadas y terroristas”, dijo. “Nos damos cuenta de que la ley puede restringir algunas libertades, pero hay un número de garantías. Hemos tratado de garantizar justicia y derechos humanos.” La legislación era necesaria para combatir a los insurgentes que han estado “obstruyendo a los empleados gubernamentales de asistir a sus trabajos, y a los empleados expatriados de entrar al país para ayudar a reconstruir Irak, y han intentado descarrillar las elecciones generales”.
Pero allí, por supuesto, reside la controversia. La ley marcial está siendo introducida por un gobierno no elegido en nombre de la “democracia”. Y si, como muchos iraquíes creen, la continua presencia del ejército norteamericano mantiene la violencia, entonces el apoyo militar norteamericano a la nueva batería de leyes sólo puede avivar a la inflamable insurgencia. El lunes, por ejemplo, el gobierno de Allawi reconoció que había provisto de “inteligencia” a las fuerzas aéreas norteamericanas antes del bombardeo aéreo sobre la casa en Faluja en el que murieron 15 personas. Como es usual, los norteamericanos aseguraron que los muertos eran “terroristas”. La mayoría de los cuerpos estaban despedazados, excepto los cuerpos de tres de mujeres y un niño. Hubo, luego, inmediatas reacciones de llamamiento a derrocar la administración de Allawi.
Irak, de este modo, entró ayer en otro fatal capítulo en su historia, que no parece ser muy democrática.

* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
Traducción: Alicia Beatriz Nieva.

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Tropas estadounidenses aseguran un distrito de Bagdad tras la explosión de un coche bomba.
 
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