EL MUNDO › EL PENTAGONO Y LA CIA RECHAZAN LA CENTRALIZACION

La guerra de la inteligencia

El jefe del Pentágono, el titular del Estado Mayor Conjunto y el director de la CIA se rebelaron ayer contra las recomendaciones del comité del 11S, que pidió la creación de un “zar” de la inteligencia.

La inteligencia se tiene que modernizar, en eso están todos de acuerdo. Lo que se discute es cómo y cuándo llevar a cabo las reformas y, sobre todo, quién va a manejar la plata. Funcionarios del Pentágono y el director interino de la CIA, John McLaughlin, pidieron ayer cautela al Congreso en la reforma de los servicios de espionaje de Estados Unidos, para evitar que al corregir un problema se creen otros. El blanco común es la figura de un superfuncionario que controle todos los servicios de inteligencia.
El secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, dijo que comprende la urgencia de reformar el sistema —cuya estructura data de la década del ’40— para responder a la amenazas terroristas del siglo XXI, pero expresó dudas sobre la eficacia de una centralización del poder. El jefe del Estado Mayor Conjunto, el general Richard Myers, se hizo eco de las declaraciones de Rumsfeld al indicar que “debemos proceder con cautela y cuidarnos de no crear nuevos problemas”. Desde su puesto como director interino de la CIA, McLau- ghlin ha reiterado en el pasado que ese cargo sólo aumentaría la burocracia federal. McLaughlin defendió las acciones de la CIA desde los atentados de 2001 y se quejó de la “caricatura” y el estereotipo que persisten sobre los continuos problemas de su agencia. “La imagen que muchos tratan de perpetuar, de una comunidad de inteligencia que no comparte información o no trabaja de forma conjunta, no es la comunidad que yo dirijo”, enfatizó McLaughlin.
El Comité de Fuerzas Armadas del Senado ayer analizó durante una audiencia las implicaciones de la reforma de los servicios de inteligencia en las operaciones militares de Estados Unidos, algo que ha puesto a la defensiva tanto al Pentágono como a la Agencia Central de Inteligencia (CIA). La comisión que investigó los atentados de 2001 recomendó, entre otros cambios, la centralización del poder de los servicios de espionaje en la figura de un director nacional de Inteligencia, que supervisaría las actividades de las 15 agencias de espionaje del país y, sobre todo, controlaría su presupuesto. La idea de los senadores era delimitar los poderes y responsabilidades que tendría ese nuevo director, si es que se aprueba el cargo.
El presidente George W. Bush cree que el nuevo director debe tener la autoridad necesaria para cumplir con sus funciones, pero no se ha pronunciado sobre si éste tendría control presupuestario. La CIA y el Pentágono, que controlan aproximadamente el 80 por ciento de los 40.000 millones de dólares anuales destinados a los servicios de inteligencia de Estados Unidos, coinciden en que se deben mejorar los servicios de inteligencia, pero se resisten a que ese director tenga control absoluto del presupuesto. “El control del dinero, después de todo, equivale a poder”, comentó el senador demócrata Joseph Lieberman, quien ha insistido en que demorar las reformas sólo ayuda a los enemigos.
Tanto demócratas como republicanos han aceptado las recomendaciones de la comisión del 11-S respecto de la obtención y análisis de los informes de inteligencia, pero difieren sobre la rapidez con la que se deben institucionalizar estas reformas. El Congreso ha realizado alrededor de 20 audiencias al respecto, mientras varios legisladores han presentado proyectos de ley para poner en marcha las reformas. No está claro si, en un año electoral y con un reducido calendario legislativo, el Congreso logrará aprobarlas.

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Donald Rumsfeld, Richard Myers y John McLaughlin son escépticos sobre las reformas.
 
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