EL MUNDO › SE CAVARON 170 FOSAS EN EL CEMENTERIO DE BESLAN, AL SUR DE RUSIA

La pequeña ciudad entierra a sus muertos

Por Pilar Bonet*
Desde Beslán

Una tarea urgente mantenía ocupados ayer a los jóvenes de Beslán y les impedía pensar en otras cosas: cavar fosas para enterrar a los muertos. Llovía y en un descampado adjunto al cementerio de la ciudad, centenares de hombres trabajaban de forma febril hincando las palas en el fango. La mayoría eran civiles, aunque también había un pequeño grupo de soldados que ayudaba en la labor. Su aspecto severo, su silencio y la enorme extensión que se iba cubriendo de montones de tierra bajo un cielo nublado y gris evocaba un paisaje bélico. Decenas de miles de personas desfilaron en Roma en honor a las víctimas.
En total fueron abiertas más de 170 fosas, siguiendo las tradiciones de Osetia, que consisten en colocar el ataúd, en el fondo, sobre la tierra, pero empotrado en cuatro paredes de ladrillo. Había tumbas cubiertas de flores que ya estaban ocupadas desde el día anterior y fosas con el nombre del destinatario modestamente escrito sobre una cruz de madera o sobre una tabla, según se tratara de cristianos o musulmanes, que fueron enterrados todos ellos conjuntamente, como habían vivido en esta república donde ambas confesiones coexisten, aunque con predominio de la primera.
También había fosas colectivas para enterrar a los miembros de una misma familia que perecieron en la tragedia. La lluvia arreció sobre el mediodía y se prolongó durante la tarde de tal manera que los entierros de 170 cadáveres o lo que quedaba de ellos, entre el total de 335 muertos identificados, se realizaron bajo un chaparrón, mientras los parientes y acompañantes se enfangaban hasta los tobillos.
Los cortejos fueron acompañados con las bocinas continuas de los coches y desde diferentes partes de Rusia vinieron a presidir el entierro el representante del presidente Vladimir Putin para el Cáucaso del Norte, Vladimir Yokovlev, el fiscal general, Vladimir Ustinov, la gobernadora de San Petersburgo, Valentina Matvienko, los jefes de las dos cámaras del Parlamento ruso y Yuri Lushkov, el alcalde de Moscú que ha prometido ayuda para reconstruir la escuela. La escuela número uno, donde ocurriera el secuestro, seguía siendo visitada como un mausoleo. Los vecinos depositaban flores y también, como si de un monumento se tratara, botellas de agua mineral en memoria de las que les fueran negadas a los rehenes. No todos habían encontrado aún a los suyos. En las puertas del palacio de cultura de la ciudad colgaban las fotos de varios niños no identificados. En total, hay cien cuerpos por identificar, y el estado de los cadáveres es tal que de 35 a 60 cuerpos serán llevados a los laboratorios especiales de Rostov, adonde se llevan los cadáveres de los soldados muertos y no identificados en Chechenia, para hacer las pruebas del ADN.

* De El País de Madrid. Especial para Página/12.

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