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Por David Usborne *
Desde Nueva York

John Kerry, el postulante demócrata a la presidencia de Estados Unidos, puso su mira ayer en el desempeño interno de George W. Bush, sosteniendo de modo agresivo que ha dejado de lado a la clase media norteamericana. Tomando uno de los temas del debate del jueves por la noche entre ambos, sostuvo que un triunfo del presidente significaría “más de lo mismo”. Los dos candidatos volvieron a la ruta de campaña, cambiando su foco a los asuntos internos con vistas a su segundo debate, que tendrá lugar el viernes en St. Louis, Missouri. Será menos sobre Irak y terrorismo y mucho más sobre la economía, las políticas impositivas y los servicios de salud. Una nueva encuesta dio a Kerryun 49 por ciento de apoyo contra un 46 de Bush.
“Durante los últimos dos años, he viajado por todo este país y escuchado las historias de norteamericanos que luchan por parar la olla”, declaró Kerry, en un discurso en Orlando, Florida, “También he compartido sus frustraciones ante la constante actitud de negación de esta administración, que se despreocupa de sus necesidades.” Hay un inconfundible nuevo tono de confianza en Kerry, con más energía tras su apreciado desempeño. Si bien los encuestadores aún tienen que determinar el impacto del debate en la carrera, la evidencia emergente de sondeos instantáneos y grupos de atención mostró consistentemente que el senador no sólo ha sobrevivido al duelo, sino que también ha tenido éxito en poner al presidente a la defensiva.
Kerry está enfatizando su acusación, originalmente realizada sobre Irak, de que Bush ha tomado las “decisiones erróneas” sobre Estados Unidos, pero esta vez apuntando a los temas de los servicios de salud, la educación e incluso los crecientes precios del petróleo. Dijo a su audiencia en una escuela secundaria de Orlando que, bajo Bush, dos salarios “apenas cubren las necesidades básicas” para muchas familias. Agregó: “El sueño americano está en las urnas de aquí a noviembre”. Bush, quien empezó una gira por Ohio, ha afilado entretanto sus propios ataques contra su oponente. Pero había muestras de que incluso parte de su séquito está disgustada por un desempeño el jueves que a menudo lo dejó luciendo irritado, terco y frustrado. Los televidentes quedaron impactados por sus repetidas actitudes de molestia en el podio. Incluso Karl Rove, su principal asesor político, admitió a los periodistas que Kerry “es posiblemente el mejor polemista de los dos”.
El debate del jueves logró una impresionante audiencia de 62,5 millones de norteamericanos, menos que la Supercopa de fútbol americano de este año pero más que la ceremonia de los Oscar en marzo. Reflejó la intensidad del interés en esta carrera a medida que se acerca a su clímax de noviembre. Solamente 46,6 millones sintonizaron el primer encuentro entre Al Gore y George Bush hace cuatro años.
Mientras los demócratas se regocijaban ante la pericia de polemista de su candidato, los encuestadores aconsejan cautela. Sondeos instantáneos tras el primer enfrentamiento Gore-Bush hace cuatro años mostraban a Gore como el ganador. En cuestión de días, sin embargo, esa ventaja se había esfumado. “Dependerá de cómo se juega y cómo se reinstala en la mente de los votantes indecisos”, dijo Stephen Kinney, un encuestador republicano basado en California. “Mi instinto básico es que esto no va a cambiar nada.”
La historia enseña otras lecciones, sin embargo. John Kennedy en 1960, Ronald Reagan en 1980 y Bush en 2000 llegaron todos al primer debate rezagados en las encuestas, pero siguieron adelante y ganaron las elecciones.

* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.