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LIONEL JOSPIN ABANDONARA LA POLITICA EN MAYO

Retirarse de la peor manera

 Por Eduardo Febbro

Lionel Jospin protagonizó ayer la última batalla. En 1992, en pleno marasmo socialista, el jefe de gobierno había pensado en abandonar para siempre la acción política. Diez años más tarde, las urnas le dibujaron una puerta vergonzosa: retirarse del escenario político empujado por una extrema derecha a la cual el mismo Jospin y su familia personal y política combatieron toda su vida. Trotskista en su primera juventud, socialista a partir de la segunda y arquitecto del “realismo socialista” en su edad madura, el premier culmina su carrera de la peor manera. Durante años, Jospin fue presentado como el heredero del difunto presidente socialista François Mitterrand. Sin embargo, el dirigente de la rosa no tardó en tomar sus distancias frente a los métodos poco transparentes de quien llevó al poder a la izquierda francesa en mayo de 1981.
Primer secretario del Partido Socialista en los años ‘80, ministro en los gobiernos de Mitterrand y posteriormente líder de una corriente interna del PS, Lionel Jospin se separó paulatinamente de la política a lo largo del mitterrandismo. Con todo, cuando los socialistas carecían de crédito y de audiencia, fue él quien organizó la resurrección de la izquierda, proclamando un “derecho al inventario” frente a las irregularidades de François Mitterrand. Fue Jospin quien, en contra de todos los análisis, llevó al PS a la segunda vuelta de las elecciones presidenciales del ‘95 y volvió a ser él quien, en las legislativas anticipadas del ‘97, los condujo al poder. Si bien durante su gestión instauró las 35 horas semanales de trabajo sin pérdida de salario, también condujo una política de corte liberal, privatizando más que la derecha.
Apenas unas semanas antes de proclamar su candidatura para esta consulta presidencial, el jefe de gobierno confesaba estar “seguro de que el golpe era posible”, es decir, la victoria. Sin embargo, una campaña pálida, ciertos errores en el recorrido, una serie de propuestas difusas, la voluntad de borrar toda referencia al socialismo y la batalla con la derecha en torno a los problemas de seguridad no tardaron en romper su dinámica. Comparados uno con otro, era difícil encontrar diferencias entre los programas de Chirac y Jospin. No obstante, el líder socialista estaba convencido de que los franceses no lo juzgarían solamente por su programa sino por el balance de su exitosa acción gubernamental. Las urnas lo dejaron en el camino.

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Jospin saluda, decepcionado.
“Una Francia más justa”, dice atrás.
 
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