EL MUNDO › LA FAMILIA SOLICITARA A FRANCIA EL INFORME MEDICO
El enigma de la muerte de Arafat
Por Eduardo Febbro
Apenas una semana después de la muerte de Yasser Arafat en un hospital de las afueras de París, el gobierno francés se vio obligado a salir al paso de los numerosos rumores que circulan a propósito de las razones que desencadenaron la repentina desaparición del dirigente palestino. Ayer y luego de algunas explicaciones contradictorias, diversas fuentes hospitalarias indicaron que Arafat murió víctima de una enfermedad no demasiado común. Cuando el pasado 29 de octubre ingresó al hospital militar de Percy, sufría de una afección sanguínea calificada como “potencialmente peligrosa”. Se trata de una “coagulación intravascular diseminada” (CIVD) la cual, según los médicos, complicó el cuadro clínico de Arafat. El premier francés, Jean Pierre Raffarin, ratificó ayer que el informe médico está a disposición de la familia, que tiene intención de solicitarlo.
Hasta hoy, los médicos que lo atendieron no pudieron establecer el origen concreto de la enfermedad. Nadie sabe si la CIVD se originó a raíz de un cáncer o de una falencia infecciosa. Lo cierto es que el equipo médico que se ocupó de él estableció que las hemorragias múltiples que provocaron la muerte de Arafat se debieron a la mala coagulación que, sumada a las lesiones hepáticas graves que tenía cuando llegó, tornaron incierto el cuadro médico del enfermo. Desde hace varios días, diversas fuentes alegan que el líder palestino habría sufrido un envenenamiento, pero los médicos franceses descartaron esa posibilidad. Sin embargo, a pesar de las aclaraciones técnicas suministradas por Francia, la duda persiste sobre las causas de la muerte. Estas parecen ser lo suficientemente serias como para que algunos miembros de la Autoridad Palestina, incluido el premier Ahmed Qureia, pidieran al presidente francés que éste investigue y haga públicos los motivos del deceso. París se encuentra en el ojo de la tormenta y en el medio de un río de afirmaciones contradictorias agravadas por el legítimo secreto médico que impide divulgar completamente el historial clínico de un paciente.
Una fuente palestina indicó ayer en París que el problema se multiplicó por dos “porque se dejó que el rumor (de envenenamiento) creciera sin que nadie interviniera oficialmente para aportar una explicación clara. Ahora es demasiado tarde. Sean cuales fueren las razones que se invoquen, la duda se ha instalado en la opinión pública palestina y en los corredores del poder”. La tesis central consiste en decir que Arafat fue asesinado mediante un complot urdido por un grupo de cómplices cercanos al dirigente. A este acusación se le agrega la denuncia hecha por la delegada de la Autoridad Palestina en Francia. Leila Chaid llegó a declararse “convencida” de que fueron los israelíes quienes envenenaron a Arafat. París alega, sin embargo, que no hay huella de veneno y que, sin llegar a “fotocopiar el legajo médico”, los dirigentes palestinos que se entrevistaron la semana pasada con el presidente Jacques Chirac fueron debidamente informados de la evolución del paciente, de los análisis toxicológicos y de los pronósticos de los médicos.
El enigma se complicó un poco más cuando el canciller francés, Michel Barnier, explicó que la ley francesa no autorizaba la entrega del legado médico de un paciente a cualquier persona que lo solicitara. Con esa respuesta, Barnier se negó a acceder a los pedidos oficiales de la Autoridad Palestina. Pero aclaró que el legajo de Arafat sería remitido únicamente a los miembros directos de la familia de Arafat si éstos cursaban el pedido. De inmediato, los herederos de Arafat cursaron ese pedido, y ayer, el Ministerio francés de Defensa confirmó que París respondería favorablemente a la demanda. Con esa opción, Francia puede aclarar la confusión sin exponerse por ello a verse acusada de haber violado el secreto médico.