ESPECTáCULOS › MARILU MARINI Y ALFREDO ARIAS
“También con humor se pueden expresar las ideas profundas”
Los artistas presentan Incrustations, una de las trece piezas teatrales del encuentro Tintas Frescas, que empieza hoy.
Por Hilda Cabrera
“Nuestros regresos son una zambullida, unas vueltas carnero”, dicen la actriz Marilú Marini y el actor, director y régisseur Alfredo Arias, comentando con alegría las periódicas presentaciones artísticas de este año en Buenos Aires. Que Marini haya traído su traslación al castellano de ¡Oh, les beaux jours!, de Samuel Beckett, y Arias su puesta de Kavafis (donde actuó), su régie de Muerte en Venecia (ópera de Benjamín Britten que acaba de estrenarse en el Teatro Colón) e Incrustations (junto a la actriz) les resulta tan agotador como excitante. Los próximos meses tomarán distancia, puesto que tienen compromisos en Europa, pero el alejamiento será también esta vez temporario: proyectan un largometraje donde intentarán conjugar patrimonio, memoria y vivencias en la Argentina y Francia, donde residen desde hace treinta años. Incrustations es una de las trece piezas que se ofrece en el encuentro Tintas Frescas, del que participan artistas franceses y latinoamericanos, y que comienza hoy y finaliza el domingo 28, ocupando varias salas de la ciudad. A estas presentaciones se suman talleres y seminarios gratuitos de actuación, traducción teatral y dramaturgia, un ciclo de teatro breve y música (en la Alianza Francesa) y otro de proyecciones (en la Sala Lugones del TSM). Tintas Frescas se realiza con apoyo de entidades culturales francesas y argentinas, en este caso bajo el área de Cultura de Buenos Aires.
Incrustations surgió de un pedido hecho por Marini y Arias a la escritora Chantal Thomas, autora, entre otros textos, del ensayo Comment supporter sa liberté (1998) y de la novela Les Adieux à la Reine, distinguida con el Prix Femina 2002. El trabajo que se verá en la Sala Casacuberta del TSM (los días 26, 27 y 28 de noviembre) posee características atribuidas a lo embrionario: “Es maleable, como todo lo que comienza a formarse –sostiene Marini junto a Arias, en la entrevista con Página/12–. Existe una idea y un punto de partida claro, pero la realización es una aventura a la cual el público accede como si se le abriera la puerta a un ensayo”. El tiempo de realización demandó cuatro años. Se investigó en la “singularidad psicoanalítica de padres e hijos”. Comenzaron con un espectáculo sobre la figura de la madre, “mezclando esa temática con la escritura teatral”. La pieza es continuación de un proyecto iniciado cinco años atrás. Participan ocho escritores y la totalidad de los trabajos se verá en Francia, con interpretaciones de Marini y Arias y de otro equipo de teatro con sede en Niza, ciudad en la que se concretó una primera lectura de lo escrito por Thomas.
–¿Cuál es la particularidad de Incrustations?
Marilú Marini: –Plantea la relación madre e hijo con un humor negro de implicaciones perversas, vehiculizado de modo cómico y en un tono de gran ligereza, de espumosidad.
Alfredo Arias: –Cuando en los ensayos de esta obra, que es estreno mundial, escuchamos a la gente reír, pensamos que algo nuevo está pasando, porque mi impresión, hasta ahora, es que en el teatro llamado “serio” los cómicos no tienen futuro.
–¿Cómo es eso?
A.A.: –Los autores y actores del teatro serio que se vuelcan al teatro de impacto son en Francia inmediatamente apartados. Como grandes autores “cómicos” del teatro francés se aceptan a Ionesco y a Copi, pero en general se cree que lo cómico impide el acceso al “panteón de la profundidad”. Si se les da a elegir a los elencos, éstos prefieren, antes que a un comediante, a autores como Kafka o Dostoievsky. Puede que con el comediante tengan la recompensa de la sala llena, pero no la del prestigio.
M.M.: –Muchos rinden culto a la solemnidad. No entienden que con humor se pueden expresar ideas profundas.
A.A.: –Lo cómico está en el café concert y en el humor de barrio. Se escriben y representan sketches característicos de cada barrio, algunos muy populares. Unos comentan los “mitos” de la burguesía, otros los de la clase baja...
M.M.: –Si hubiera hoy un equivalente a lo que fue Georges Feydeau, un autor de gran popularidad en el teatro de boulevard de fin de siglo XIX, tal vez la escritura se orientaría más hacia la comedia. Hay un movimiento entre la gente joven que pide una escritura menos densa o con más juego teatral. Por eso Copi está siempre en la cartelera francesa.
–¿Más que en la Argentina?
A.A.: –No sé cuánto se lo aprecia acá. En Francia se tuvo un “conocimiento” de Copi, por los años que vivió y trabajó allí. Además, sus obras tienen un componente porteño que resulta muy atractivo en Francia.
–¿Por qué eligieron Incrustations para este encuentro?
A.A.: –La escritura de Chantal es muy particular, diferente de lo que veníamos mostrando, incluso su posición dentro de la cultura francesa es algo nuevo.
–¿Presentarán la obra en francés?
A.A.: –No. Es una obra cómica y reflexiva, y nos parecía una pena hacerla en francés, porque eso demora la reacción del público.
M.M.: –Me pasó cuando hice ¡Oh, les beaux jours! Las reacciones se producían después de haber leído la traducción. Era una “devolución” rarísima.
A.A.: –Además, porque el humor se acerca al del argentino: es totalmente chirriante. Me recuerda a las anécdotas que Marilú cuenta sobre la escritora Silvina Ocampo. Es un mecanismo semejante. Por ejemplo, cuando Silvina sacaba a pasear a su perro con un tapado muy feo, y le preguntaban por qué usaba ese abrigo, ella contestaba que lo hacía para dar asco al perro. En Incrustations no existen los prejuicios: la madre le enseña al hijo cómo comer ostras. Primero le dice que se la ponga debajo de la lengua como si fuera una hostia y después que se la trague.
M.M.: –Muy maliciosamente le señala que no todo lo que está vivo es malo, cuando el hijo se resiste a sus “avances”.
A.A.: –Un hijo que no es inocente, porque le hace tragar un cactus que escondió en una rosca de reyes. La obra es fragmentada, pero a mí me gusta el pegote, el collage, las estructuras que flotan, como la que imaginé para mi régie de La muerte en Venecia.