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“Mano de obra desocupada que pretende sacar rédito”

Fue la evaluación que hizo el ministro del Interior, Aníbal Fernández, sobre las bombas colocadas en cajeros automáticos. En el juzgado piensan que no se buscó causar una muerte.

 Por Raúl Kollmann

Sin señalar a un responsable directo por las bombas puestas en cajeros automáticos, el Gobierno –a través del ministro del Interior, Aníbal Fernández– sostuvo ayer que “hay mano de obra desocupada que pretende sacar rédito” de lo sucedido. Se trata de un concepto que refiere a ex integrantes de las fuerzas de seguridad e inteligencia que provocarían este tipo de hechos para que se instale la sensación de que se necesita más orden y, por lo tanto, mayor poder para esas fuerzas. Paralelamente, la investigación determinó –tal como adelantó en exclusiva Página/12– que los tres artefactos fueron colocados minutos después de la una de la mañana por personas que ocultaron su identidad ante las cámaras de seguridad mediante el uso de gorros. Según las primeras estimaciones judiciales, por lo sencillo del mecanismo y el carácter casero de los artefactos, lo más probable es que la intención haya sido que las bombas estallaran de madrugada, produciendo alguna repercusión. En el juzgado piensan que un mal cálculo hizo que no se detonaran y la explosión se produjo cuando una persona –el vigilador– movió el artefacto, lo que provocó la deflagración y la muerte.
“Si bien las bombas son de factura doméstica y carecen de mecanismos complejos, tampoco es algo que pueda hacer cualquiera”, explicó el ministro. “Sabían cómo se prepara el explosivo y cuánto iba a tardar en explotar, ya que ninguno de los artefactos tenía mecanismos de relojería. Tiene que ser alguien que conoce lo que está haciendo”, insistió.
En Tribunales no están todavía convencidos de esa óptica. “Es posible que sea un grupo que actuó en forma muy desprolija, con escasos conocimientos, por cuanto dejaron las bombas a la una de la mañana, pensaron que iban a estallar poco después y lo cierto es que no deflagraron hasta que alguien las tomó en sus manos. La primera hipótesis es que no hubo intención de provocar un hecho grave sino una explosión como las ya habituales en cajeros. Pero todo derivó en una muerte”, decían. Ayer hubo quienes intentaron otra vez sembrar inquietud, a través de tres falsas alarmas, dos en Capital Federal y una en Rosario.
Por lo que se ve en las imágenes de las cámaras de seguridad, en lo ocurrido en la madrugada del miércoles actuaron varias personas, ya que mientras uno ingresaba al cajero a dejar las cajas de tetrabrik que contenían los artefactos explosivos, al menos otras dos oficiaban de “campanas”. En el grupo había una mujer y al menos en dos de los casos se ve que tocan el vidrio con la mano, lo que podría significar que dejaron huellas digitales. Sin embargo, para la División Rastros no será fácil determinar cuáles de las varias huellas que aparecen en los vidrios son de los que pusieron la bomba y, además, hubo una limpieza de los lugares.
Fernández trató de suavizar las repercusiones, sobre todo teniendo en cuenta que medios de importantes capitales reflejaron los hechos en forma distorsionada, hablando incluso de “una acción del terrorismo global”. El ministro sostuvo que “hace muchos años que no teníamos un atentado con un muerto. Hemos tenido artefactos en cajeros automáticos, pero siempre se supo que se quería producir un daño y un estrépito, pero esta vez hubo un muerto. No sé cuál fue el móvil político porque hay demasiadas variables. Lo concreto es que quisieron crear confusión. No hay idea puntual de quién es el responsable y por lo tanto es muy difícil elaborar una definición de cuál fue el objetivo. Eso sí, parece que hay mano de obra desocupada que pretende sacar rédito de lo que está sucediendo”.
Ante el juez Daniel Rafecas, ayer declararon varios testigos, pero todos presenciaron el momento de la explosión, no cuando se colocaron los explosivos. El diario Clarín publicó ayer una entrevista a un testigo que afirmó haber visto a un integrante del grupo agresor colocando la bomba a las 7 de la mañana, algo que quedó desmentido por las imágenes de las cámaras de seguridad. Tal vez haya sido una persona que, en estado de ebriedad, estaba dentro del cajero, al lado del tetrabrik, pero los investigadores dicen que no fue quien dejó la caja con el explosivo.

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