EL MUNDO › EL MAL SIGUE VIVO

El mal sigue vivo

Por Rory McCarthy *
Desde Islamabad

Una bomba destrozó una mezquita chiíta en Pakistán matando a 12 mujeres y niños el jueves, en la última indicación de un nuevo rebrote de violencia sectaria. La bomba fue puesta en la sección de las mujeres de la mezquita chiíta en Bhakkar, en la provincia de Punjab, y explotó mientras miles se reunían para una ceremonia religiosa anual. Por lo menos 25 personas resultaron heridas. La explosión es el segundo ataque importante a una mezquita en Pakistán en dos meses y sucede después de los asesinatos individuales de docenas de abogados y médicos chiítas en Karachi.
Un retorno tan súbito a la sangrienta violencia sectaria que ha acosado a Pakistán durante años es un claro acto de desafío contra el general Pervez Musharraf, el gobernante militar del país. En enero, el general Musharraf prometió frenar la militancia islámica, y en particular terminar con el flagelo de los asesinatos sectarios. Casi todos los ataques sectarios contra los chiítas en Pakistán han sido obra de los temidos militantes sunitas de Sipah-e-Sahaba Pakistán (los Guardianes de los Amigos del Profeta) o el grupo del ala armada, el aún más violento Lashkar-e-Jhangvi. Ambos han sido prohibidos por el general Musharraf, junto con sus equivalente chiítas. Muchos sospechan que el aumento de los ataques sectarios patrocinados por los sunitas está relacionado a la caída del régimen talibán en Afganistán. Se sabía que los militantes sectarios se entrenaban en los mismos campos en Afganistán que otros combatientes pakistaníes y de Al-Qaida.
* De The Guardian de Gran Bretaña. Especial para Página/12.

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