EL MUNDO › CRONICA DE LA DEVASTACION EN LA IDILICA ISLA PHI-PHI
El paraíso que ya no volverá
Queda en Tailandia y es el lugar donde Leonardo DiCaprio filmó La playa. Miles de turistas lo visitaban por eso. Ahora tratan de escapar de allí como pueden. La isla parece bombardeada.
Por Kathy Marks *
Desde Ko Phi-Phi, Tailandia
Caminaban lentamente, con las cabezas gachas, eligiendo el camino entre los cadáveres que yacían a la sombra. Los últimos turistas partían de Ko Phi-Phi ayer, dejando atrás a los lugareños que habían perdido todo: sus seres amados, sus hogares y su sustento. Las playas blancas con los altos acantilados de Ko Phi-Phi, en el sur de Tailandia, fue el telón de fondo para la película La playa, filmada en 1999 con Leonardo DiCaprio como protagonista. Pero la isla principal está en ruinas, devastada por el maremoto que la sacudió el domingo, mientras que su melliza más pequeña e inhabitada, donde se filmó la película, es una silueta fantasmal en el horizonte. Se cree que varios cientos de personas, incluyendo muchos visitantes extranjeros, murieron en Phi-Phi, pero el número de muertes aumenta cada hora. Todavía se están retirando cuerpos de las ruinas de los negocios, las pizzerías y los kioscos de batik que estaban frente a la playa.
Mientras los lugareños estaban parados frente a sus negocios sumergidos bajo el agua, una interminable procesión de muertos pasaba por las calles llenas de escombros, llevados por los portadores de féretros, con máscaras. Para las víctimas del tsunami hay poca dignidad en la muerte. Los cuerpos estaban envueltos en sábanas sucias o bolsas de plástico negras y eran transportados por cualquier medio posible: en tablas de surf, en escaleras de bambú. Un bote de la marina esperaba para llevarlos al continente, o a Phuket, una gran isla a 42 kilómetros al noroeste. La mayoría todavía no está identificada. Un tailandés agitado revolvía agendas, libros de apuntes y pasaportes recuperados del revoltijo de ladrillos y acero retorcido. “¿Conocen a esta señora?”, preguntaba, mostrando un pasaporte de una mujer de Glasgow que celebró su cumpleaños la víspera de Navidad.
Los ferries iban y venían entre Phi-Phi y Phuket, llevándose a los turistas que quedaban, así como a los lugareños que huían de la destrucción. El viaje de 90 minutos generalmente es lucrativo para los operadores de los barcos, pero ayer no hubo dinero de por medio. En Phuket, los que llegaban recibían botellas de agua y cajas de arroz con pollo. Los conductores de tuk-tuk estaban esperando para llevarlos gratis hasta la municipalidad, donde se había establecido un centro de coordinación.
Ko Phi-Phi ha sido desde hace mucho tiempo un lugar de peregrinaje de mochileros y en los últimos años se instalaron algunos complejos exclusivos. Tuvo un desarrollo impactante últimamente, con los negocios locales explotando la fama de La playa. Ahora la isla parece un lugar bombardeado y sus habitantes contemplan su ruina financiera. “Uno de mi personal murió y todo desapareció”, dijo Pong Nunput, mostrando una devastada joyería sobre la rambla. “Perdí objetos por valor de 256.000 dólares y no estoy asegurado. He tenido este negocio durante 10 años y perdí todo. Y mi amiga, una australiana, está muerta. Sólo había estado en Phi-Phi durante dos días. Estaba en la playa con su sobrino de dos años. Ambos desaparecieron.”
El turismo es el nervio de la isla, y muchos temen que la industria se recupere muy lentamente. “Tengo miedo que los extranjeros dejen de venir”, dijo Mon Pariyawaja, un guía de Sea Angel, que opera dos botes en Phuket. “Construimos el negocio paso a paso, y ahora todo se derrumbó.” El domingo a la mañana, cuando golpeó el maremoto, Pariyawaja estaba con un grupo de snorkellers en Phi Phi Le, la isla vecina famosa por sus invalorables nidos de pájaros. Los que iban a practicar snorkel fueron tirados al agua y un hombre desapareció, aunque apareció más tarde durante el día. Pariyawaja todavía busca a su primo. “Nadie lo encuentra”, dice. Como muchos lugareños, todavía está aterrorizado por las fuerzas elementales que dieron vuelta su vida en 10 minutos. “¿Creen que vendrá otra ola?”, pregunta ansiosamente. Los occidentales atraídos por la belleza de Ko PhiPhi y su tranquilo estilo de vida también invirtieron sus futuros en la isla. John Heike, de Gran Bretaña, se mudó aquí hace 10 años e instaló un negocio de náutica que ahora es un montón de escombros. Vio el tsunami, que destruyó su hogar desde las colinas del interior. “Era una pared de agua llena de cuerpos”, dijo. “Era un revoltijo. Pero no es culpa de nadie. Es la naturaleza.”
*De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
Traducción: Celita Doyhambéhère.