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Elección a marcha forzada
Palestina, como Estado, aún no existe, pero los palestinos tienen hoy la primera elección plenamente democrática de su historia. Con la imagen del difunto líder Yasser Arafat aún fresca en la memoria de los votantes palestinos, el candidato de Al Fatah, Mahmud Abbas, se perfila ganador en las elecciones presidenciales de hoy con un 51 por ciento de la intención de voto contra un sólido 25 por ciento de Mustafá Barguti, según la última encuesta del Centro Palestino de Estudios Estadísticos.
Un millón y medio de palestinos de Gaza, Cisjordania y Jerusalén Este celebran hoy sus primeras elecciones presidenciales en nueve años, respaldados por una importante presencia de observadores internacionales y bajo un moderado aligeramiento del cerco militar israelí en los territorios. Con un 30 por ciento de abstención calculada, dado que un alto porcentaje de los palestinos podría seguir la consigna de no votar que embandera Hamas, las elecciones de hoy requerirán de una fuerte voluntad de los votantes, ya que serán numerosos los obstáculos que deberán sortear para llegar a los centros de votación.
Sin ir más lejos, muchos de los que viven al otro lado del muro de Cisjordania deberán viajar hasta más de una hora para cruzarlo y poder emitir su voto para presidente por segunda vez desde la creación de la Autoridad Palestina en 1994. Por este motivo, se teme que en Jerusalén, el segundo distrito electoral después de Hebrón, el nivel de abstención sea muy alto, ya que las autoridades israelíes han cerrado allí las oficinas de empadronamiento, por lo que los palestinos que quieran votar tendrán que desplazarse a 12 colegios electorales situados fuera de la ciudad, tras salvar los controles militares, o dar grandes rodeos para evitar el muro y los asentamientos. De los 120.000 vecinos palestinos en Jerusalén, se calcula que sólo cerca de 5637 personas podrán votar. Por su parte, los habitantes palestinos de la parte municipal de Jerusalén, a diferencia de los que viven en las aldeas, temen que si participan en las elecciones de la ANP, Israel les despoje después de los derechos sociales que reciben de sus autoridades, como seguridad social, servicios médicos y pensiones. Israel les ha garantizado que eso no ocurrirá y les puso el ejemplo de las elecciones de 1996. No obstante, la población no parece demasiado convencida esta vez, a juzgar por el bajísimo índice de empadronamiento que después se realizó casa por casa.
En el cierre de campaña del favorito Mahmud Abbas, la exhortación a que los palestinos acudiesen hoy a votar fue reiterativa: “Vayan a votar, no se queden en casa. Salgan a votar para que el mundo vea cómo los palestinos ejercen su soberanía en la ciudad”. El secretario general de la Comisión Electoral, Rami al Hamdala, reiteró ese llamamiento ayer y pidió a la población de las aldeas de ese distrito que superara “cualquier obstáculo” para ejercer sus derechos.
Las primeras elecciones palestinas en ausencia de Yasser Arafat están en la mira de toda la comunidad internacional, que envió para supervisarlas a unos 800 observadores extranjeros, sobre todo europeos, pero también de nuestro país, de Chile, Brasil, y Colombia. Sumados a los 17.000 locales, su labor será garantizar la transparencia del proceso electoral en las más de 1077 urnas distribuidas por Cisjordania y Gaza. Para impedir el voto doble por parte de votantes que no se han empadronado, los palestinos que acudan a las urnas serán marcados en el pulgar con una tinta indeleble.
Por otro lado, el libre acceso de los votantes a las urnas fue garantizado ayer por Israel, que prometió retirar sus tropas de los centros urbanos palestinos y levantar los controles militares alrededor de las ciudades, a pesar de las últimas tensiones y amenazas israelíes de no cumplir con lo prometido, debido a algunos ataques de militantes palestinos en los últimos días. Después de esta elección presidencial, los palestinos deberán votar el 17 de julio un nuevo parlamento, con lo que un nuevo mapa político quedaría conformado en la era post Arafat.
En esta histórica fecha, los ánimos en el pueblo palestino son encontrados. Por un lado, hay una gran proporción de la población que veel proceso eleccionario como una “traición” en concordancia con la visión de los grupos radicales como Hamas y que llaman a no votar y, por otro lado, hay una mayoría de la población que aspira a que esta elección sea una continuidad de las reivindicaciones históricas de Arafat y un avance en la Hoja de Ruta sin claudicación a Israel y Estados Unidos.
“Yo votaré mañana (hoy) a Abú Mazen, porque él ha dicho que seguirá el camino de Arafat”, dijo ayer Sari al Abed, de 71 años, sentado con un grupo de amigos en la cafetería Daruish, en el centro de Ramalá.
Por otro lado, para Mustafá Hamadán, de 57 años, “desde que llegó Arafat y su pandilla” a los territorios palestinos a mediados de la década de 1990, no tiene la menor intención de votar. “Abú Mazen es un traidor y un colaboracionista de Israel y EE.UU. y son ellos a quienes va a vender nuestra tierra”, opinó el palestino. “No voy a votar porque ninguno de los candidatos me convence y, si lo hiciera, no me quedaría con la conciencia tranquila”, añadió. Shaban Abú Sharif, de 49 años, por su parte expresó: “Las elecciones celebradas bajo ocupación militar no tienen valor porque no hay libertad y nos han sido impuestas”. Por otro lado, para el arquitecto Rauf Miliki de 47 años “Abú Mazen es el representante del principal movimiento político palestino Al Fatah y, si somos sinceros, él es el único que puede introducir reformas en las instituciones palestinas”.
Más allá de las diferencias en el mismo pueblo palestino, la jornada electoral de hoy promete un ganador casi seguro. Sucesor natural o heredero de una pesada carga, el futuro presidente de la AP jugará a mantener el equilibrio entre las aspiraciones de paz de sus votantes y las arduas negociaciones con los grupos radicalizados palestinos, con Israel y con Estados Unidos.