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A tres años de su arresto como “combatientes ilegales”, cuatro británicos presos en la base de Estados Unidos en Guantánamo regresaron anoche a Gran Bretaña. La bienvenida no fue auspiciosa. En la base de la Real Fuerza Aérea en Northolt, al oeste de Londres, los esperaban tres camionetas de la policía para trasladarlos a la comisaría de Paddington. Al cierre de esta edición los cuatro permanecían detenidos y, según informaciones extraoficiales, serían interrogados hoy. Anoche, abogados y familiares de los detenidos expresaban su preocupación por el estado físico y mental de los cuatro tras la odisea de Guantánamo.
El regreso a Gran Bretaña de Moazzam Begg, Martin Mubanga, Richard Belmar y Feroz Abbasi tuvo algo de pesadilla kafkiana. Es posible que para los cuatro la comisaría de Paddington parezca un progreso después de los rigores de Guantánamo, pero también es muy probable que se asemeje al espejismo de un laberinto sin salida. Anoche el jefe de la policía Antiterrorista de Londres, Peter Clarke, justificó la necesidad de mantenerlos detenidos. “Entendemos perfectamente que esto toca fibras muy sensibles para mucha gente. Respetamos los sentimientos de la comunidad musulmana, pero también sabemos que Estados Unidos les ha formulado acusaciones muy graves como para que los dejemos en libertad sin antes interrogarlos. Hacerlo sería injusto con otras comunidades”, indicó.
Los cuatro fueron detenidos poco después de los atentados del 11 de septiembre y la guerra contra Afganistán. A pesar de las supuestas pruebas y dossiers de inteligencia que Estados Unidos siempre dijo tener sobre los detenidos, en ningún momento se les formuló cargo alguno. Su regreso a Gran Bretaña sigue una negociación calificada en su momento por el canciller británico Jack Straw como “larga, delicada y compleja”.