EL MUNDO

Ayer me fui por el norte, mañana vuelvo por el sur

Después de haber roto su alianza de gobierno tomando partido con los separatistas de la Liga del Norte, el premier italiano Silvio Berlusconi formará un nuevo gobierno inclinado a los posfascistas del sur.

Por Enric González *
Desde Roma

A Silvio Berlusconi se le acabó el repertorio de fintas. Ayer, después de seis días de equilibrios inverosímiles para mantener en pie una administración quebrada, el primer ministro italiano admitió ante el Senado que la crisis era inevitable y poco después se entrevistó con el presidente de la República para entregarle su dimisión. Ya como primer ministro en funciones, descartó la posibilidad de unas elecciones anticipadas y se mostró seguro de que recibiría de nuevo el encargo de formar gobierno. “Cambiaremos el programa –dijo–, porque en las elecciones regionales el país nos transmitió la señal de un malestar de grandes dimensiones.”
El presidente de la República, Carlo Azeglio Ciampi, hizo saber tras el encuentro institucional que dedicaría los próximos dos o tres días a consultar a los representantes de todos los grupos parlamentarios, con el fin de comprobar si Berlusconi seguía disponiendo, o no, de la mayoría. Tras la breve comparecencia de Il Cavaliere ante el Senado, los partidos de su coalición le ratificaron su confianza, con entusiasmo, en el caso de Alianza Nacional, o con tibieza, en el caso de los democristianos, lo que hacía pensar que el llamado “gobierno Berlusconi-bis” nacería la próxima semana. Quedaba, sin embargo, un gran escollo por salvar: la asignación del Ministerio para las Reformas. Esa cartera perteneció desde 2001 al líder de la Liga del Norte, Umberto Bossi, quien en 2004, tras sufrir un derrame cerebral masivo, la cedió a su lugarteniente Roberto Calderoli. La reforma federalista fue siempre la exigencia fundamental de la Liga, cuyos dirigentes insistieron ayer en que el ministerio debía seguir en manos de su partido. Los posfascistas de Alianza Nacional (AN) y la Unión de los Demócratas Cristianos (UDC) consideraban, por el contrario, que la reforma de la Constitución para establecer un sistema federal muy impopular en el centro y el sur había sido uno de los motivos de la estrepitosa derrota en las regionales del 4 de abril y presionaban para asumir el Ministerio de Reformas con el fin, no declarado pero obvio, de aguar o frenar los cambios.
Una posible solución, ya ensayada en 2002 con el Ministerio de Asuntos Exteriores, podía consistir en que el propio Berlusconi asumiera personalmente la conflictiva cartera.
Ante el Senado, Il Cavaliere justificó la dimisión por el creciente malestar de sus socios. El vicepresidente y los ministros de UDC abandonaron el gobierno el pasado viernes, acompañados, de forma simbólica, por el pequeño Nuevo Partido Socialista, que carecía de cargos ministeriales. El lunes fueron los de AN quienes anunciaron su marcha. “Primero eran dos fuerzas sobre seis las que dejaban el gabinete, pero luego, con lo de AN, ya eran tres sobre seis y no quedaba otro remedio”, indicó Berlusconi.
“El gobierno se presenta a las cámaras para aclarar la situación política”, declaró el presidente dimisionario. “La coalición que venció las elecciones en 2001, recibiendo de los electores un mandato de gobierno directo y explícito, atraviesa una fase difícil”, dijo. “Hace poco más de dos semanas, en las elecciones regionales, el país nos transmitió la señal de un malestar de grandes dimensiones y con un significado claro. He comprendido esa señal y me dispongo a dar la respuesta adecuada.” Concluyó la frase sonriente y con una cierta sorna: “La democracia está hecha también de estas cosas...”
Berlusconi prometió un nuevo programa basado “en una mayor atención al sur, a las familias y a la competitividad de las empresas”, cumpliendo punto por punto lo que le exigían los “rebeldes” de UDC. Sugirió que la reforma constitucional seguiría adelante “para adecuar nuestrasinstituciones a las democracias europeas modernas”, pero no hizo ninguna mención expresa al federalismo, cosa que inquietó sobremanera a la Liga Norte.
Pese a los esfuerzos del primer ministro en funciones por agradar a los democristianos, éstos mostraron una satisfacción fría: “Ha sido un discurso apreciable y la dimisión ha sido un gesto apreciable”, declaró el secretario nacional de UDC, Marco Follini. El líder de AN, Gianfranco Fini, utilizó en cambio el adjetivo “óptimo” para calificar el discurso de Berlusconi. Para la oposición, que habló por boca de Romano Prodi, Berlusconi se mostró “decepcionante, inadecuado y poco serio”. “Su único objetivo es mantenerse en el poder como sea”, manifestó Prodi, quien insistió en la necesidad de convocar elecciones “cuanto antes” para acabar con “una parálisis que amenaza con durar un año”. La actual Legislatura concluye en ese punto.
De regreso a su despacho, Il Cavaliere conversó unos instantes con un grupo de periodistas. “La dimisión era inevitable, no siempre se puede obtener lo que se desea”, dijo. Dio por supuesto que la semana próxima recibiría el mandato de formar nuevo gobierno y anunció que éste tendría “pocas caras nuevas”. “La lista de incorporaciones la tengo en la cabeza, pero aún no en el bolsillo”, comentó.

* De El País de Madrid. Especial para Página/12.

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Berlusconi abandonó despreocupadamente ayer el Palacio Quirinal tras reunirse con Ciampi.
 
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