EL MUNDO › BENEDICTO XVI, EN SU PRIMER ACTO
POLITICO, CONFIRMO A SODANO COMO SU NUMERO 2
Un amigo de Pinochet también es mi amigo
Angelo Sodano, secretario de Estado del Vaticano y cuyas buenas relaciones con Augusto Pinochet desde 1977 llegaran al punto de tratar de lograr su libertad cuando estuvo detenido en Londres, fue confirmado ayer por Benedicto XVI como su virtual segundo.
Por Enric González *
Desde Roma
Benedicto XVI tomó ayer su primera decisión política. Confirmó en su puesto a todos los altos cargos de la Curia vaticana, que cesaron en cuanto falleció Juan Pablo II, y sobre todo “nombró” como secretario de Estado y “número dos” al cardenal Angelo Sodano. El papa Ratzinger quiso subrayar que Sodano no era reintegrado, como todos los demás, al puesto que ocupaba desde hacía casi 14 años, sino elegido de forma específica. La señal parecía indicar que el nuevo Pontífice apostaba por mantener la estructura curial, muy conservadora y envejecida, heredada de Juan Pablo II.
La distinción concedida a Sodano estaba destinada a generar polémica, dada la ideología del cardenal, muy amigo del ex dictador chileno Augusto Pinochet, y dado el hecho de que con sus 77 años había rebasado largamente los 75 en que los miembros de la jerarquía se jubilan, salvo voluntad expresa del Papa. La “confirmación” en el puesto habría significado una simple puesta en funcionamiento de la maquinaria administrativa. El “nombramiento” significó algo más. El secretario de Estado viene a ser el “primer ministro” de Ciudad del Vaticano y supervisa la política de nombramientos eclesiales en todo el mundo, las relaciones diplomáticas, la gestión interna del pequeño territorio y el trabajo de todos los dicasterios (equivalentes a ministerios). Sodano, hijo de un político democristiano piamontés, doctor en Teología y Derecho Canónico y políglota, trabajó en las nunciaturas de Ecuador, Uruguay y Chile en los años ’60. En 1977 el papa Pablo VI lo nombró nuncio (embajador) en Chile, donde mantuvo óptimas relaciones con el entonces presidente Augusto Pinochet. Su amistad con el ex dictador se puso de manifiesto recientemente, cuando Pinochet fue detenido en Londres por mandato del juez español Baltasar Garzón: Sodano movió todas las cuerdas en su mano para conseguir que el acusado de crímenes contra la humanidad fuera puesto en libertad.
Desde medios cercanos al cardenal Carlo Maria Martini, el “gran rival” de Ratzinger en el cónclave, se dejó filtrar anteayer hacia la prensa que, al margen de diferencias ideológicas, ambos estaban de acuerdo en la necesidad de renovar la Curia de Juan Pablo II, esclerotizada durante la larga enfermedad del anterior Pontífice y considerada responsable de la pasividad de la cúpula del catolicismo ante los múltiples casos de pedofilia en el sacerdocio. Varios diarios italianos señalaron incluso al cardenal Gian Battista Re como futuro secretario de Estado. La decisión de Ratzinger de “nombrar” a Sodano causó una cierta perplejidad. La tradición, en cualquier caso, indica que la renovación de los cargos vaticanos nunca se realiza de forma colectiva o en la primera fase de un pontificado, sino individualmente y muy poco a poco.
Tras la reconfirmación general y el nombramiento de Sodano, quedaba por cubrir sólo un hueco de gran importancia: el dejado por el propio Ratzinger al frente de la Congregación para la Doctrina de la Fe, el antiguo Santo Oficio derivado del Tribunal de la Inquisición, hoy “jefatura teológica” de la Iglesia. Cabía suponer que Benedicto XVI prestaría una especial atención a ese puesto. La prensa belga destacó ayer de forma casi unánime la posibilidad de que el futuro nombramiento recayera en André Mutien Leonard, de 64 años, arzobispo de Namur. Leonard, que a diferencia del cardenal belga Gotfried Daneels aplaudió con entusiasmo la elección de Ratzinger como sucesor de Juan Pablo II, ya dirigió en 1999 los ejercicios espirituales de la Cuaresma vaticana (una misión que suele anunciar encargos más altos) y colaboró con el hoy Pontífice en la Comisión Teológica Internacional. El arzobispo belga estará en Roma el domingo para asistir a la misa de coronación de Benedicto XVI.
El ayuntamiento de Roma anunció que preveía una asistencia a la misa cercana al medio millón de personas y que se reactivaría el plan policial utilizado durante el funeral de Juan Pablo II para garantizar la seguridad de las numerosas autoridades que piensan acudir al acontecimiento.
El Papa se encerró ayer durante largas horas en su habitación-despacho de la residencia Santa Marta (aún no utiliza las habitaciones papales ni las oficinas vaticanas) para tomar las decisiones más urgentes y preparar su homilía del domingo, de gran relevancia. Por la tarde volvió a acudir a su piso del Borgo Pío, cerca del Vaticano, para seguir disponiendo la mudanza, y se reprodujeron las escenas de la víspera: una multitud se concentró ante las puertas del edificio para saludar al Papa, que viajaba a bordo de un Mercedes negro.
* De El País de Madrid. Especial para Página/12.