EL MUNDO › HOMENAJE DE KIRCHNER A LOS PALOTINOS

El mensaje silencioso

El mismo día en que asistió a la entronización del Papa fue rematado por Kirchner con un homenaje a los sacerdotes palotinos asesinados por la dictadura. El Presidente visitó la Iglesia que ya tiene una placa, en el centro de Roma.

Por M. G.
Desde Roma

Con una visita, anoche, a la iglesia de San Silvestre, donde hay una placa en recuerdo de los curas palotinos asesinados en la Argentina, el presidente Néstor Kirchner completó un mensaje no hablado que consta de tres capítulos: viajó al Vaticano para la asunción del nuevo Papa, no opinó sobre el mensaje de Benedicto XVI (con lo cual evitó formalidades o malos entendidos) y sí dejó en claro que su opción preferida en la Iglesia Católica son los palotinos y no el ex obispo castrense Antonio Baseotto.
Con sus catacumbas donde hay Papas enterrados, la iglesia no es una capilla marginal y cuenta con la peculiaridad de que uno de los párrocos es un argentino de buena relación con el embajador en el Vaticano, Carlos Custer.
La comitiva entera, ya en campera y sin los trajes oscuros de la mañana, llegó hasta la plaza, donde hay una terminal de colectivos, después de las ocho de la noche.
“Los palotinos fueron víctimas del terror, pero tal vez su mensaje fue que actuaron como una iglesia profética que anuncia y denuncia”, dijo el cura en el recibimiento a los argentinos.
Después les dijo a Kirchner Néstor Carlos y Kirchner Cristina que les daba las gracias a ellos y a Custer. “Les agradezco por no habernos dejado solos, porque estuvimos solos muchos años, y porque vemos que la memoria está siendo rescatada”, dijo.
“Es un compromiso del Estado y del pueblo”, respondió Kirchner solamente.
Los muertos por una patota militar fueron cinco: los padres Alfredo Leaden, Pedro Dufau, Alfredo Nelly y los estudiantes Salvador Barbeito y Emilio Barletti, de San Patricio, en Estomba al 1900 de Belgrano. Los palotinos, especializados como los jesuitas en la educación, tienen peso entre los inmigrantes irlandeses de la Argentina.
Después de ver la placa esculpida en la piedra, Kirchner bajó a las catacumbas, en restauración y tratamiento para salvar los frescos de la humedad, que impregna el ambiente con olor ácido pero no alcanzó a destruir ni las pinturas ni a pulverizar del todo algunos bajorrelieves. Una pared está siendo estudiada para determinar si no es una antigua muralla romana. Cerca están los retratos de San Dionisio y Santo Stefano y la mesa con el libro que firmó la comitiva.
Cristina Kirchner fue escueta. “Con memoria, con verdad y con justicia”, dice su texto.
El del Presidente es más largo, no ganaría un concurso mundial de caligrafía pero igual la letra se entiende. Está firmado “en nombre del pueblo y del Estado argentino”. Dice que “venimos a traer nuestro profundo reconocimiento a nuestros hermanos palotinos, asesinados vilmente por la dictadura militar”. Y cierra antes de la firma: “Justicia y memoria, nuestros objetivos permanentes”.
“Que Dios bendiga la memoria”, empieza la frase del ministro del Interior, Aníbal Fernández, motivado, dijo, por el planteo del sacerdote cuando explicó que había que sacar una conclusión de las muertes.
Un cura irlandés le hizo, ahí mismo, un regalo a Kirchner. Le avisó que debajo del envoltorio había algo que podría servirle para el frío patagónico y “para otros fríos que a veces hay cuando se está en el gobierno”. Era una botella de Jameson.
A la mañana Kirchner había sido uno de los 36 jefes de Estado que asistieron a la entronización del nuevo Papa. Hubo 140 delegaciones pero solo esos 36 eligieron un nivel más alto que ministro o vicepresidente, al revés de lo que sucedió con los funerales de Juan Pablo II.
Después de la ceremonia saludó a Josef Ratzinger. Ni el Presidente ni la senadora Fernández, y tampoco otros jefes de Estado, se arrodillaron obesaron el anillo de Benedicto XVI. La Argentina tenía un lugar privilegiado por el orden alfabético, pero los Kirchner estuvieron precedidos de los reyes de España y hasta de Alberto de Mónaco. En el protocolo del Vaticano –cada vez más una monarquía absoluta, aunque no hereditaria– primero vienen las otras monarquías y después las repúblicas.
El saludo, según dijeron funcionarios argentinos, estuvo desprovisto de toda referencia a Baseotto, el ex obispo cuyo acuerdo fue declarado cesante por el Gobierno después de que usara contra el ministro de Salud, Ginés González García, una cita bíblica que pedía poner una piedra y arrojar al mar, en este caso por hablar del reparto de preservativos.
Un miembro de la embajada en el Vaticano explicó que en estos casos el paso de las delegaciones extranjeras es rápido, y describió el saludo de los Kirchner dentro de lo corriente para las otras comitivas.
Trascendió qué le dijo la senadora al Papa: “Que Dios lo bendiga”.

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El presidente Néstor Kirchner, en el momento de escribir su mensaje en el libro de la Iglesia.
 
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