EL MUNDO › SE CONSOLIDA EL RECHAZO
A LA CARTA MAGNA EUROPEA EN FRANCIA
Non, non, non y cien mil veces non
Francia vota mañana en un referéndum sobre la Constitución Europea. Alemania la terminó de confirmar ayer en su Parlamento, pero los franceses parecen resueltos a seguir el camino opuesto, con la totalidad de las encuestas adelantando una victoria del “no”.
Por Francisco Peregil *
Desde Lyon
Los últimos sondeos elaborados en Francia muestran que los partidarios del no en el referéndum sobre la Constitución Europea que se celebrará mañana recuperan sus cotas más altas de posibilidades de ganar. El diario Le Figaro publicaba ayer una encuesta que concedía a los defensores del no 10 puntos de ventaja (55 por ciento frente al 45 por ciento del sí). El diario Le Monde, por su parte, concedía ayer al no nueve puntos de ventaja (54 por ciento frente a 46 por ciento). El rotativo suizo La Tribune de Genéve rebajaba sin embargo la ventaja del no al 52 por ciento.
Los principales diarios de Francia han abogado claramente por el sí. Lo han hecho en decenas de editoriales y artículos de opinión. Algunos lectores se han quejado de que el espacio que se concede a los partidarios del sí es mucho mayor. Sin embargo, día tras día han publicado sondeos en los que la sociedad se pronuncia claramente por el no. El pasado jueves llegó a Lyon con su esposa el presidente del Frente Nacional, el ultraderechista Jean-Marie Le Pen, de 76 años, uno de los grandes defensores del no. Su campaña ha sido de perfil bajo. Ha tratado de pasar inadvertido para no ahuyentar a los cientos de miles de votantes de izquierda que pretenden votar no, igual que él. Le Pen, claramente mermado en sus facultades físicas por los achaques de la edad, pedía constantemente en Lyon que le repitiesen las preguntas. Cuando un reportero le preguntó cuántos mítines había realizado en toda la campaña, él reconoció que sólo 10. “Un minuto en el informativo televisivo de las ocho de la noche vale más que diez intervenciones públicas”, aseguró. En cualquier caso, su mensaje ha calado. En los carteles de la calle y en los panfletos que reparte su partido se repite machaconamente el mensaje: “No a la Constitución = No a Turquía = No a Chirac”. El Frente Nacional advierte sin tapujo en sus pasquines: “Europa terminará dominada por Turquía. Como las decisiones de los Estados dependen de su población, Turquía dentro de 20 años, con 100 millones de habitantes, dominará el Consejo y el Parlamento europeos”.
Le Pen esgrime el fantasma de Turquía. Y la izquierda del no blande también el miedo a la deslocalización del trabajo y la pérdida de empleo y avances sociales. Por eso, entre las cinco razones que esgrime el Partido Socialista francés en su página de Internet para votar sí, la primera es, precisamente, la que trata del trabajo, el empleo, la Europa social.
Por el flanco de las garantías sociales es por donde más votos está perdiendo el Partido Socialista. El año pasado se celebró un referéndum en la empresa Bosch, de un barrio cercano a Lyon, para decidir si se aceptaba trabajar una hora más a la semana sin ganar más dinero. Si ganaba el no, una parte de la producción iría al extranjero. El sindicato CFOT defendió el sí. Y ganó. Pero también perdió apoyo entre los trabajadores.
La lección que extraen los analistas locales de esa experiencia es que si gana el no, el Partido Socialista francés no podrá continuar su viaje hacia el centro, el mismo viaje emprendido hace años por el PSOE o por el Partido Laborista británico o los socialdemócratas alemanes. Hay una parte de la izquierda socialista que no está dispuesta a reducir su salario a costa de la Europa de los 25. “¿Y qué habría de malo en que un camionero polaco, claramente más pobre que su colega francés, perciba algo más de salario aunque sea un poco a costa del erario francés?”, argumentaba esta semana un partidario del sí en el diario Libération.
“Ese planteo es muy fácil hacerlo en París, que es una ciudad de dos millones de habitantes que viajan por el mundo, que leen prensa internacional... Pero en el resto de Francia las cosas son distintas. Tenemos cerca de Lyon un pueblo con una empresa de 200 camioneros cuyos puestos de trabajo peligran porque los camioneros polacos aceptan cobrarmucho menos”, señala un miembro de la dirección del diario local Le Progrès.
Lo que está pasando, según diversos analistas, es que el país ha llegado al final de una etapa. Y cuesta digerirlo. “Hace poco nuestros soldados se tuvieron que marchar de Costa de Marfil. Fue un palo para nuestro orgullo”, comenta el citado analista. “Lo que aquí se está debatiendo es qué tipo de Francia queremos, qué tipo de Partido Socialista y de sindicatos.” Hay una Francia iracunda que quiere votar contra el gobierno. Y de paso, contra la Constitución. Incluso algunos de los votantes del sí llegarán a las urnas embargados por un sentimiento de rabia y de hartazgo.
Ese es el caso Anne-Laure, vendedora de libros en el centro de Lyon: “Votaré por el sí porque no creo en Francia. Me he dado cuenta de que los socialistas aquí ya no tienen fuerza ni imaginación. A ver si metiéndonos más de lleno en Europa conseguimos que otros tiren con más fuerza del carro”.
* De El País de Madrid. Especial para Página/12.