EL MUNDO › LA TORMENTA ELUDIO LAS AREAS MAS POBLADAS Y VITALES DE TEXAS Y LOUISIANA
El monstruo Rita rugió pero pasó de largo
Veinticuatro horas antes de tocar tierra, el huracán Rita cambió su dirección, lo que aseguró que no golpearía Houston e impactaría en áreas poco pobladas. Los daños fueron mucho menores que con Katrina, no se informó de víctimas y la evacuación resultó efectiva.
Por Rupert Cornwell *
Una masiva operación de asistencia y rescate comenzó anoche luego de que el huracán Rita embistiera contra la costa del golfo de Estados Unidos, golpeando comunidades a lo largo de la frontera de Texas y Louisiana con furiosos vientos, cortinas de lluvia y frentes de tormenta, que dejaron a muchas áreas tierra adentro cubiertas por centímetros de agua. Rita, uno de los huracanes más temidos de los últimos años, tocó tierra a las 2.30 a. m. de ayer como una tormenta de categoría 3, con vientos de un máximo de 192 kilómetros por hora y ráfagas incluso más fuertes. Aunque descendió de la categoría 5, el monstruo de 280 kilómetros por hora que cruzó el Golfo de México la semana pasada era todavía una enorme y poderosa tormenta, de más de 640 kilómetros de amplitud. Horas después de que golpeara, enormes olas y vientos aún estaban castigando Lake Charles, una ciudad en el este de Louisiana. Enormes casinos flotantes fueron arrancados de sus amarras, agitándose en las aguas enfurecidas. Edificios de departamentos de múltiples pisos que dan al lago parecían inundados, abatidos por la oleada de la marea.
Cuando llegó el amanecer, equipos de rescate se dirigieron a las áreas más afectadas, Lake Charles, el centro de industria petrolera Port Arthur en Texas y otras áreas costeras vulnerables. Muchas casas fueron dañadas severamente y árboles y líneas de electricidad fueron derribados en toda la zona. Las inundaciones llegaron incluso a Lafayette, Louisiana, a 48 kilómetros del golfo. Las perspectivas del desastre ampliamente temido desaparecieron luego que Rita virara al Norte y al Este 24 horas antes de que golpeara, desviándose del área de Houston y sus cuatro millones de habitantes hacia partes menos pobladas, lo que también aseguró que no se repetiría la situación del huracán de Galveston en 1900, en el cual murieron por lo menos 6000 personas. Esta vez algunos edificios fueron dañados en la frágil ciudad insular, pero su dique de cinco metros de altura contuvo fácilmente la tormenta. Es más: con la experiencia de Katrina en mente, la población local esta vez partió de antemano. La única gran pérdida de vidas de Rita pueden llegar a ser las 24 personas mayores de un geriátrico de Houston que murieron en un incendio de un autobús el viernes cuando eran evacuadas a Dallas, y una mujer que murió ese mismo día, al parecer de calor y agotamiento, en una autopista congestionada. Luego del primer impacto, Rita bajó a categoría 1, para luego desdibujarse como mera “tormenta tropical”.
Al amanecer, feroces vientos aún azotaban la región. La gran preocupación era el destino de cientos de personas en Port Arthur que desafiaron los alertas oficiales. El pueblo fue golpeado por un frente de tormenta de por lo menos cuatro metros y medio. En el amanecer de ayer, se veían calles anegadas cubiertas de cables de electricidad, árboles arrancados y enseres domésticos, mientras varios incendios avivados por los vientos destruían algunos comercios cerrados. En Lake Charles, daños importantes fueron reportados en el aeropuerto. Estimaciones iniciales calculan el daño de la tormenta en 8000 millones de dólares –una suma considerable pero muy lejos de la factura de 200.000 millones de dólares por la limpieza y reconstrucción de Katrina–. El mayor problema ahora pueden ser las lluvias torrenciales como consecuencia de Rita. Meteorólogos dicen que la tormenta se detendrá hoy sobre el norte de Texas, significando que algunas áreas podrían quedar inundadas hasta con 60 centímetros de lluvia. Esto –y los daños aun no conocidos a las vitales instalaciones de petróleo del golfo– podría ser el mayor legado material de Rita.
Psicológicamente, sin embargo, esta tormenta tuvo un impacto que pocas han tenido. Para la golpeada Costa del Golfo, éste ha sido el otoño del huracán. Desde 1915 que Estados Unidos no experimentaba dos tormentas que llegaran a nivel de categoría 5 en el mismo año. En el espacio de un mes en 2005 ha sido golpeado por dos, ambos siguiendo casi idéntico curso. La primera fue Katrina, para cuya furia el gobierno federal y las autoridades locales estaban totalmente desprevenidos. Como resultado, el sudeste deTexas y el oeste de Louisiana vivieron al borde de los nervios desde que Rita, al principio una tormenta común, se convirtió en un monstruo.
El viernes a la mañana, Houston –normalmente una central económica que representa el 2 por ciento del total de la economía estadounidense– se veía como si hubiera sido golpeada por una bomba de neutrones, con cada edificio intacto pero casi nadie a la vista. Pero si Houston fue perdonada, la devastada Nueva Orleans –si bien se encuentra a 400 kilómetros al este de donde Rita tocó tierra– no lo fue. Una vez más, áreas bajas del empobrecido distrito norte de la ciudad estuvieron bajo casi dos metros de agua ayer, a causa de fuertes lluvias y oleadas que causaron que los diques reparados rápidamente luego de Katrina se volvieran a romper. “Es como ver un asesinato”, dijo Quentrell Jefferson, que solía vivir en el distrito norte pero se refugió en Lafayette. “La primera vez es malo. Luego de eso, uno se acostumbra.” En la práctica, sin embargo, la nueva inundación puede hacer poca diferencia. Las áreas afectadas habían sido mayormente abandonadas y tenían que ser reconstruidas de cualquier forma. Con las bombas de la ciudad ahora funcionando, los ingenieros dicen que el agua será removida relativamente pronto.
Menos de un mes separó a Katrina y Rita. Pero la respuesta a las dos tormentas no podría haber sido más diferente. La primera embistió en un Estado ineficiente y corrupto, bajo la mirada distante de un gobierno federal indiferente. El segundo fue quizás el huracán más anticipado y analizado de la historia. Y su objetivo no fue un Louisiana fatalista e indolente, sino la práctica y voluntariosa Texas, que encima de eso es el estado del actual presidente.
Antes de Katrina, George Bush no fue visto por ningún lado y pagó un enorme precio político por su descuido. Esta vez estuvo (o más exactamente, quiso estar) en todos lados. Ayer visitó Texas, habiendo pospuesto una visita de víspera de la tormenta sólo luego que funcionarios lo convencieron de que el viaje sería una distracción de los preparativos del furioso ataque del huracán. Al mismo tiempo, Fema (agencia federal de manejo de emergencias, por sus siglas en inglés) ha sido liberada de su desafortunado director, Michael (“estás haciendo un trabajo impresionante”, Bush dixit) Brown. Antes, Fema era invisible. Ahora es ubicua. Además, alrededor de 50.000 tropas y guardias nacionales estaban posicionados de antemano para la operación de asistencia.
Pero la memoria más vívida de Rita puede ser la caótica –aunque al fin exitosa– evacuación de la región de Houston de 2,7 millones de personas. En el final, la ciudad se encontró en el “benévolo” lado izquierdo de un ciclón del Atlántico norte, y evitó lo peor. Pero luego de la torpe evacuación de Nueva Orleans, nadie tomó riesgos. El resultado fue el éxodo más grande en tiempos de paz en la historia reciente de Estados Unidos. El pasado jueves a la noche, autopistas rumbo al Norte vistas desde el aire brillaban con moños de luces rojas, ya que un millón de vehículos dejaban el área a paso lento, paragolpes contra paragolpes.
Algunos de los ciudadanos residentes en las zonas afectadas no quisieron irse. Barbara Batten, de 75 años, y que vive en Sugar Land, algunos kilómetros al sudoeste de Houston, estaba planeando seguir las órdenes de evacuación, pero cambió de idea luego de noticias de que las autopistas interestatales fuera del pueblo estaban congestionadas. Dijo: “Mis valijas estaban hechas, pero las autoridades cambiaron de opinion y nos dijeron que nos quedáramos en casa y resistirlo”. “Las autopistas estaban todas abarrotadas y las estaciones de servicio no tenían combustible. No he visto un alma. Todo el lugar es un pueblo fantasma.” Entre aquellos que se fueron estaban los residentes más famosos de la ciudad, el ex presidente George Bush padre y su esposa Barbara. “Han dejado su casa en Houston y se han ido a Washingto”, dijo su hijo Jeb, el gobernador de Florida.
Con todo, Rita no cumplió las predicciones más serias. Pero incluso si la pérdida de vidas es pequeña, el costo económico podría aún ser considerable. Las instalaciones de petróleo alrededor de Houston sobrevivieron intactas, tal como lo hizo el vital canal marítimo de la ciudad. Aun así, el costo de este huracán podría aumentar si medios de transporte en la zona de Port Arthur y Lake Charles resultaran severamente dañados. Las instalaciones, plataformas y refinerías a lo largo y mar adentro de las regiones del este de Texas y el oeste de Louisiana dan cuenta de un cuarto de la producción de petróleo de Estados Unidos, y más de un tercio de la capacidad refinadora nacional. La mayor parte de esa capacidad fue cerrada antes de Rita. Incluso si las refinerías vuelven a abrir rápidamente, la escasez de petróleo es segura. Se teme que el precio de las bombas pueda subir alrededor de 3 a 4 dólares o más por galón, por lo menos a corto plazo.
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12. Traducción: Virginia Scardamaglia.