Miércoles, 1 de febrero de 2006 | Hoy
La troika europea (Gran Bretaña, Francia y Alemania), con el aval de Washington, llevará el asunto nuclear iraní al Consejo de Seguridad de la ONU. Teherán advierte que, si lo hace, sería el fin de la diplomacia y limitará la cooperación con la OIEA.
Por Walter Oppenheimer y Angeles Espinosa*
Desde Londres y Teherán
Las grandes potencias, reunidas el lunes por la noche en Londres, se pusieron de acuerdo para informar al Consejo de Seguridad de Naciones Unidas sobre los incumplimientos de Irán en su programa nuclear. Sin embargo, Rusia y China dieron su consentimiento con la condición de que no se tome ninguna medida contra Irán hasta que el Organismo Internacional para la Energía Atómica (OIEA) eleve un informe detallado sobre la disputa en su reunión del 6 de marzo. En su encuentro de mañana y del viernes, el OIEA se limitará a “informar” al Consejo de Seguridad, sin llegar a “someter a decisión” el caso iraní. El presidente de ese país, Mahmud Ahmadinejad, amenazó ayer con limitar su cooperación con el organismo nuclear de la ONU si se lleva a su país ante el Consejo. “Significaría el fin de la diplomacia”, alertó por su parte el responsable de temas nucleares, Alí Lariyaní.
El acuerdo se logró durante una cena que reunió en Londres a los ministros de Exteriores de Estados Unidos, Rusia, China, Francia, Reino Unido (los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad) y Alemania, además del representante de la política exterior de la Unión Europea, Javier Solana. El visto bueno de China y Rusia sorprendió a algunos analistas, debido a las reticencias que tenían a llevar a Irán ante el Consejo de Seguridad. El compromiso se logró tras la renuncia de Estados Unidos a “someter a decisión” del Consejo de Seguridad el informe sobre Irán que votará en su reunión de mañana y del viernes el OIEA. Esta organización se limitará a “informar” a la ONU sobre los incumplimientos. “El hecho de que se informe en lugar de someter el asunto a decisión simplemente quiere decir que el OIEA va a seguir involucrado”, precisó el primer ministro británico, Tony Blair, dando así margen a un cambio de actitud de Irán antes de que el Consejo de Seguridad se vea obligado a tomar una decisión. Esta flexibilidad da pie para que se mantenga la presión diplomática sobre Irán, y abre una ventana de cinco semanas en la cual esperan que la República Islámica dé marcha atrás a la confrontación y detenga sus actividades de enriquecimiento de uranio que podrían eventualmente producir una bomba. Diplomáticos rusos y chinos viajaron anoche a Teherán para presionar a las autoridades iraníes, con quienes mantendrán negociaciones hoy. Moscú se ha ofrecido a suministrar a Irán las materias primas que necesita para generar energía nuclear, lo que permitiría cumplir el doble objetivo de que el país disponga de la electricidad que dice necesitar y que Occidente se asegure de que lo hace sin acceder a tecnología que le permita fabricar la bomba atómica.
Sin embargo, el presidente iraní Mahmud Ahmadinejad dijo que “si se envía el caso iraní al Consejo de Seguridad, la República Islámica de Irán, de acuerdo con la ley (...), se verá obligada a suspender la aplicación voluntaria del protocolo adicional”. A finales del año pasado, el Parlamento iraní aprobó una ley que exige al gobierno el cese de la cooperación con el OIEA en caso de que se lleve su expediente al Consejo de Seguridad. Pese a que aún no ha ratificado el protocolo adicional al Tratado de No Proliferación (TNP), Teherán venía aceptando hasta ahora las inspecciones reforzadas que establece. “No renunciaremos a nuestro derecho a enriquecer uranio”, subrayó. Además, Irán amenazó con utilizar sus poderes en la región contra los países que lo denuncien a la ONU, haciendo referencia a sus aliados islamistas en Irak, Afganistán y Líbano. La agresividad de la respuesta da una idea de hasta qué punto el asunto toca su dignidad nacional, extremo que las autoridades están utilizando para movilizar el apoyo interno.
La resolución borrador para la reunión del OIEA de mañana está en preparación, y se espera que sea adoptada por los 35 miembros, aunque seguramente deberá someterse a votación. El respaldo de Moscú y Pekín al envío de la cuestión iraní al Consejo de Seguridad supone una presión indirecta para India, que parece indecisa a votar a favor en el consejo de gobierno del OIEA, y podría inclinarse por la abstención. De la firmeza del voto depende el calibre del mensaje de la comunidad internacional a Teherán, que a estas alturas parece contar sólo con el voto favorable de Venezuela, que dijo acordar con Teherán en su derecho de desarrollar energía nuclear con fines pacíficos.
* De El País de Madrid. Especial para Página/12.
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