Martes, 14 de marzo de 2006 | Hoy
EL MUNDO › EL EJERCITO DEJO ALGUNAS FAVELAS DE RIO DE JANEIRO
Por Darío Pignotti
Desde San Pablo
Con aplausos y fuegos de artificio, los vecinos de algunas favelas cariocas saludaron la retirada, iniciada el domingo, de los 1600 militares del ejército brasileño con el que convivieron de mala gana durante 10 días. Desde lo alto del morro de Providencia, donde ocurrieron los enfrentamientos armados más intensos, los “soldados” del narco hicieron oír con estruendos lo que consideran una “victoria” sobre las Fuerzas Armadas y el fin del cerco que puso en apuros la venta minorista de cocaína en las “bocas de fumo”.
Sin embargo, el repliegue no fue total. La Operación Asfixia, el mayor operativo militar montado en Río de Janeiro desde 1994, dio paso ayer a su segunda fase, en la que se realizaron diversas acciones puntuales en las barriadas de Dendé y Vilha dos Pinheiros, en la zona norte de la ciudad, hacia donde se desplazaron 400 efectivos respaldados por carros blindados, tanquetas y helicópteros. También se montaron controles en la Línea Roja, autopista que atraviesa el norte de la capital fluminense.
El viernes 3 de marzo, siete hombres encapuchados, posiblemente narcos, habían ingresado tranquilamente en un depósito del Establecimiento Militar Central de Transportes del Ejército, en Sao Cristovao (zona norte), donde se hicieron con 10 fusiles FAL y un arma 9 mm. En un comunicado oficial, el Comando Militar del Este (CME), que tiene jurisdicción en Río, prometió que las armas sustraídas iban a ser encontradas, porque el robo había mancillado el orgullo castrense.
Después de 11 días de infructuosa búsqueda, la retórica de los militares comenzó a dejar de lado las altisonancias. El coronel Fernando Luis Lemos sostuvo ayer que el ejército no ha desistido en su objetivo de recuperar las armas robadas, pero admitió que no se trata de una tarea sencilla. Hombre de fe, Lemos dijo que las piezas robadas aparecerán, “si Dios quiere”.
El jefe del Estado Mayor del Comando Militar del Este, general Helio de Macedo, rechazó que esta fase II de la Operación Asfixia, en que fueron desalojadas 11 favelas, deje al desnudo la impotencia de las fuerzas regulares. En su opinión, las tropas regulares no fueron impotentes para desmontar el poder de las bandas que controlan las barriadas humildes, cuyo producto bruto se concentra en el tráfico de drogas, armas y las apuestas clandestinas (el “juego del bicho”).
Ante las denuncias de maltratos y arbitrariedades cometidas contra la población civil, el general Macedo prometió que se harán las averiguaciones del caso. Cuando se lo consultó sobre la necesidad de apostar tanquetas con sus cañones apuntando hacia las casillas levantadas en las laderas de los morros, Macedo dijo que su objetivo no era atacar a los vecinos sino proteger a sus soldados de la hostilidad de los narcos, quienes cuentan con un poderoso parque militar, que algunos estiman en miles de armas pesadas.
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