Sábado, 4 de noviembre de 2006 | Hoy
EL MUNDO › HABRA CUMBRE EN PEKIN CON 40 PAISES DEL CONTINENTE
Por José Reinoso *
Desde Pekín
Con miles de farolillos rojos en las principales avenidas, festivales callejeros y grandes pancartas con slogans como “Africa, la tierra de los mitos y los milagros”, Pekín celebra este fin de semana la mayor cumbre de líderes africanos de su historia. Los jefes de Estado o de Gobierno de más de 40 países, de los 53 que tiene el continente, debatirán durante dos días con los dirigentes chinos la forma de incrementar sus relaciones económicas y políticas.
Las empresas chinas están envueltas en un gran número de obras de infraestructura en Africa, como la construcción de una presa hidroeléctrica en Gabón, cifrada en 2500 millones de euros, dentro de un proyecto para acceder a mineral de hierro en una remota región. Y este fin de semana podría ser concluido un acuerdo para financiar la reconstrucción del puerto Buchanan, en Liberia. Además, China exporta cada vez más productos a Africa, donde los teléfonos móviles, las bicicletas o los aparatos electrónicos asiáticos se han convertido en una alternativa, porque, aunque no sean los de mejor calidad, son asequibles para la población. Los intercambios comerciales entre China y Africa se han multiplicado casi por 10 entre 1995 y 2005, cuando fueron de 39.700 millones de dólares. Este año se prevé que superen 50.000 millones. A finales de 2005, Pekín había establecido más de 800 empresas en Africa, con una inversión conjunta de 6270 millones de dólares.
El creciente peso del país en vías de desarrollo más poblado del mundo en el continente con más países en vías de desarrollo está provocando un cambio geopolítico que, según los dirigentes de ambos lados, obligará a Washington y Europa a prestar más atención y modificar sus políticas con Africa.
Pero la presencia china no está exenta de tensiones. Trabajadores africanos han protestado contra lo que consideran maltrato y bajos salarios por parte de las compañías asiáticas y por la llegada de chinos que les quitan los empleos. Sudáfrica ha asegurado que la entrada masiva de textiles chinos podría hundir la industria local. Y en Zambia, aliado político desde hace décadas, China se convirtió en uno de los temas centrales de las elecciones presidenciales del pasado septiembre cuando el candidato de la oposición, Michel Sata, ganó un gran apoyo –aunque al final no ganó– al criticar los supuestos beneficios de las inversiones de Pekín. En julio, los empleados de una mina en Zambia de propiedad china protagonizaron fuertes movilizaciones por los bajos sueldos.
Al mismo tiempo, gobiernos occidentales y organizaciones de derechos humanos acusan a Pekín de respaldar con sus negocios a países como Sudán y Zimbabwe, donde existen graves violaciones de los derechos humanos. La semana pasada, el presidente del Banco Mundial, Paul Wolfowitz, dijo que la búsqueda de materias primas en Africa había llevado a China a ignorar estas cuestiones y los problemas medioambientales.
Pekín replica que su política es no interferir en los asuntos internos de los demás y que su presencia en Africa ha mejorado la vida de mucha gente de la calle. “Nuestro principio en las relaciones con otros países es nunca tratar de imponer nuestro sistema social, modo de desarrollo, valores e ideología”, ha dicho Liu Jianchao, portavoz de Exteriores.
* De El País de Madrid. Especial para Página/12.
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