Jueves, 23 de noviembre de 2006 | Hoy
EL MUNDO › MILES FUERON AL FUNERAL DEL MINISTRO ANTISIRIO ASESINADO
La tensión entre el gobierno antisirio y la oposición prosiria, encabezada por Hezbolá, puede estallar en cualquier momento. Los partidarios del primero quieren convertir la muerte de Pierre Gemayel en una “intifada de la independencia” en rechazo a Siria.
Por Naiara Galarraga *
Desde Jerusalén
La fiesta nacional de Líbano, el Día de la Independencia, se convirtió ayer en una jornada de pésames. El cadáver del ministro de Industria, el cristiano Pierre Gemayel, asesinado a tiros la víspera en Beirut y uno de los líderes de la coalición que rechaza la influencia siria en el país, fue velado por miles de personas en su pueblo natal, Bikfaya. Ningún dirigente prosirio acudió. Los detractores de la tutela de Damasco temen que no sea el último crimen. “Debemos esperar, desgraciadamente, más asesinatos de ministros y parlamentarios”, aseguró el líder druso Walid Jumblatt.
Gemayel, de 34 años, era heredero de una saga familiar implicada hace siete décadas en la endiablada política libanesa. Su féretro, cubierto con la bandera de su partido, la Falange, y no con la del Líbano, fue trasladado a la casa familiar, en Bikfaya, a 25 kilómetros de la capital. Miles de seguidores lo despidieron como “un mártir”. Su padre, el ex presidente Amín Gemayel, que desde el principio rechazó cualquier acto de venganza, afirmó: “No permitiremos que las fuerzas del mal venzan”. El funeral se celebra hoy en Beirut. Los antisirios quieren convertirlo en una “intifada de la independencia”, en una muestra popular de rechazo a la injerencia de Damasco. Siria ocupó Líbano durante tres décadas, hasta que en abril de 2005 el Consejo de Seguridad de la ONU lo forzó a retirarse. Con el país destruido por la guerra de este verano e inmerso en una gravísima crisis entre las distintas sectas religiosas, aumenta el temor de un enfrentamiento civil. Los llamamientos a la calma se suceden desde todos los sectores. La tensión entre el gobierno antisirio y la oposición prosiria, encabezada por Hezbolá, cuyos ministros dimitieron recientemente, puede saltar a la calle en cualquier momento. Las oficinas del ministro de la coalición gobernante Michel Faraón fueron tiroteadas. El partidomilicia chiíta amenaza hace semanas con protestas populares para derrocar al Ejecutivo. “Que la última tragedia de una familia no se convierta en la de un país”, titulaba su editorial el diario beirutí Daily Star. El presidente libanés, el prosirio Emile Lahud, dijo por televisión: “Apelo a la unidad de todos los libaneses pues, de lo contrario, perderemos todos”. La de Gemayel es la quinta muerte violenta de un antisirio en dos años. “Que sepa el gobernante de Damasco que cada asesinato y cada intento de asesinato es un clavo en el ataúd del régimen sirio”, aseguró el líder druso Walid Jumblatt, uno de los más acérrimos enemigos de la larga mano del presidente Bachar el Asad. Siria, que condenó inmediatamente el crimen, niega que esté tras esta o las otras muertes. Nada se sabe de quién mató a Gemayel. Ninguno de los muchos asesinatos políticos que han sacudido la política libanesa –incluidos cinco de los Gemayel y el padre de Jumblatt, el presidente Kamal Jumblatt, en 1977– se ha resuelto.
La única consecuencia es que aceleró la aprobación en el Consejo de Seguridad de un tribunal especial que juzgue a los sospechosos –la investigación apunta a Damasco– del magnicidio de Rafik Hariri, aunque requiere el visto bueno del prosirio Lahud. Beirut pide a la ONU que también indague la muerte de Gemayel.
* De El País de Madrid. Especial para Página/12.
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