Jueves, 23 de noviembre de 2006 | Hoy
Uruguay aprobó el Congreso regional con los votos del Frente Amplio y el rechazo unánime de toda la oposición.
Por María Laura Carpineta
A pesar del rechazo unánime de la oposición, el Frente Amplio (FA) consiguió darle el empujón final a la última gran iniciativa del Mercosur, la creación de un Parlamento regional. Los blancos y los colorados –los tradicionales partidos dominantes de la política uruguaya– volvieron a unir fuerzas ayer para cuestionar la política exterior del gobierno progresista de Tabaré Vázquez y particularmente su apuesta a ampliar y profundizar el bloque regional. “Es como un matrimonio que se lleva muy mal y para arreglarse decide tener un hijo”, ironizó el diputado colorado José Amorín Battlle, en diálogo con Página/12. Pero todos estos cuestionamientos fueron inútiles frente a la mayoría oficialista, que aprobó sin problemas en la madrugada de ayer la creación del Parlamento, que ya había sido refrendado por los otros miembros (Argentina, Brasil y Paraguay) y que entraría en vigor el 31 de diciembre. Para el oficialismo la cuestión es muy simple. “Estamos viviendo en un mundo de bloques. No se puede estar solo ni negociar solo. Crear un Parlamento es una manera de ayudar a afianzar los elementos políticos que dan fuerza al Mercosur”, sintetizó el jefe de la bancada del FA en la Cámara alta, Alberto Couriel.
En diálogo telefónico con Página/12, el senador defendió la ampliación y profundización del bloque. “Actualmente no existe una cultura mercosuriana. El Parlamento podría ayudar a construirla”, afirmó. Pero la oposición uruguaya tiene una postura más pesimista. Los legisladores blancos y colorados intentaron incomodar a sus pares oficialistas destacando los problemas actuales del bloque.
El conflicto con Argentina por las papeleras fue el gran protagonista de la maratónica sesión que se extendió desde el martes a la tarde hasta ayer a la madrugada. “Argentina nos está matando”, sentenció el diputado colorado Washington Abdala, al discutir los cortes de rutas instalados en Gualeguaychú. “¿Hasta dónde vamos a bancar el atropello? ¿Dónde está el límite de nuestra dignidad?”, preguntó el legislador, intentando acorralar a la bancada oficialista con uno de los pocos temas en los que oposición y gobierno coinciden. Pero el FA respondió poniendo distancia sobre las dos cuestiones y diferenciando a la Argentina del resto del bloque. “No voy a poner a los pueblos del Mercosur, ni a los países, ni al proceso de integración como rehén de los piqueteros argentinos”, contraatacó la diputada Silvana Charlone.
Para Couriel, el problema con Argentina se está convirtiendo en una traba para avanzar en la integración. Sin embargo, reconoció que no por ello el proceso está en peligro. “Tendremos una diferencia circunstancial, pero el bloque es estratégico”, explicó. La oposición, por el contrario, ha intentado convencer que la crisis con Argentina y los diferendos comerciales que mantiene con Brasil han inutilizado al bloque. “El Mercosur no funciona. Está en crisis”, sentenció el diputado Amorín Batlle, correligionario y pariente del ex presidente Jorge Batlle.
Mientras en Diputados la oposición intentó destacar los problemas entre los vecinos, el ex presidente blanco Luis Alberto Lacalle, uno de los fundadores del Mercosur, advirtió sobre el peligro de una pérdida de autonomía e independencia. “El paso dado por el Parlamento es contrario a los intereses de mi patria. Pone a la misma en manos de mayorías como la argentina, la brasileña y la venezolana, cuyos intereses no son ni pueden ser idénticos a los del Uruguay”, cuestionó. Para el ex mandatario, su país corre el riesgo, por su asimetría de poder con respecto a Buenos Aires y Brasilia, de quedar sometido a las voluntades de los países más grandes. La advertencia de Lacalle se basa en un clima de opinión que impera en Montevideo –incluso dentro del gobierno– y que sostiene que el Mercosur no está intentando disminuir las asimetrías entre los socios, sino que, en cambio, a veces las potencia. Pero el FA está intentando mirar más allá de las dificultades actuales y pensar a nivel de toda la región. “Ya hay seis gobiernos progresistas en América latina y la derecha se está asustando. Están intentando agrandar cualquier acontecimiento para crear trabas”, aseguró Couriel.
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