Efectivos militares federales comenzaron a llegar ayer a Río de Janeiro para reforzar la seguridad en la ciudad, que es azotada desde hace diez días por una ola de violencia atribuida al narcotráfico. El envío fue autorizado el jueves por la noche por el gobierno central. En tanto, doce presos, catalogados como los líderes más peligrosos del narcotráfico carioca, fueron trasladados desde Río de Janeiro a un penal de máxima seguridad en el estado meridional de Paraná en un operativo sorpresivo por orden del gobernador Sergio Cabral.

El secretario nacional de Seguridad Pública, Luiz Fernando Correa, señaló que el contingente, de hasta 600 efectivos, irá llegando de a poco de manera anticipada al envío que estaba previsto para febrero para participar del esquema de seguridad montado para los Juegos Panamericanos que tendrán sede en Río de Janeiro en julio. El secretario indicó que, además de anticipar la llegada, el contingente fue redimensionado y actuará en las entradas de acceso a la ciudad y en los límites con otros estados para combatir el tráfico de drogas y de armas, hasta que se unan a los demás agentes movilizados con motivo de los Juegos Panamericanos.

En los próximos días también arribarán a la ciudad carioca 24 aeronaves de patrulla y multipropósito, que formarán parte del esquema de seguridad de los Juegos, que involucrará a 10 mil efectivos, entre militares, policías federales y civiles y bomberos.

El envío anticipado de efectivos fue autorizado el jueves por la noche por el presidente, Luiz Inácio Lula da Silva, a pedido del gobernador Cabral, tras analizar la crítica situación que se vive en la ciudad carioca en una reunión con los ministros de Defensa, Waldir Pires; de Justicia, Luiz Paulo Barreto, y de Seguridad Institucional, Jorge Féliz.

Desde el 28 de diciembre pasado, Río de Janeiro vive una ola de ataques atribuidos a grupos de ex presidiarios y narcotraficantes, que dejó un saldo de más de 20 muertos.

Según informes de inteligencia citados por la prensa brasileña, los ataques son en respuesta al accionar de milicias parapoliciales en las favelas, planificadas desde las cárceles, que intentan controlar la actividad del narcotráfico.