Martes, 16 de enero de 2007 | Hoy
Un medio hermano de Saddam Hussein, ex jefe de la policía secreta, y el juez que condenó a muerte a 148 chiítas fueron ahorcados ayer en medio de críticas de todo el mundo y una creciente tensión.
Por Patrick Cockburn *
La cabeza del medio hermano de Saddam Hussein fue separada de su cuerpo cuando fue colgado a las 3 de la madrugada de ayer. Fue un espectáculo dantesco que probablemente profundice el odio entre los sunnitas y los chiítas en Irak. Un video de la ejecución de Barzan Ibrahim al Tikrit, quien fuera una vez el cruel jefe de Inteligencia de Saddam, muestra su cabeza encapuchada separada de su cuerpo. El ex juez, Awad Hamer al Bander fue colgado junto con él. “Los convictos no sufrieron ningún maltrato”, dijo un vocero del gobernador que declaró que la decapitación accidental fue un acto de Dios.
“Sus derechos no fueron violados. No hubo insultos.” A los periodistas se les mostró una película de los dos hombres vestidos con mamelucos naranja parados en el cadalso antes de ser encapuchados. A Al Bander se lo vio colgando de la soga, mientras que el cuerpo de Barzan cayó sobre el piso de frente con su cabeza decapitada. El gobierno iraquí dijo que no permitiría que la película fuera vista por el público. El hijo político de Barzan, Azzam Salih Abdullá, declaró que la decapitación fue un acto de venganza de los líderes chiítas, que son llamados safavids por sus opositores, dejando implícito que son de extracción iraní. “En cuanto a arrancar la cabeza, esto es la venganza de los safavids”, dijo desde el exilio en Yemen. La burla de los espectadores mientras Saddam Hussein se dirigía a su muerte hace dos semanas provocó la indignación internacional y exacerbó los divisiones sectarias dentro de Irak. Estados Unidos se ha distanciado de las circunstancias brutales que rodearon a las ejecuciones, aunque los hombres condenados estuvieron bajo la custodia de Estados Unidos hasta minutos antes de morir.
“Mucha gente dirá que fueron torturados”, dijo un iraquí poco después de las ejecuciones de ayer. “Parece pura venganza. Todos saben que no fue un juicio justo. Las ejecuciones han hecho que estos asesinos parezcan unos mártires.” La incapacidad del gobierno iraquí de Nouri al Maliki para llevar a cabo las ejecuciones eficientemente pone de manifiesto su ineficacia general. Pero Maliki tuvo un papel decisivo en que las ejecuciones se llevaran a cabo tan pronto como fue posible.
Barzan Ibrahim, de 55 años cuando murió, era uno de los tres medio hermanos de Saddam con los que el líder iraquí se crió en el pueblo de Ouija, al norte de Bagdad. Saddam tenía una relación muy estrecha con Barzan, Sabawi y Watban después de la muerte de su padre. Los tres luego pasaron a ocupar importantes cargos en el área de seguridad. Barzan, 14 años más joven que Saddam, era jefe de la policía secreta Mukhabarat desde 1979 a 1983. Fue ejecutado por el asesinato de 148 campesinos chiítas de Dijail, después de un intento de asesinar a Saddam en 1982. Barzan también fue embajador de Irak ante la ONU y vivió en Ginebra desde 1988 a 1998. Su influencia junto con la de Watban y Sabawi se vio reducida por el creciente poder que adquirieron los hijos de Saddam, Uday y Qusai. En Ginebra, Barzan controlaba parte de los gastos de Irak, pero su rol exacto siempre fue impreciso. En un momento se creyó que podía negarse a regresar a Bagdad después de que su mujer murió de cáncer. Volvió a Ginebra repetidas veces mientras sus hijos estudiaron ahí.
Los iraquíes en Bagdad quieren ver lo que significará para ellos la llegada de los refuerzos de Estados Unidos prometidos por el presidente Bush. El ejército Mehdi, la principal milicia chiíta, está desmantelando varios de sus puestos de control y almacenando armas, lo que indica que quiere evitar una confrontación militar abierta. Esto concuerda con las tácticas del ejército Mehdi, ya que confrontaron dos veces a las fuerzas estadounidenses en 2004.
Estados Unidos ha estado tratando de dividir a la poderosa coalición chiíta desde que ganó las elecciones en 2005, pero esto puede resultar difícil, especialmente si la unidad política chiíta está apoyada por el Gran Ayatolá Ali al Sistani, todavía la figura chiíta más influyente en Irak. “Tememos un ataque total en nuestros vecindarios”, dijo Ismail, un sunnita del oeste de Bagdad. La semana pasada, las fuerzas de Estados Unidos y de Irak atacaron a un bastión insurgente cercano a la Zona Verde, proclamando que habían matado a 50 militantes. Los diplomáticos sirios dijeron que muchos de los muertos eran opositores exiliados en Damasco.
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
Traducción: Celita Doyhambéhère.
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