Sábado, 27 de enero de 2007 | Hoy
EL MUNDO › UNA BOMBA CAUSO 15 MUERTOS EN EL EMBLEMATICO MERCADO DE AVES DE BAGDAD
Nancy Pelosi fue recibida en Irak con una sinfonía de bombas que dejó un tendal de muertos y heridos a lo ancho de la ciudad, mientras Bush en Washington promovía la caza de agentes iraníes y presentaba a su nuevo comandante.
Por Patrick Cockburn *
Desde Bagdad
Una bomba en el mercado de pájaros de Bagdad mató ayer a 15 personas e hirió a 55 en un atentado dirigido a los civiles chiítas el día en que viajó sorpresivamente a Bagdad la demócrata Nancy Pelosi, presidenta de la Cámara de Representantes de Estados Unidos.
Los iraquíes siempre han amado los pájaros cantores y a menudo los tienen como mascotas. Se compran y se venden en el mercado Ghazil, una colección de casillas destrozadas frente a una mezquita en el centro de la ciudad. Aquí se exhiben todos los viernes por la mañana papagayos canarios, loros, palomas, halcones y muchos otros tipos de pájaros.
Aun de acuerdo con las despiadadas normas de los terroristas de Bagdad, el ataque de ayer fue cruelmente planeado. La policía dijo que creía que los explosivos, el reloj y el detonador habían estado ocultos en una caja de cartón en la que el terrorista había hecho varios agujeros para que pareciera que contenía pájaros. Estalló justo antes de las 11 de la mañana, cuando comienza un toque de queda sobre los vehículos en Bagdad con el propósito de proteger a la gente que va a las mezquitas para la oración del viernes.
Había sangre por todo el suelo donde había estallado la bomba. Los pequeños pájaros que sobrevivieron a la explosión todavía piaban en sus jaulas destartaladas. Aunque todos los iraquíes de todas las sectas que aman a los pájaros van al mercado Ghazil, es predominantemente un barrio chiíta. El mercado siempre tenía un aire festivo. Yo solía ir seguido. Aun en plena campaña de bombas durante la Primera Guerra del Golfo en 1991, los vendedores de pájaros se reunían con sus jaulas. En edificios alrededor de la mezquita era posible comprar halcones muy caros que habían llegado de lugares tan remotos como Georgia y Armenia, aunque mi única compra fue la de dos canarios.
Uno a uno los hitos de Bagdad están desapareciendo, tragados por el torrente de violencia. No lejos de Ghazil solía estar el mercado de libros al Muthanabi, donde los viernes los vendedores solían poner sus libros en el suelo. A menudo los libros estaban en inglés –Shakespeare y Dickens– traídos por estudiantes de Gran Bretaña, donde tantos iraquíes se educaban. Pero el mercado de libros, en la calle Rashid, está ahora en una de las partes más peligrosas de la ciudad y es poco frecuentado si es que se lleva a cabo. Los ataques con bombas en las últimas semanas han estado dirigidos a áreas donde un gran número de chiítas, generalmente yendo al mercado, podían morir por la explosión. Ayer un segundo atentado mató a al menos 25 personas, cuando un coche bomba estalló en el barrio de al Karrada. El lunes, una bomba en el mercado de Bab al Sharji mató a por lo menos 88 personas e hirió a otras 150. El ataque más sangriento fue en el concurrido mercado en Sadr City el 23 de noviembre, cuando cinco autobombas seguidas explotaron por la detonación de dos rondas de morteros, matando a 215 personas e hiriendo a unas 250.
Las bombas son parte de una guerra sectaria que está destrozando a Bagdad. Los sunnitas matan a los chiítas con bombas indiscriminadas, mientras que los chiítas matan a los sunnitas en gran parte tomándolos en los puestos de control, a menudo controlados por la policía chiíta o por comandos de la policía.
Mientras tanto, la presidenta de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, la demócrata Nancy Pelosi –conocida por su dura posición contra la guerra en Irak–, se reunió ayer en Bagdad con el primer ministro iraquí, Nuri al Maliki, durante su sorpresiva visita a Irak. En el encuentro, Pelosi y Maliki reafirmaron su acuerdo para la rápida transferencia de la gestión de la seguridad, en manos del ejército estadounidense, a las fuerzas iraquíes. El nuevo plan de seguridad para Bagdad contempla el despliegue total de 35.000 militares estadounidenses y de 50.000 iraquíes.
Por su parte, ayer Bush declaró haber ordenado hacer frente a quienes pretendan impedir que las fuerzas estadounidenses en Irak logren sus objetivos, mientras funcionarios confirmaron nuevas y más duras tácticas contra agentes iraníes que operan en territorio iraquí. “Si alguien trata de enfrentar a nuestros soldados, impedirnos alcanzar nuestros objetivos o matar a inocentes en Irak, los detendremos”, aseguró Bush. El mandatario estadounidense hizo sus declaraciones tras reunirse en la Casa Blanca con el nuevo comandante de la fuerza multinacional en Irak, el general David Petraeus, confirmado en su cargo este viernes por el Senado en sustitución del general George Casey. Pero pese a la dureza de Bush y a las intenciones del primer ministro iraquí, Bagdad volvió a vivir ayer una nueva jornada de sangre.
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
Traducción: Celita Doyhambéhère.
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