En medio del juicio por los atentados del 11 de marzo de 2004, la policía española detuvo a otros tres sospechosos. Según explicaron, los tres hombres estarían vinculados con la red de apoyo a los terroristas, que lograron huir tras los ataques a Atocha, la principal estación de tren de Madrid. Además, un análisis de ADN habría identificado a un cuarto nuevo sospechoso. Como muchos de los que ya están sentados en el banquillo de acusados, es de origen marroquí. Mientras las investigaciones siguen avanzando, ayer dieron por terminada la primera etapa del megajuicio por los atentados. A partir de ahora el tribunal escuchará a más de seiscientos testigos, entre ellos policías y expertos.

Dos de los detenidos fueron arrestados en la capital española. Abdelkrim L. y Rachid M. –así fueron identificados por la policía– rondan los 30 años y son oriundos de la marroquí Casablanca. El otro detenido es Tarik H., un joven español de 28 años, que cumplía una sentencia por falsificación de documentos en la cárcel de Botafuegos, en Algeciras. Pero este trío no fue la única revelación. Abdelilah Hriz, un marroquí actualmente detenido en una prisión de su país natal, sería el cuarto nuevo sospechoso. Hriz sería el autor material de los atentados del 11-M, según se animó a adelantar ayer el juez Juan Del Olmo, a partir de los resultados de un nuevo estudio de ADN. Pero poco le importó a Hriz la acusación ya que está preso en Marruecos por enviar terroristas a Irak. Según explicó Del Olmo, este marroquí era miembro de la célula islamista que vivía en Madrid y que se encargó de organizar los atentados. Además, podría haber estado involucrado con el tráfico de explosivos usados en los atentados.

Mientras el número de acusados sigue creciendo, el juicio que tiene en vilo a toda España continúa. Ayer declaró el hombre sospechado de haber participado de la entrega de los explosivos, que terminaron matando a 191 personas e hiriendo a más de 1800. Raúl González Peláez, alias El Rulo, como los otros 28 acusados, se declaró inocente. Dijo que en la mina Conchita, donde trabajó desde marzo de 2002 a diciembre de 2003, cualquiera se podría haber llevado explosivos y detonadores. González Peláez fue el primero de los 600 testigos que desfilarán por la sala del tribunal en los próximos meses. Aunque está siendo juzgado y podría recibir ocho años de cárcel, su declaración tiene como objetivo confirmar la acusación de uno de los principales sospechosos, el ex minero retirado Emilio Suárez Trashorras, para quien la Fiscalía pide una condena de 38.667 años. Los otros seis pesos pesados –los tres hombres que habrían colocado las bombas y los supuestos tres cerebros que estuvieron detrás del atentado– también podrían recibir condenas acumuladas de unos 40 mil años.

Entre ellos se destacan Rabei Usmane Sayed Ahmed, más conocido como Mohamed el Egipcio, señalado por la Fiscalía y por todos los medios españoles como el responsable número uno del 11-M. El Egipcio aseguró que nunca fue miembro de Al Qaida o de otro grupo radical. Sin embargo, durante su interrogatorio tuvo que reconocer que había frecuentado a los otros principales sospechosos, quienes sí tienen vínculos probados con organizaciones terroristas. Los tres que habrían colocado las bombas están en un situación aún peor. El marroquí Abdelmajid Buchar y el sirio Basel Ghalyun no pudieron explicar la presencia de su ADN en el departamento en donde siete presuntos autores de los atentados se suicidaron con explosivos el 3 de abril del 2004, tras ser rodeados por la policía. El tercero, el marroquí Jamal Zugam, no pudo contrarrestar el testimonio de cuatro pasajeros de los trenes que lo reconocieron.

Todavía falta escuchar las declaraciones de más de cincuenta policías, unos cien expertos y otros testigos que fueron mencionados por algunos de los acusados. El final de la etapa de interrogatorios está programado para julio. Recién ahí, los 29 acusados podrán volver a hablar y contestar a todas las pruebas que se irán presentando. Y, finalmente, en octubre, los españoles conocerán el veredicto sobre el peor atentado de su historia.