Sábado, 19 de enero de 2008 | Hoy
EL MUNDO › HABRA CRISIS HUMANITARIA DICE LA ONU
Ayer continuaron los ataques aéreos del ejército israelí y murieron cuatro militantes de Hamas. Para Naciones Unidas, el bloqueo pone en riesgo a 1,5 millón de palestinos.
Por Luis Jiménez *
desde Jerusalén
En plena escalada de las hostilidades en Gaza, un misil de la fuerza aérea israelí redujo ayer a escombros las cuatro plantas deshabitadas del edificio que hasta hace unos meses había servido como Ministerio del Interior del gobierno de facto que ejerce el Movimiento de la Resistencia Islámica (Hamas). Un portavoz militar israelí alegó que era un “fuerte” de los islamistas. Al menos cuatro palestinos murieron ayer en el cuarto día consecutivo de ataques aéreos a la región. Israel cerró ayer las fronteras de la Franja de Gaza y con esta medida Tel Aviv cortó aún más el flujo de suministros vitales a la zona y mantuvo la presión militar sobre Hamas para que frene los ataques con cohetes contra su territorio. La agencia de la ONU para los refugiados palestinos denunció ayer que el cierre fronterizo impide el paso de la ayuda humanitaria, lo que empeora la situación de “miseria de 1,5 millón de personas” que viven en Gaza.
Sin embargo, los ataques con cohetes continuaron ayer, y al menos 10 proyectiles cayeron sobre el sur de Israel, incluyendo uno que dañó una guardería infantil en la ciudad de Sderot y otro que alcanzó a la vecina ciudad de Ashkelon, aunque sin provocar víctimas en ambos casos. Israel también siguió con sus operaciones y al menos tres palestinos murieron ayer en tres ataques aéreos en el norte de Gaza, uno de ellos un miliciano de Hamas que acababa de lanzar cohetes y el otro un civil de 17 años que al parecer presenciaba el lanzamiento. Según fuentes del hospital de Shiffa, una mujer murió y resultaron heridos 46 de los asistentes a una boda que se celebraba junto al edificio que había servido como ministerio del gobierno, atacado desde un avión sin piloto, operado por control remoto.
Ya son 50 los palestinos muertos y cerca de un centenar los heridos desde que el martes pasado comenzó la actual escalada de violencia. El bombardeo del ministerio palestino parece una nueva vuelta de tuerca en la agresión de Israel a Gaza. “En la guerra como en la guerra”, dicen los israelíes. Tras el ataque hubo una nueva reducción en el suministro de combustible, que paga la Unión Europea, y se cerró el paso fronterizo entre Israel y Gaza. El cierre afecta, entre otros, la ayuda humanitaria que los organismos internacionales, entre ellos la ONU, prestan a la “prisión más grande del mundo”, con un millón y medio de habitantes, como suelen llamar los palestinos a su terruño, en el que nadie sale y nadie entra. De momento se desconoce si el ejército permitirá salir a enfermos graves que reciben atención médica en hospitales de Israel o en países árabes vecinos.
Las decisiones las tomó el ministro de Defensa y líder laborista israelí, Ehud Barak, en respuesta a los ataques palestinos, que en las últimas 48 horas lanzaron más de 140 proyectiles de mortero contra las localidades del sur de Israel vecinas de la Franja de Gaza. En un caso causaron un incendio en un invernadero y en otro dieron en un jardín de infantes aunque, por estar protegido, no causó víctimas entre los niños. Barak, según analistas israelíes, cree que esas medidas drásticas y la intensificación de las operaciones militares, sin llegar a una invasión masiva de Gaza, “harán entrar en razón a los terroristas”. Pero los milicianos de Hamas están convencidos de que Barak “tirará la toalla” y pedirá el alto el fuego cuando advierta que no se rinden y siguen disparando sus cohetes y sus morteros.
Unos 20 camiones con comida que debían ingresar ayer a Gaza no serán autorizados a hacerlo, dijo el vocero del Ministerio de Defensa israelí, Shlomo Dror, al anunciar el cierre de las fronteras de la región costera. Los pasos siempre están cerrados los sábados, el feriado judío, “y puede que no sean abiertos el domingo si continúan los ataques con cohetes”, dijo Dror. Alrededor de 1,5 millón de palestinos que viven en Gaza reciben comida y suministros de asistencia de Israel y de organizaciones humanitarias.
El presidente palestino Mahmud Abbas sigue la guerra desde lejos, desde la Mukata de Ramalá, en Cisjordania, pues Hamas lo expulsó de Gaza. Y de vez en cuando condena duramente las incursiones del ejército israelí. Abbas tiene otra estrategia: cree que los islamistas, sus enemigos, perderán su fiereza cuando él consiga un Estado palestino independiente si prospera el proceso de paz.
* De El País de Madrid. Especial para Página/12.
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