Jueves, 28 de febrero de 2008 | Hoy
Horas antes de que se liberara a los rehenes, Colombia anunciaba que había caído Helí Mejía, segundo jefe militar de las FARC y carcelero de lujo.
Unas horas antes de que Colombia celebrara la liberación de un segundo grupo de rehenes de las FARC, el gobierno de Alvaro Uribe festejaba un nuevo golpe contra la mayor guerrilla del país. La policía capturó ayer a Helí Mejía Mendoza, líder de varios bloques y presuntamente la mano derecha de Mono Jojoy, el máximo jefe militar de la organización después de Manuel Marulanda. Mejía, más conocido por su alias, Martín Sombra, estuvo a cargo del campamento donde están los tres secuestrados norteamericanos y en el que Clara Rojas, la compañera de fórmula de Ingrid Betancourt, dio a luz a su bebé en 2004. Según le contó a la policía, conoció al padre de Emmanuel, un joven al que tuvo que “degradar” y “castigar” cuando se enteraron del embarazo. Sin embargo, dijo que no sabe qué fue de él.
Anoche, uno de los cuatro rehenes recién liberados recordaba sus días bajo las órdenes de Martín Sombra. “Yo estuve dos años solo en las montañas de Nariño, en la frontera del Putumayo (departamento limítrofe con Ecuador). Después me llevaron, pasando por Ecuador, a Caquetá (departamento lindante con Venezuela). Llegué a un campamento donde estaban los políticos y policías canjeables. Ese campamento lo manejaba Martín Sombra. Alcancé a estar un año con este señor como comandante. Era un carcelero. Nos tenía en una cárcel rodeada de alambres de púa”, relató con tono pausado.
El nombre del líder guerrillero también había surgido en los primeros relatos de Clara Rojas, cuando ésta recuperó su libertad a principio de enero. En una situación muy similar a la que se vivió anoche en Caracas, la compañera de Betancourt había contado los detalles de su parto en cautiverio. Sin soltar ni por un instante la mano de su madre, recordó cómo un joven guerrillero le espantaba los mosquitos durante la operación. “Su superior, Martín Sombra, le había encomendado la tarea para evitar que los insectos me molestaran a mí y al bebé que estaba a punto de nacer”, había dicho con una naturalidad sorprendente.
Para el director de la policía colombiana la detención de Martín Sombra es un duro golpe para la guerrilla. “La captura es muy importante porque cae un cabecilla histórico de las FARC”, señaló el general Oscar Naranjo. El líder guerrillero es uno de los miembros más antiguos de la organización y, según le habría confesado a la policía, es un amigo íntimo del jefe máximo, Manuel Marulanda. Su padre, Helí Rojas, fue el primer jefe que tuvo el octogenario líder guerrillero cuando empezó a militar en la guerrilla liberal en los ’60.
Aunque no es parte del secretariado –órgano ejecutivo de las FARC–, sí ha representado a la guerrilla en varias ocasiones. Fue uno de los negociadores en el último proceso de paz durante el gobierno de Andrés Pastrana (1998-2002) y participó de las infructuosas gestiones de paz que dirigió la Iglesia Católica colombiana hace cuatro años.
Su poder dentro de la jerarquía quedó demostrado cuando Marulanda lo puso al frente de uno de los campamentos, en los que mantienen a los secuestrados más famosos. Por allí pasaron Ingrid Betancourt, su compañera Rojas y los tres estadounidenses. Según contó Naranjo en una conferencia de prensa, el líder guerrillero fue el profesor de inglés de los extranjeros. Después de cinco años de cautiverio, los supuestos contratistas norteamericanos ya manejarían relativamente bien el idioma.
La detención de Martín Sombra no sólo es un duro golpe militar para las FARC, que en los últimos meses sufrió la baja de dos líderes muy importantes, Martín Caballo y el Negro Acacio. Las autoridades migratorias colombianas informaron ayer que el líder guerrillero habría pasado un tiempo en Venezuela el mes pasado y, según versiones periodísticas, incluso tendría un permiso de conducir de ese país en la billetera cuando lo detuvieron. Si se confirma, podría dañar aún más las relaciones entre Caracas y Bogotá. Actualmente, los dos países andinos apenas mantienen contacto diplomático, excepto para coordinar la operación humanitaria que fue a buscar ayer a los cuatro rehenes de las FARC.
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