Domingo, 21 de septiembre de 2008 | Hoy
El presidente de Zimbabwe Robert Mugabe no está cumpliendo con el pacto de cogobierno que firmó el lunes con el líder de la oposición, Morgan Tsvangirai. El eterno presidente, con 28 años en el poder, había aceptado ceder a cambio de seguir en su puesto y mantener el control de las fuerzas armadas, su verdadero sostén. Mugabe quedó acorralado ante la terminal crisis económica del país y la falta de apoyo de sus colegas del continente. El líder de 84 años acabó aceptando las presiones de su colega sudafricano Thabo Mbeki ante la certeza de que si fallaba la mediación africana podría haber una intervención extranjera. Pero el disgusto de Mugabe fue evidente en todo momento y la semana pasó sin señal de acuerdo sobre cómo formar gabinete. En teoría, el oficialismo de ZANU PF iba quedarse con 15 de los 31 ministerios, conservando el de Defensa y cediendo el de Seguridad Interior, que controla la policía. A cambio, Tsvangirai tomaría la inmensa responsabilidad de sacar la economía del coma profundo en que está, con una inflación de agosto a agosto de 40.000.000 por ciento (lo que significa que los precios aumentaron 400.000 veces en un año). En lugar de un nuevo comienzo, aunque condicional, lo que ocurrió es que el oficialismo continuó con la ola de violencia que ya causó decenas de muertos este año. Militantes y parlamentarios de la oposición siguen siendo atacados. Este viernes, las milicias juveniles del ZANU PF incendiaron las casas de varios activistas opositores en las barriadas periféricas de Harare, la capital. Pese al cambio político, estas milicias siguen extorsionando comerciantes en todo el país y nada indica que sus actividades toleradas por la policía –violaciones, robos, ataques a barrios donde ganó Tsvangirai– estén disminuyendo en intensidad.
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