Miércoles, 11 de febrero de 2009 | Hoy
EL MUNDO › OPINIóN
Por Mercedes López San Miguel
Fueron unos comicios donde se presentaron todas las derechas posibles: desde la ultraderecha de Benjamin Netanyahu, pasando por la variante racista de Avigdor Lieberman, hasta la centro-derecha de Tzipi Livni y un laborismo corrido a la derecha probélica encabezado por Ehud Barak. Ayer ganaba la opción más centrista.
Si se confirma la ventaja de Kadima (Livni) sobre el Likud (Netanyahu), la canciller la tendrá difícil para formar gobierno. A Kadima se le complica lograr una coalición a la vieja usanza (con el laborismo, Meretz y algún partido árabe) y podría tener que apelar al apoyo de Israel Beiteinu (Lieberman) o Likud para lograr las 61 bancas necesarias.
Para el analista Arie Kacowicz, lo más probable es que Lieberman quede afuera de una coalición y que se unan los dos partidos más grandes. “El partido Israel Beiteinu tiene una plataforma racista. No creo que Livni ni Netanyahu lo quieran en una alianza. Lo más lógico es que Kadima y el Likud formen un gobierno de unidad nacional.”
De las elecciones de ayer sobresalen dos datos: avanzó la derecha más racista y retrocedió el laborismo. Kacowicz, profesor de la Universidad Hebrea de Jerusalén, dijo que la invasión de Gaza fue determinante. “Está el factor de la guerra. El mensaje de Lieberman fue claro y no hipócrita. Es como cuando Le Pen le ganó la primera vuelta presidencial al socialismo en Francia. Además, Lieberman tiene un gran apoyo de los inmigrantes de origen ruso. Si Barak perdió votos fue porque su electorado se pasó a Livni para impedir que gane el Likud. Lo mismo sucedió con el partido de izquierda Meretz.”
Livni podría haberse proyectado como la Obama de Israel, es decir, una candidata que intentara romper con el pasado reciente a través de negociaciones cara a cara con los adversarios de Israel. Pero no. Ella fue un halcón más apoyando la última ofensiva en la Franja.
Algo parecido sucedió con Barak, que de negociador moderado en Camp David en el 2000 pasó a dirigir las tropas en la última operación contra Hamas. Una operación que comenzó el 27 de diciembre y culminó 23 días después con un saldo de 1400 muertos palestinos. La mano dura muestra su ineficacia y no resuelve los históricos conflictos de fondo con los palestinos.
La opinión pública israelí internalizó la idea de que su país (con Sharon) tuvo un gesto al sacar las colonias de la Franja en 2005 para aliviar la situación de los palestinos que viven allí, pero lo único que consiguieron es que Hamas use esa libertad para agredirlos con cohetes. Ahí se acabaron los gestos amistosos. Volvieron los bombardeos en la Franja, las razzias en Cisjordania, donde también se aceleró la construcción de colonias. La paz no llega. Vuelan los halcones.
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