EL MUNDO › HABLA LA ARTISTA AMARANTA PéREZ

Poesía chavista

 Por Adrián Pérez

“Cúrate con sus amores, sin apartarte un instante de tu tierra militante que por tus versos espera y mientras, en La Pradera, todos querrán que tú cantes”, parece pedirle Amaranta Pérez al presidente Hugo Chávez (foto). La cantante y poeta venezolana participa en el colectivo La Cantera, equipo multidisciplinario que reconoce la identidad como instrumento fundamental. Pérez, que estuvo de paso por Argentina el año pasado, intercambiando experiencias con movimientos sociales, asegura que en el proceso gestado en Venezuela a partir del ingreso de Chávez a la vida política, “la poesía ha sido un arma fundamental para acompañar a la revolución bolivariana”, sobre todo durante el intento de golpe de Estado del 11 de abril de 2002.

–¿Cómo se relaciona Chávez con la poesía?

–Todas sus palabras están impregnadas de arte. En el mensaje que dio el 4 de febrero de 1992 hubo elementos visuales y estéticos que muestran a un ser humano uniformado y serio, pero que se diferencia de todas las representaciones militares que han acabado con la historia de América, porque él es un hombre del pueblo. Desde esa primera imagen mostró al mundo su sueño bolivariano. Ese fue el primer nexo directo del pueblo con alguien que lo representa. Chávez da siempre la cara con honestidad y respeto. Hemos vivido ese sentimiento en circunstancias graves de nuestra vida política.

–¿En qué circunstancias?

–Por ejemplo, durante el intento de golpe de Estado que sufrió, el 11 de abril de 2002, o en marzo de 2007, cuando se propuso la reforma constitucional. Aquellos fueron encuentros con un sentimiento de dolor y de angustia. En ese momento, nuestro presidente asumió con gallardía el hecho de haber perdido la reforma. Afrontó cada momento con el mismo espíritu.

–¿Cómo se vivió la noticia sobre su enfermedad en Venezuela?

–Hemos pasado por momentos de muchísima sensibilidad, angustia e incertidumbre. Sin embargo, cuando Chávez apareció en televisión con esa declaración tan desgarrada se mostró con el mismo compromiso conmovedor de siempre. Sentimos que fue un momento muy crítico y nunca pensamos que podíamos tenerlo de vuelta tan rápido. Su personalidad y el papel en la historia que asumió nuestro comandante demostraron su fortaleza. Sabemos que está somatizando la decadencia que representa la humanidad y que nosotros debemos sanar como pueblo.

–¿A qué se refiere cuando habla de “enfermedad espiritual”?

–Desde la patria bolivariana intentamos construir un cambio interno. El egoísmo, la individualidad, la corrupción y todos los vicios que inserta el capitalismo siguen siendo parte de nuestra cultura occidental. Para combatirlos debemos trabajar en ese cambio y volcarlo en lo colectivo a partir del debate constante; para que el silencio no aparezca como miedo de asumir ese cambio, que implica un esfuerzo y una revisión de nuestros vicios. Podemos proyectar una cura espiritual y de conciencia que se extienda al mundo entero como una semilla de las muchas que florecen en todas partes.

–¿Y dónde cree usted que florecen esas semillas?

–Por ejemplo, en Bolivia, con el valor de ese pueblo indígena que entiende el trabajo de la tierra como arma para acceder a la soberanía económica y de los pueblos. También en las luchas sociales que se vienen gestando en Argentina y Ecuador.

–¿Qué balance hace del discurso de ayer?

–Volvimos a florecer en alegría y en una disposición renovada. Debemos asumir una dinámica de trabajo en la que todos nos veamos haciendo un esfuerzo importante. Hay un colectivo de creadores que manifiesta su apoyo irrestricto y su solidaridad. Pero sobre todo su amor infinito y agradecimiento hacia nuestro comandante por poder vivir una gesta de sueños.

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