Lunes, 21 de noviembre de 2011 | Hoy
EL MUNDO › LOS VOTANTES CASTIGARON AL GOBIERNO SOCIALISTA POR LA RECESIóN
En el barrio obrero Carabanchel, la izquierda y el Partido Popular capitalizaron el descontento social con el manejo que hizo el gobierno de la crisis económica. Vuelve la derecha en el mismo día en que murió el dictador Franco.
Por Mercedes López San Miguel
Llueve mucho de a ratos. En el colegio Haití, del barrio Carabanchel, se chocan los que van a votar y los que ya lo hicieron en la única puerta de entrada. A unas cuadras, tras pasar un lodazal, la que fuera una cárcel del franquismo es hoy un terreno descampado, rodeado de alambres. Ausente para las nuevas generaciones.
Coincidencias de la historia, el 20 de noviembre de 1975 murió Francisco Franco; hoy, 20 de noviembre, regresa la derecha a España. Carabanchel es un barrio de edificios de ladrillo, con ventanas pequeñitas: tiene la fisonomía del barrio obrero. Hay bazares al lado de locutorios, casas de venta de celulares y negocios de indumentaria. En la escuela Haití la mayoría de los votantes que se ven son ancianos. Como María Luisa González, que se ayuda de un bastón para salir del edificio. “Voté por el PP, porque quiero que cambien las cosas. La situación económica es horrible. Yo soy jubiladísima”, dice la señora sin más. A su lado camina un hombre calvo de anteojos. “¿Por quién voté?, pues hombre, ¡por el que habla de cambio!” José Luis García dice que a los 58 tuvo que jubilarse después de que se quedara sin empleo.
Entre los muchos que salen de votar a media mañana, aparece una cara joven. Juan Pérez eligió a Izquierda Anticapitalista. “Voté en contra de los grandes partidos. Estoy harto de las campañas, harto de la política de siempre. Hay una crisis de los valores, porque da lo mismo que se recorte en sanidad, educación y servicios básicos”, dice el joven de 37 años vestido de equipo de gimnasia, empleado de oficina.
Juan Pérez no es el único que apuesta a las formaciones minoritarias. Rosario Delgado lleva el rimel y el cabello intactos pese a la copiosa lluvia que cae. La mujer afirma que su elección es Izquierda Unida. “No me convence ninguno, ni el PP, ni el PSOE. Han perdido credibilidad. Se gastaron 500 mil euros en un debate. ¿Que cuánto me afecta la crisis? No tengo empleo, mi último trabajo fue de cajera”, dice Rosario, de 42 años, madre de dos niños. Y agrega con una sonrisa: “Los políticos son como los novios al principio: te llenan de promesas y después de un tiempo te ignoran”.
Un señor de mediana edad responde sin dejar de moverse, con la mira puesta en el techo al que quiere llegar de la vereda angosta: “En general voto al PP, a todos, esta vez es Rajoy. Quiero el cambio”, responde de forma escueta. El joven que viene caminando detrás de él accede a hablar y dice: “Voté al PSOE porque es mi ideología. Estoy mal con la crisis, pero me parece que podría estar mucho peor con el PP y sus medidas de ajuste”, lanza Raúl Sánchez, de 38 años, y con trabajo.
Si en Carabanchel la arquitectura se caracteriza por su simpleza y monotonía, en el barrio Chamberí se pueden ver edificios modernistas y neogóticos. A diez minutos caminando se llega a uno de los bastiones principales del voto conservador: Chamartín, en donde las calles recuerdan a nacionalistas caídos en combate en la guerra civil. Como la calle General José Moscardó o General Varela.
En la escuela El Porvenir, de Chamberí, se les promete a los padres que sus hijos podrán aprender a nadar en sus primeros años de vida, tocar un instrumento e ir de campamento cada julio. Muchos de los que llegan a votar lo hacen en autos caros. De uno de ellos se baja una señora con un peinado de peluquería y tapado con piel en el cuello. “Voy a votar por el PP, podemos mejorar. ¿Tú no puedes mejorar, acaso?”, dice fijando la mirada. La acompaña un adolescente que le dice: “Abuela, no hagas propaganda”.
Un hombre de saco elegante sport de nombre Luis Alberto Gracia afirma que va a votar por el PSOE. “Son los únicos que pueden hacer algo con esta crisis.”
Una mujer joven está parada al costado de la puerta del colegio El Porvenir, esperando con su perro a que su novio salga de votar. Se llama María José Martínez y dice que ella votó por los ecologistas de Equo. “Me parece que el partido se formó con gente prestigiosa. Son nuevos en sus reivindicaciones y vamos a ver qué pasa”, dice María José, de 42 años, secretaria que se quedó sin empleo. Es la primera vez que le sucede.
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