Jueves, 29 de marzo de 2012 | Hoy
Según la Iglesia Católica en Cuba, sólo el uno por ciento de la población de la isla asiste regularmente a misa, por lo que los rituales de su liturgia son desconocidos para buena parte de las personas que ayer colmaron la plaza. Razón por la cual muchos de los 300.000 asistentes a la histórica homilía de Benedicto XVI en La Habana seguían las alternativas de la misa secundados por una guía para la ceremonia, repartida en varios de los puntos de entrada en la Plaza de la Revolución. El edificio de la Biblioteca Nacional, ubicado a un costado de la explanada, fue cubierto por una tela enorme con la imagen de la Virgen de la Caridad del Cobre, patrona de Cuba, y el lema “La caridad nos une”. A un costado del altar se ubicó otro telón con la frase “En la cruz murió el hombre un día”, del independentista cubano y héroe nacional José Martí, cuyo monumento preside la Plaza de la Revolución. El altar fue construido justo bajo el monumento de Martí y frente a la gran escultura metálica de Ernesto “Che” Guevara, que ocupa la fachada de uno de los edificios oficiales de la explanada. Varias personas se quejaron de que el altar era demasiado bajo para ser divisado a distancia, a diferencia del alto presbiterio de estructuras metálicas que se construyó para la misa del lunes en Santiago de Cuba, al este del país. Es por ello que el gran reto de todos aquellos que fueron parte de ese histórico momento fue poder percibir al pontífice bajo el sol.
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