EL MUNDO › DOS VOCES DE AFUERA Y ADENTRO DE LA BASILICA
Vidas paralelas en Belén
Por Eduardo Febbro
Nada parecía destinar a Michel Sabbah a encontrarse en primera línea de un conflicto en el que lo militar y lo religioso se mezclaron para poner al cristianismo en una posición delicada. Como sus predecesores, el patriarca latino de Jerusalén tenía una misión simbólica. Pero su propia trayectoria personal, sus orígenes y la posterior ocupación y el sitio de la Iglesia de la Natividad en Belén cambiaron el rumbo de un puesto antaño sin brillo. Nacido en Nazaret hace 53 años, Sabbah es el líder natural de la comunidad cristiana que reside en Tierra Santa (300.000 fieles) y, hoy, el mediador más incisivo en el conflicto que opone a los 200 palestinos armados que se refugiaron en la basílica de Belén y los tanques israelíes que los rodean. No sin pena, el patriarca latino admite que “ésta es la primera vez que, por causa de la guerra, no podemos celebrar las Pascuas en la Basílica de la Natividad”. Pero Michel Sabbah no se quedó en puros lamentos. Apenas fue ocupada la basílica de Belén, reunió a 300 jefes religiosos en la puerta de Jaffa para dirigirse a la mismísima casa de Ariel Sharon, situada en la Ciudad Vieja de Jerusalén. El 3 de marzo partió con rumbo a Belén, donde fue detenido por el ejército israelí sin lograr ingresar en la ciudad. Como si fuese poco, unos días más tarde publicaba un texto condenando los argumentos israelíes según los cuales los 30 franciscanos y demás religiosos encerrados en la basílica eran “rehenes del terrorismo”.
A la vez calmo y con mirada irónica, el patriarca latino de Jerusalén acota que, para él, “los medios armados empleados por Ariel Sharon no constituyen el buen método para llegar a la paz. Estamos enfrentados a una guerra de demolición que no conducirá a nada. Habrá más muertos palestinos y más demoliciones”. Desde 1847 hasta el nombramiento de Sabbah, el puesto siempre había sido ocupado por diplomáticos italianos sin mucha trascendencia. Michel Sabbah es un padre palestino, formado en Roma y “construido” en Jordania. Varias décadas de “roces” con los israelíes que, a pesar de su pasaporte estampado con los símbolos del Vaticano, continúan hoy con las largas horas de interrogatorios y humillaciones que las autoridades le hacen sufrir en el aeropuerto de Tel Aviv. Su franqueza breve y sin rodeos lo impusieron como el jefe de los 13 ritos cristianos de Tierra Santa.
El destino tampoco había formado a Nicolás Marqués para ver de tan cerca los tanques y la guerra. Este padre franciscano de origen mexicano se encuentra actualmente dentro de la Basílica de Belén: desde hace más de 10 días su vida está hecha de un “mundo interior” con 200 hombres en armas y de otro “exterior” lleno de tanques y uniformes. Ayer, Página/12 pudo entrar en contacto con Marqués y preguntarle sobre las condiciones de vida dentro de la Basílica. El padre contó que “en este momento en que usted me habla, los tanques se han acercado a unos pocos metros. Estamos muy agitados. La situación se ha vuelto muy densa; ahora, mientras le hablo, se están produciendo explosiones dentro del convento. De un lado o de otro se está preparando algo y las consecuencias pueden ser catastróficas”. Marqués cuenta los detalles con modestia, como si no fuera él quien sufre: “Estamos viviendo momentos difíciles, estamos racionando al máximo lo que tenemos. No hay luz, no hay agua, estamos viviendo con lo poco que teníamos. Las personas que se encuentran dentro de la basílica están armadas. Hasta ahora nos han respetado”. Si alguien le pregunta por qué permanece en la basílica, Marqués responde sin siquiera esperar que termine la pregunta: “Desde hace siete siglos la orden franciscana está custodiando los lugares santos, y ello por mandato de la Santa Sede. Es un voto de obediencia. Estamos deseando que se encuentre una soluciónpacífica a esta situación y que el gobierno de Israel cumpla con su promesa de no atacar la basílica”.