EL MUNDO
Radiografía de un país derechizado
Por Joaquín Prieto *
Desde París
Jean-Marie Le Pen instala sólidamente sus bases electorales por todo el norte, el este y el sur de Francia, además de reforzar sus posiciones tradicionales en la Costa Azul. Algunos expertos hablan ya abiertamente del Frente Nacional como “el primer partido obrero” del país, a causa del saqueo de votos de izquierda realizado por la ultraderecha en zonas de tradicional predominio socialista o comunista. La división de la izquierda y el débil resultado de Chirac –cuyo voto supera sólo por décimas al de los dos ultraderechistas, Le Pen y Mégret– son las causas del sismo.
Frente Nacional, el partido de Jean-Marie Le Pen, ha progresado en todas las elecciones celebradas en Francia en el último cuarto de siglo. Obtuvo un 14,4 por ciento en la presidencial de 1988 –ganada por Mitterrand– y un 15 por ciento en la de 1995, que proporcionó la victoria a Chirac. Arañó unas décimas más en las legislativas de 1997 y ahora recoge el 17 por ciento de los sufragios, un progreso todavía más notable tras la escisión interna de su partido, que se produjo hace tres años. El ultra que se separó, Bruno Mégret, ha hecho la prueba de presentarse a las presidenciales y se ha encontrado con el 2,36 por ciento de los votos.
Le Pen se instala en todas las regiones fronterizas de Francia con Bélgica, Alemania, Suiza, Italia y la parte más próxima a la frontera española por Cataluña, además de morder en algunas circunscripciones de la región de París. Todo el sudeste de Francia (Provenza, Costa Azul, Alpes) cae bajo la razzia lepenista: Marsella o Niza aportan un gran caudal de votos a la extrema derecha, hasta llegar al record del 33 por ciento en la ciudad de Orange, la única de cierta importancia mantenida por el Frente Nacional después de la escisión interna de 1999. En Aviñón, la ciudad escogida por Chirac para anunciar su candidatura a la elección presidencial, éste ha recibido 156 votos menos que Le Pen. En Marsella, la segunda ciudad de Francia, Le Pen sobrepasa ampliamente a Chirac: 23,3 por ciento frente a 18,2 por ciento, respectivamente, con Jospin en el 15,6 por ciento.
Le Pen progresa tanto en los medios rurales como en los suburbios populares de Lyon y de Grenoble, zonas de tradicional voto socialista. Alsacia y otras regiones fronterizas con Alemania no escapan a la carrera de la extrema derecha, que se encarama también al primer puesto en varios departamentos del norte de Francia, áreas históricas de socialistas y comunistas, que se desangran electoralmente.
La división de la izquierda ha sido una causa determinante del enorme sismo político. Aunque lejos de la mayoría, los partidos de la “izquierda plural”, sumados, rebasan el 32 por ciento de los votos y las tres candidaturas de ultraizquierda superan el 10 por ciento. Todo ese conjunto continúa superando en votos a la derecha parlamentaria y habría podido dar una batalla a Chirac en la segunda vuelta, pero se ha quedado sin representación al sumarse la voluntad ultraizquierdista de convertirse en un “voto de protesta” o “antisistema”, con los ataques a Jospin de su antiguo aliado, Jean-Pierre Chevènement.
El candidato socialista obtuvo 7.098.191 sufragios en la primera vuelta de las presidenciales de 1995, de los cuales ha perdido 2 millones y medio. Una grave derrota personal del hasta ahora primer ministro, rápidamente reconocida y asumida por él en la noche del domingo, sin duda el producto directo de la lucha sin cuartel llevada a cabo contra Jospin por el campo político que aspiraba a representar, y a la que no pudo o no quiso responder.
Ni Chevènement ni la ultraizquierda proyectaban apoyar a Jospin en la segunda vuelta. El resultado de toda esta división se ha traducido en abstención, en unos casos, y en trasvases de votos que han alimentado candidaturas teóricamente opuestas. Algunos expertos sostienen que elFrente Nacional, dirigido por Le Pen, se ha convertido en “el principal partido obrero de Francia”, una tesis sin duda digna de verificarse con estudios precisos.
Frente al 32 por ciento del total de electores de la “izquierda plural”, las diversas candidaturas de derecha totalizan casi el 38 por ciento. La división de este campo político también es patente, si bien la campaña de los diversos aspirantes contra Chirac ha sido mucho menos marcada. Un despertar brutal, en suma, tanto para la derecha como para la izquierda moderadas, ahora seriamente amenazadas –sobre todo la segunda– por el huracán extremista que se ha desatado sobre Francia.
* De El País de Madrid. Especial para Página/12.