EL MUNDO › SOMALIA Y ERITREA, DOS EJES DE LAS INVESTIGACIONES

La pista de la noche africana

Por Meera Selva*

Dos de los sospechosos de los atentados fallidos del jueves pasado llegaron desde el Cuerno de Africa, una región que por largo tiempo Estados Unidos ha visto como reducto de terroristas de Al Qaida. Yassin Hassan Omar nació en Somalía, un país cuyos anteriores gobiernos colapsaron en 1991. Desde entonces, fue gobernado por una colección anárquica de clanes, grupos islamistas radicales y milicianos.
De allí en más, los hombres en armas de Somalía mataron a los soldados norteamericanos y tiraron abajo un helicóptero Black Hawk en Mogadishu en 1993; Washington sospechó que el dinero y las armas de Al Qaida viajaban libremente a través de Somalía. La extensa y sin controles línea costera somalí es para los traficantes que trasladan productos entre Africa subsahariana y Medio Oriente. Es a través de Somalía que los terroristas atacaron las embajadas en Nairobi y Dar es Salaam en 1998 y un hotel en Mombasa donde turistas israelíes se hospedaban en 2002.
A partir de 2003, un nuevo grupo islamista radical más duro se estableció en Mogadishu, liderado por Aden Hashi Ayro, un jefe miliciano joven que recibió entrenamiento en Afganistán. Esa agrupación hizo sentir su presencia con el asesinato de cuatro trabajadores humanitarios extranjeros entre octubre de 2003 y abril de 2004.
El Grupo de Crisis Internacional acepta que el movimiento de la Jihad islámica hizo base en Somalía, teniendo en cuenta sus largos años de conflictos civiles y falta de Estado. Pero el think-tank advierte: “Si la crisis persiste en Somalía, su suelo anárquico seguirá atrayendo elementos delictivos y radicales”. El segundo sospechoso de los ataques de Londres, Muktar Said Ibrahim, también conocido como Muktar Mohammed Said, es oriundo de Eritrea, una base menos obvia de terrorismo. Desde que se independizó de Etiopía en 1993, Eritrea estuvo preparada para ser considerada un miembro responsable de la comunidad internacional. Es hoy parte de la coalición de Estados Unidos, aunque sus países vecinos señalaron que varios grupos rebeldes, incluido el Ejército de Liberación de Sudán, que pelea contra el gobierno sudanés en Darfur, estableció campos de entrenamiento en sus fronteras.
El contacto del país con los movimientos islamistas radicales es conducido desde el Movimiento de la Jihad Islámica de Eritrea. Los eritreanos apoyaron las declaraciones del gobierno de que el grupo era una célula terrorista que debía ser destruida. Pero el presidente Isaías Afwerki desde ese momento apodó de terroristas a tantos de sus rivales políticos que el término perdió significado.
Musulmanes moderados en Eritrea se volvieron más radicales después de que el gobierno encerrara a viejos musulmanes sin juicio por dos años. El gobierno de Eritrea, que fuera una vez la esperanza de modernización del Cuerno de Africa, se volvió llamativamente paranoico. Los periodistas raramente acceden al país y las relaciones con Etiopía se han desintegrado sobre el conflicto de frontera.

* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.

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