EL PAíS › ROBERTO PORRETTI SIGUE SIN ACATAR SU SUSPENSIóN Y RECURRIRá A LA SUPREMA CORTE

Intendente en pie de guerra

Atrincherado en la intendencia de Pinamar, el jefe comunal esperó una supuesta invasión de los seguidores del titular del Concejo Deliberante, Rafael De Vito, que nunca se concretó. Confesó no haber tenido mucho trabajo.

 Por Alejandra Dandan

Espías, agentes secretos y policías militarizados pueblan la escena de Pinamar como emigrados de una sátira. Todo comenzó ayer a las seis de la mañana, cuando el incansable Roberto Porretti decidió atrincherarse en la comuna y poner a policías pertrechados en las tres puertas de acceso al edificio por temor a la barbarie. Había pasado casi un día desde su suspensión provisoria, que aún sigue sin acatar en busca de una impasse en la Justicia. “No tuve mucho trabajo”, explicó.

Desde temprano, el porrettismo estaba convencido de la certeza del ataque. Esperaron a las hordas de concejales y opositores con una calle cortada y el frente de policías dispuesto. El hijo del intendente corrió a la fiscalía descentralizada para denunciar la eventual ocupación de la casa y así frenar el maleficio.

Esas eran las imágenes de Pinamar a un día de la suspensión del intendente. Como si la decisión del Concejo Deliberante nunca hubiese sido tomada, como si los concejales no tuvieran voz ni autoridad, Porretti siguió sentado desde todo el día en su sillón, dispuesto a defenderlo.

Media hora después de las siete, el plan de operaciones comunal sufrió un leve desplazamiento. Un empleado municipal, colorado y camuflado de biciespía, se trasladaba de lado a lado con un handy, marcando los movimientos del jefe del Concejo Deliberante, el Otro Jefe: Rafael “El Rafa” De Vito, el hombre más temido a estas horas por el intendente.

Desde que estalló el affaire de las coimas, De Vito y Porretti se han convertido en una suerte de cara y cruz del escándalo. Porretti llegó al gobierno como representante del Frente para la Victoria aliado a De Vito, del PJ. Le sacaron el poder a Blas Altieri después de dieciséis años de mandato y poco más de 300 votos de ventaja. Pero Porretti se olvidó de la alianza apenas asumió, según sus detractores. Y no repartió los cargos de acuerdo a lo previsto. En ese contexto, el affaire que estalló el 12 de febrero sólo profundizó el intratable estado de crisis entre ambos.

Como presidente del Concejo Deliberante, De Vito es el candidato a reemplazar a Porretti. La historia dirá si eso sucede en un proceso que no será corto.

Hecha la ley...

Según la Ley Orgánica de Municipalidades, un intendente tiene dos opciones cuando el Concejo Deliberante lo suspende: puede acatarla o no. Si la acata, como sucede en la mayor parte de los casos, asume su reemplazante hasta que termina el proceso de 90 días hábiles para la destitución o restitución del cargo. Si no la acata, en cambio, la ley le concede cinco días hábiles para presentar una apelación por “conflicto de poderes” ante la Suprema Corte de la Provincia de Buenos Aires.

Eso es lo que intenta Porretti, lo que ahora ampara técnicamente su situación. Y la razón por la que el Concejo no puede sacarlo.

Luego de la presentación, Porretti ganará otros treinta días porque ese es el plazo que tiene la Corte para expedirse. Plazo tras plazo, el suspendido intendente gana los mismos tiempos que intenta conseguir en el ámbito judicial.

“Este muchacho sigue jugando con los plazos”, dijo ayer a Página/12 el concejal Víctor Pardo, clave en el último armado del PJ y en el proceso de suspensión. “Pero jugar con los plazos a mi criterio traslada la agonía para más adelante. Acá hay una realidad: Si Aldo Leonián (quien era secretario de Gobierno de la comuna) está preso y Porretti no, la Justicia no es justicia.”

A las cuatro de la tarde, Porre-tti sacó a los policías de la puerta. Dejó dentro de la municipalidad, en cambio, custodias de civil para pedir documentos no sólo de visitantes, sino a empleados, como si ya no confiara en nadie.

El estado de alerta máxima lo llevó, además, a hacer una nueva incursión judicial, poco provechosa. Luego de la denuncia en la fiscalía de Pinamar, se presentó en el juzgado de paz para pedir un amparo que suspendiera la decisión de los concejales. Como la Ley Orgánica no lo prevé, el planteo podría ser rechazado por improcedente en las próximas horas.

“Si al final la Corte dice que la suspensión es válida, Porretti la va a acatar”, dijo su abogado José Ochoa a este diario. También dijo, claro, que mientras no suceda el intendente quiere un plebiscito “porque el pueblo quiere otra cosa”.

A la noche, Porretti abrió y cerró la puerta de su casa “Lela”, en el barrio del Golf, un chalet que alquila desde hace unos meses, y se permitió no tener que recurrir a jardines ajenos para hacerse fotos. A setenta metros duerme El Rafa De Vito. Su casa angosta y alargada tiene el aire de las construcciones de los noventa. Entre ambos, hay un laguito y la publicidad de un reloj carísimo divide las aguas en dos.

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Porretti se pasó ayer todo el día en la sede del municipio de Pinamar pese a haber sido suspendido.
Imagen: Guadalupe Lombardo
 
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