“Estar en La Perla significaba perder toda relación con el mundo exterior y los afectos. Incluso hasta se pierde la relación interna, porque no sabemos qué somos y qué es lo que va a pasar. Eran centros de exterminio humano”, graficó ayer Susana Sastre, sobreviviente del mayor centro clandestino de detención del Cuerpo III de Ejército, durante la séptima jornada del juicio oral y público contra el general Luciano Menéndez y otros siete represores, a cargo del Tribunal Oral Federal 1 de Córdoba. Como lo vienen haciendo desde la primera audiencia de declaraciones testimoniales, Menéndez, el coronel retirado Hermes Rodríguez y el sargento Carlos Alberto Vega hicieron uso del derecho de ausentarse de la sala de audiencia y permanecer en una contigua.

Sastre, ex militante del Partido Revolucionario de los Trabajadores secuestrada el 11 de junio de 1976, describió a La Perla como una “máquina de la muerte”, detalló que padeció “vejámenes, humillaciones y todo tipo de torturas”. Reconoció a Jorge Acosta, Luis Manzanelli, Carlos Vega y al personal civil de inteligencia Ricardo Alberto Ramón Lardone como “los responsables de los secuestros, torturas y fusilamientos: todos hacían todo, porque había un pacto de sangre que era parte del sistema para involucrar a todos y que les garantizaba impunidad”. Sindicó a Ernesto Barreiro –imputado en otra causa– y a Acosta como los “oficiales que tenían a cargo todo lo que pasaba en La Perla”.

Por la tarde declaró la actual docente universitaria Ana Mohaded, secuestrada el 11 de noviembre de 1977 y liberada en diciembre de 1982. Como miembro del Centro de Estudiantes de la Escuela de Arte de Córdoba, la testigo encabezaba un grupo que se oponía al cierre del establecimiento. Fue secuestrada junto a dos compañeros, que también fueron trasladados a La Perla. Detalló que recibió “torturas físicas y psíquicas constantes” a las que fue sometida en los distintos centros clandestinos de Córdoba: La Perla, La Perla Chica, La Rivera, la cárcel de San Martín y la D2.