Sábado, 21 de junio de 2008 | Hoy
EL PAíS › REPORTAJE A CARLOS ARMANDO, PRODUCTOR SOJERO CORDOBéS QUE DEFIENDE LA SUBA DE RETENCIONES
Armando es un rara avis. Vive en San Francisco, en un rico enclave productivo. Sus vecinos de toda la vida lo denostan y llegaron a amenazarlo por exponer las cifras de su negocio, que arroja ganancias fabulosas. “Tenemos una rentabilidad difícil de igualar”, revela.
Por Cledis Candelaresi
El campo de Carlos Armando está en las afueras de San Francisco, próspera ciudad del este cordobés, en un rico enclave agrícola. En este marco privilegiado, su confesión sobre la alta renta que obtienen él y sus pares y su discurso a favor de las retenciones es inobjetablemente creíble. Tanto como urticante para los dirigentes que estimularon el lockout rural. Este propietario de doscientas hectáreas y arrendador de otras mil dice sin pudores que a 900 pesos la tonelada, la soja es un “excelente negocio”, difícil de emular en cualquier otro rubro y lugar. Semejante afrenta a los postulados de quienes encabezaron la protesta ruralista le valió escraches y amenazas en aquella ciudad de alrededor de cincuenta mil habitantes.
–Tener un discurso opuesto a los líderes de la protesta en su ámbito le debe haber valido algunos problemas.
–Me llaman de todo el país para expresarme su apoyo. Y hasta hubo economistas que me felicitaron por mi modo de razonar la situación y hacer el planteo. Es cierto que hay productores que sufren. Pero no son los que lideran los piquetes. Tal vez el que tenga sólo 50 o 60 hectáreas y las explota él mismo tenga dificultades. Otros es posible que tengan un rinde menor, simplemente porque no tienen terrenos aptos para soja y la siembran igual, cuando en realidad deberían dedicarse a la ganadería. Por el afán de ganar, se desmontaron desmesuradamente terrenos o se secaron bañados. En parte, el problema de las inundaciones de Santa Fe se explica por esto. Los suelos terminan agotándose.
–Si no hay prurito ni en agotar los suelos, es porque la renta es muy atractiva...
–Por supuesto. No se puede estar en contra de las retenciones en estas circunstancias. En San Francisco, la soja nos rinde 30 quintales la hectárea y eso es muy bueno. Algo similar a lo que ocurre en Entre Ríos. Claro que si en estas mismas provincias alguien tiene sólo 15 hectáreas, seguro tiene problemas. Pero un 5 por ciento adicional de retenciones no nos hace más pobres. Lo que creo es que se generó una especie de psicosis que hizo salir a algunos a las rutas y la opinión pública termina confundiéndose. Los argentinos nos confundimos tantas veces. Nos confundimos votándolo a (Carlos) Menem. Nos confundimos también con el 1 a 1.
–¿Con el esquema de retenciones móviles la rentabilidad de la soja no está comprometida?
–La soja va a volver a subir de precio. A 900 pesos la tonelada que cuesta hoy, todos vamos a volver a sembrar porque es negocio. Es y seguirá siendo rentable. Salvo la excepción de los que tienen unidades económicas muy pequeñas o campos que no están en condiciones de ser destinados a ese cultivo. Pero la realidad es que los productores no estamos perdiendo. Al contrario. Y corresponde que seamos un poco generosos.
–¿Usted a qué categoría de productor pertenece?
–Yo tengo 200 hectáreas propias y otras 1000 alquiladas. Hay por la zona propietarios más chicos, de unas 60 hectáreas, que prefieren ceder la explotación y la pasan fenómeno. Por arrendar 60 hectáreas estoy pagando unos 6000 pesos por mes, pero llegué a pagar 7200 pesos cuando la soja tenía mayor precio. La gente de campo es austera y con ese dinero vive bien. Hoy, mucho mejor que en otros momentos. Nosotros podemos y queremos seguir produciendo. Es nuestra gran ambición. Todos anhelamos una soja a 1200 pesos por tonelada. Pero aun en el nivel de precios de hoy, las retenciones son una medida normal y equilibrada del Gobierno. Sin retenciones, en este contexto equivale a pretender ser jeques árabes.
–Opinar en contra de la dirigencia ruralista públicamente, ¿le valió reproches y escraches de sus pares?
–Me presionaron de todas las formas. Injuriándome. Calumniándome. Con anónimos amenazantes, advirtiendo que incendiarían mi casa o mi campo. Llegaron con eso hasta mi padre, que es un anciano. Me endilgan ser montonero. Y yo tengo 45 años: no tengo ni edad para esa pertenencia y jamás tuve militancia política.
–¿Usted conoce a quienes lo amedrentan?
–De toda la vida. Son productores medianos o grandes que están re-bien. Algunos propietarios de la zona hasta me consultan para ver qué hacen con el dinero que les sobra. Me preguntan en qué pueden invertir. Por eso los cortes en lugares como estos no se justifican de ninguna manera. Acá el grueso de los productores tiene una posición diferente.
–¿Se siente solo en esta especie de cruzada para explicar que el campo gana igual?
–Muchos piensan igual que yo. Pero es gente tímida, como el grueso de la gente del campo. Yo no quiero que el campo sufra más. Si por los cortes no tenemos gasoil para sembrar, muchos saldríamos a las rutas para quejarnos. Ahí sí yo mismo les pediría a otros que vayamos a protestar. Se daría el absurdo de que nos boicotearíamos.
–Pero hubo piquetes en todo el país y fueron muy eficaces. La posición de la Mesa de Enlace tiene consenso.
–Sólo el 10 por ciento de los productores está en las rutas. Recibo llamadas de todo el país. De camioneros que avalan mi postura o de productores que quieren y necesitan vender su producción y no pueden por la medida de fuerza.
–Los insumos, en gran medida dolarizados, ¿no tienen un precio creciente que les complica el negocio?
–Los insumos subieron mucho. Pero con la soja a 900 pesos, tenemos una rentabilidad del 20 o 30 por ciento. Algo difícil de lograr en cualquier emprendimiento y en cualquier lugar del mundo. Pero discrepo con la Presidenta en que no hay riesgo. En el campo siempre lo hay. También al sembrar soja y por eso amerita una ganancia importante: quizá con una cosecha buena hay que compensar una mala. Estos últimos años el negocio fue excelente, así que ahora podemos devolver un poco. Hoy no podemos quejarnos y tenemos que ser más generosos.
–¿Usted postula que la fórmula del éxito es rotar los cultivos, con siembras invernales y estivales?
–Exacto. El trigo se siembra en invierno y la soja en verano. Sobre el supuesto de que uno esté a 750 pesos la tonelada y otro a 900 pesos, el rendimiento anual equivale a una sola cosecha de soja libre de retenciones.
–¿Sus pares no rotan los cultivos?
–Al menos en la zona, la mayoría lo hace y por eso les va muy bien. Es cierto que esto implica también más gastos. Pero no a un nivel que comprometa la rentabilidad. Otra pauta es no forzar el suelo. Hay campos sólo aptos para la ganadería y lo mejor es hacer carne. Yo creo que al bajar el precio de la soja por las retenciones, automáticamente se producirá más carne y más leche.
–Pero los productores de carne y leche tienen problemas que el propio Gobierno admite.
–Tienen problemas reales. Y uno de ellos es que el productor recibe un precio relativamente bajo. El problema está en otro punto de la cadena y es el Estado el que se debe ocupar de eso. De ver quién está en el medio y se queda con la renta de estas actividades, que son muy nobles y ocupan mucha más mano de obra que la soja.
–Otro problema del que debe ocuparse el Estado es de la comercialización en negro.
–De eso debería discutir la Mesa de Enlace. Hay muchos productores que quedamos fuera del sistema por problemas burocráticos. Yo, por presentar tarde un balance, fui excluido del Registro de Operadores de Granos del Senasa y tardé casi un año en volver por dificultades en los trámites. Acá es necesario hacer una mani pulite. Los productores no tenemos un gran beneficio de comercializar en negro, más allá de pagar algo menos de Ganancias. Son los exportadores, que compran en negro y venden en blanco, los que tienen más rédito, quedándose con una parte del IVA.
–¿Cree que la Mesa de Enlace debería plantear esas cosas?
–¿Se reúnen cuatro horas para qué? Deberían pedir que paguemos los impuestos por un mecanismo eficiente. Si tributáramos de un modo equitativo, finalmente los impuestos se podrían bajar. Pero los dirigentes de las cuatro organizaciones es mejor que se vayan. Elijamos a quienes nos representen. Durante cincuenta años no hicieron nada, menos para los pequeños productores.
–¿Le parece que la discusión en el Congreso puede destrabar el tema?
–Es muy positivo que el tema se debata en el Congreso. Yo creo que de una discusión transparente saldrá a la vista que el productor puede seguir produciendo. Otra gente se animará a opinar. Bienvenida la democracia.
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